Mentiría si
negara que esperaba una victoria más abultada que el exiguo 1 a 0
con que Lanús derrotó a Vélez por la tercera fecha del Torneo
Final, el sábado por la noche en La Fortaleza de Arias y Guidi. Es
que un mínimo análisis de las circunstancias que condicionaron el
enfrentamiento anunciaba una victoria más contundente de Lanús, sobre todo teniendo en cuenta que el adversario presentó un equipo
absolutamente de reserva, e incluso cambió al arquero. Insólitamente,
ni siquiera ninguno de sus figuras ocuparía un lugar en el banco
de suplentes. El Tigre Gareca, sabedor de que el fútbol late con el
corazón de la opinión pública, evaluó detenidamente los
escenarios que el compromiso le ofrecía, comprendió que el presente
futbolístico de su rival era una fiesta, y decidió concurrir a ella
en carácter de invitado, dejando de obsequio una torta que en su
interior contenía una bomba activada, lista para explotar.
Romero volvió a estar a la altura y marcó su tercer gol consecutivo. |
Tal vez Gareca se hizo el sota, y ante los chilenos puso todos sus titulares a propósito, para eximirse del compromiso de jugar mano a mano con el puntero, no otorgarle además la ventaja del desgaste y el trajín que los suyos tienen a cuestas, y de esa forma esquivar las consecuencias de un posible resultado adverso y abultado. Gareca se preservó y preservó al plantel, y cualquiera puede decir que le salió bien, ya que con los pibes hizo partido. Pero llama la atención que ninguno de sus dirigidos manifestó públicamente sus deseos de estar en cancha ante Lanús, nadie dijo “peleamos en todos los frentes”, nadie dijo nada. Tampoco deja de sorprender que una institución que tiene presupuesto para la doble competencia permita que el entrenador resigne uno de los dos o tres objetivos en la tercera fecha, cuando nada todavía terminó de empezar. Si esto es así, hay que reconocer que Gareca es un tipo bravo. Retiró a su ejército pero mandó a combatir a un regimiento de cadetes. El Tigre buscó sorprender, la torta no paraba de hacer tic tac...
Barros
Scholotto se encontró con una situación inesperada y difícil de
resolver: Enfrentaría a un equipo conformado por mayoría de
futbolistas casi desconocidos y con escasa experiencia en primera,
jóvenes seguramente capaces como los que suele formar Vélez, y sus
dirigidos ignorarán casi todo acerca de los rivales que tendrán que
vencer. Si los pibes de Vélez corriendo y metiendo pueden sostenerle
el partido sin recibir un gol en contra tempranero, el
tiempo de juego correrá a su favor de manera progresiva y paulatina.
Los primeros quince minutos de partido fueron muy peleados, sin llegadas claras, y por primera vez en lo que va del año, Lanús por momentos pareció perder el rumbo ofensivo, la precisión en las sesiones y hasta la concentración. Guillermo había decidió reemplazar a Pizarro con Junior Benítez, pero el pibe no se sintió cómodo lejos de la línea de banda, y su desconcierto contagió al resto. Regueiro se fastidió, Ayala se mostró dubitativo, y Lanús empezó a tirar demasiados pelotazos frontales. Como Vélez no lo pudo aprovechar, los cuatro del fondo granate empezaron a empujar, el Pulpito González se animó a manejar los hilos, y a los 36' recibió una pelota en tres cuartos, metió un lindo pase frontal a lo Checho Batista para Blanco, que de espaldas al arco demostró que si bien le falta rigor para el cuerpo a cuerpo le sobra técnica para ensayar una media vuelta con pase para Romero en el punto penal, mano a mano con Sills, y el cordobés recuperó el encanto de sus enganches en el área, donde los defensores se suelen despatarrar seguido, y también la frialdad para definir: Tres jugados, tres goles. En los últimos quince de la parte inicial Vélez empezó a luchar con sus limitaciones ofensivas, pero por momentos apretó.
El Mellizo
no se aferra a códigos de procedimiento: No pudo Junior, la chance
de jugar 45 minutos fue para Chávez, y el Pochi sí estuvo a la
altura, y en el balance final, junto al imbatible Marchesín, quien tranquilamente puede ilusionarse con jugar el Mundial venidero, el Cali
Izquierdoz -de gran segundo tiempo- y el crecimiento del Pulpito y de
Romero, más los del fondo, Lanús impuso superioridad entre los
quince y los treinta del complemento, pero no lo pudo cerrar con otra
conquista que claramente mereció, y como suele ocurrir, al final lo
sufrió mas de la cuenta. El técnico granate supo advertir la trampa de su oponente, que le dejó la responsabilidad de facturar
tantas ventajas, una de las cuestiones que más suele complicar a
los favoritos cuando son locales. Lanús pudo desactivar la bomba de
Gareca y sumar la tercera victoria en tres presentaciones, ocho goles
a favor y el arco invicto. Guillermo fue el que apagó el reloj.
Mentiría si
negara que el trámite equilibrado del partido resultó un alivio
para varios que sospechamos que estamos ante un gran momento de Lanús,
que las diferencias que está marcando el equipo en la cancha son
muy profundas, que el horizonte se ofrece auspicioso y despejado a la
vista, y que sin embargo no nos queremos aventurar en los sueños,
como si temiéramos que en cualquier momento la luz de la cámara se
va a apagar, y que alguien de la producción va a anunciarnos que se
trataba de una jodita de Tinelli. No señor. A medida que sigue
sumando de a tres, más nos vamos convenciendo que el equipo del
Mellizo no es ninguna joda.
marcelocalvente@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario