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lunes, 29 de septiembre de 2014

La fortaleza de una fiesta


Me resulta imposible contar un encuentro tan importante como el que acaban de animar Lanús y River, que culminó empatado en un gol, sin hacer una primera referencia al imponente marco que entrega últimamente La Fortaleza en cada presentación del equipo. En coincidencia con el mejor momento de su vida institucional y deportiva, los granates se preparan para celebrar cien años de vida, repasando y honrando la memoria de las glorias pasadas, y también de las derrotas y los sinsabores. De los despojos y los perjuicios de parte de la Asociación -hija de su- Madre. No solo el espectacular recibimiento del equipo, también el respeto de los rivales y la atención de la prensa dimensionan y resaltan el que tal vez es sea el mayor milagro del fútbol argentino a nivel clubes. Este enorme Lanús campeón sudamericano e instalado en el tope de todas las tablas del fútbol argentino y mundial, los resultados y no la opinión de nadie indican que es el 4º club del mundo, el mismo Lanús del descenso del 49, el de Los Globetrotters y Los Albañiles, el que perdió la final con San Telmo, el que jugó tres años en la “C”, el mismo que jugó con Piraña, no deja de asombrarme. Y no me puedo olvidar de los que se rieron de mí hace diez años atrás, cuando afirmé muy seriamente y con argumentos que esto iba a ocurrir.

Lautaro Acosta, figura de Lanús ante River
River arrancó este campeonato con un andar casi perfecto, imponiendo clara superioridad sobre todos losla Copa Argentina, y un partido postergado ante Arsenal que terminó en empate, que sumado a esta igualdad en Lanús le impidieron cortarse. Sigue en punta, pero acosado por Lanús y Newell’s y no tan lejos de los demás. El muñeco Gallardo sabía que sus jugadores llegaban agotados, sabía que el próximo domingo recibirá a Boca, pero también sabía que Lanús es uno de los rivales a vencer, que una derrota en el sur podría ser el principio del fin del sueño de campeón. Por eso puso a los titulares, salió a ganar, y dominó durante los primeros treinta minutos, cuando el físico lo acompañó, hasta que ese dominio se hizo estéril, el local  le empezó a ganar las divididas y lo agarró en una contra fenomenal, donde el entendimiento de la dupla ofensiva que conforman Acosta y Romero, algo que venimos señalando desde el partido con Racing, fue el factor principal del gol marcado por Acosta a los 36 minutos. En la jugada coinciden la salida clara de Ayala para Romero, el Laucha volviendo a ponerse habilitado después de haberse pasado en el pique inicial, Romero haciendo la pausa, muy perspicaz, y entregándole la pelota entre líneas en el momento justo para que Acosta quede en posición de remate de primera, a un solo toque. La maniobra fue hecha con gran precisión y a velocidad supersónica. Esa es la carta ganadora de Lanús. El problema es que Gómez sigue siendo un problema, aunque la buena noticia es Braghieri mejoró.
equipos que enfrentó. Llegando a la mitad del torneo, con un plantel integrado por jugadores conocidos que nunca han tenido un nivel así, como Funes Mori, Maidana, Sánchez, Rojas, Vangioni, Poncio, Mora y Teo Gutiérrez, estaba a un paso de sacar seis puntos de ventaja, algo que hace mucho no ocurre en el fútbol patrio. Se trata de un plantel corto que debió afrontar en simultáneo

El complemento se jugó en un ring donde la potencia y la pierna fuerte imponían condiciones. River no encontraba el camino del descuento, seguía perdiendo las divididas y los quince finales eran el segmento propició para que Lanús lo defina con otra contra letal. Pero a los 25’ Teo Gutiérrez dominó en tres cuartos con demasiado tiempo y terreno -el “Problema Gómez” sumado a la ausencia de Somoza- y un tiro que era papita pal loro para Marchesín se desvió por un roce maléfico en la cabeza de Braghieri, marcando el empate que sería definitivo, en un encuentro muy peleado pero con pocas situaciones de gol, donde el resultado se ajusta a los merecimientos. Lanús no lo pudo alcanzar, pero acortó diferencias y se mantuvo en carrera. Los dos tendrán compromisos difíciles: El Grana viaja a Rosario para enfrentar a un Central lleno de dudas, donde algunos referentes no coinciden con la forma de jugar del entrenador Miguel Ángel Russo, y con un público multitudinario que empieza a manifestar su descontento. No parece ser un mal escenario para imponer condiciones. River recibe a Boca, y nunca nada está dicho antes de jugarse un superclásico, una victoria puede ser el combustible anímico que parece estar faltándole a sus jugadores para seguir rumbo al título, la derrota un baño de realidad, el despertar de un sueño de campeón holgado, un imposible del fútbol de por acá, la conformación de un bajón y hasta el inicio de una crisis futbolística.

La mayoría de las instituciones argentinas han cumplido cien años en medio de enormes problemas institucionales, económicos y deportivos, algunos son vecinos y adversarios acérrimos, y todos han festejado su centenario, un tiempo que contiene una historia muy querida para los socios y simpatizantes de cada entidad. En mayo de este año, Lanús ocupó el cuarto lugar del Ranking Internacional de Clubes de la FIFA, detrás del Bayern Munich, el Athlétic y Real Madrid y por delante del Barcelona de Messi y sus muchachos. Vélez en el puesto 20 y San Lorenzo en el 23, los argentinos mejor ubicados que aparecen en la tabla. No lo digo yo, ni el jefe de la barra brava granate, ni el cobrador del club, lo dice la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS) en su página http://www.iffhs.de/cwr-may-2014/. De aquí al día de su cumpleaños, Lanús está a cuatro rivales de ganar nuevamente la Copa Sudamericana, y a diez partidos de lograr el título de Primera División que está peleando palmo a palmo con River. Independientemente de los resultados que obtenga de aquí a fin de año, la fiesta ya se está viviendo en cada presentación de Lanús en La Fortaleza, y la del 3 de enero de 2015 va a ser una jornada inolvidable.

Marcelo Calvente



lunes, 22 de septiembre de 2014

Virtud y convicción


Es cierto que en el fútbol argentino cualquiera le puede ganar a cualquiera, siempre y cuando se cumplan algunas premisas Para lograr una victoria siendo punto hay que tener algún atributo táctico-técnico para aprovechar las ventajas circunstanciales que siempre otorga el que ataca. Quilmes, al menos el equipo que enfrentó a Lanús, no tiene con qué hacerlo. Es el producto de una decisión valiente y oportuna de la entidad cervecera, que teniendo en cuenta que en este campeonato no hay descensos se desprendió de futbolistas caros para probar suerte con profesionales de menor cotización y el material de la cantera. Es una decisión que no se puede tomar sin el consenso que se logra difundiendo con claridad el plan entre los socios, que es lo más difícil de conseguir. En Lanús pasó por última vez gracias al impresentable de Pipo Gorosito. Todo Lanús pedía su renuncia, pero sólo la conducción, los socios más cercanos y mejor informados, y Ramón Cabrero, el hombre elegido para suplirlo, conocían bien de cerca el potencial de la mejor camada de la historia del fútbol amateur de Lanús. Debajo de Fioretto, Marini, Carreño, De Bruno, Román Díaz y Ceballos estaban Archubi, Fabbiani, Aguirre y Manicero. Detrás de ellos Valeri, Fritzler, Lagos, Leto y Biglieri. En la séptima jugaban Blanquito, Lautaro y el Pulpito González, y en la octava Salvio y Guido Pizarro. No es fácil ni frecuente tener tanto oro en la cantera. Este mismo plan que hoy intenta copiar Quilmes y la mayoría de los clubes de primera, a Lanús le significó el título de Campeón del Apertura 2007, varias participaciones internacionales, y una verdadera fortuna que cambió para siempre la historia de la institución. Quilmes no insinuó tener demasiado. En la misma están Godoy Cruz, Defensa, Tigre, Banfield, Gimnasia, Olimpo, Belgrano, Rafaela y Arsenal. Con algo más de plantel, Independiente, Estudiantes, Central, y Racing no terminan de diferenciarse. Por primera vez en mucho tiempo, antes de iniciar la 9ª fecha del Torneo, es claro que de no aparecer un émulo de Ramón Cabrero, solo una minoría de los 20 competidores se puede ilusionar con el título: River, Lanús, Newell’s, con menos perspectiva Vélez, Boca y un San Lorenzo que se relajó demasiado.
  
Después de un arranque preocupante e irregular, mejorando tanto en lo físico como en lo que respecta a la motivación y el compromiso, el plantel recobró el perfil de equipo ganador, y se sacó de encima el fastidio por las derrotas del inicio de semestre. Marchesín volvió a ser casi invencible; Araujo, Velázquez, Somoza y el Pulpito recuperaron su nivel, y Ortiz sorprendió con un par de buenas actuaciones. Guillermo está esperando la recuperación de Silva, Melano, Junior Benítez y Ayala, y de a poco, muy de a poco, se van asentando los dos centrales. Con el Pelado Silva en el banco, Lanús creció en ofensiva con el entendimiento de Lautaro Acosta y Silvio Romero, perforando a las defensas rivales con pelota dominada y toque corto en velocidad al corazón del área. Para que así ocurra es necesario que los volantes dominen la pelota en campo contrario, para lo cual es indispensable que los dos centrales se paren en las proximidades de la línea de medios. Por momentos, cuando el rival no presiona, lo consiguen, y Lanús entrega lo mejor de sí; pero cuando lo atacan, como Olimpo en el final, Racing en el arranque, Banfield por momentos, y también Quilmes, a los ponchazos, en las dos primeras mitades de cada tiempo, Gómez y Braghieri vuelven a retroceder mal, a perder marcas, a ceder espacios de más, y a rechazar pelotas cortas y hacia el medio, todo en las cercanías del área de Marchesín. Ese retroceso –temo cansar de tanto decirlo- arrastra también a los laterales y volantes, y entonces los dos de arriba están condenados a correr envíos largos y a dividir. Son las dos caras de esta versión de Lanús, sin Goltz e Izquierdoz.   

Sin mucha claridad, aprovechando este defecto repetido de la  visita, Quilmes creó algo de peligro en la etapa inicial, pero se desmoronó con el inexistente penal sancionado por Pitana que Romero no picó. Al reponer, el local perdió la pelota y se metió un gol en contra. También lo intentó en la primera mitad de la parte final, pero chocó con Marchesín y el travesaño, y pronto volvió el desaliento. En los últimos quince minutos Lanús lo bailó y debió convertirle dos o tres goles más.

El domingo visita La Fortaleza el mejor equipo del torneo. Su andar no se puede cuestionar, los números son elocuentes: después de un pálido empate en el Bosque ante Gimnasia, River ganó todo lo que jugó, varios por goleada, 19 goles a favor y sólo 3 en contra en 7 encuentros disputados. Pero no hay que olvidar que hemos conocido otras versiones de cada uno de sus jugadores. Lo que pone al equipo de Gallardo por encima de los demás es la motivación. Corre más, presiona mejor, la fortuna sopla a favor y las cosas le salen bien porque los jugadores están muy enchufados. River expuso claramente sus atributos: el gran momento de Teo y Mora arriba, más Pisculichi, con Vangioni y Sánchez ganando por afuera, y la firmeza de la zaga central. Nada que no sea conocido. Nunca lo atacaron como lo puede llegar a hacer Lanús si le gana la pelota en el la zona media, si no se estira, y sobre todo si no se descalabra la dupla central y se cubren correctamente las espaldas de Araujo y Velázquez. Con espacios, River lo puede complicar por las bandas. Resulta increíble la tonta manera en que recibió Somoza su quinta amarilla. A Guillermo le va a costar reemplazarlo, y no debe equivocarse en la elección. El choque será entre dos equipos con diferentes virtudes, pero que juegan con la misma convicción. Dos que saldrán a buscar la victoria porque se sienten un escalón arriba del resto, y que saben perfectamente que enfrentan al rival a vencer.  

Marcelo Calvente


lunes, 15 de septiembre de 2014

Un clásico y tres imágenes


La imagen de la vuelta del clásico del sur, la del principio, fue una pintura de la situación. La hinchada granate no venía muy conforme que digamos con el vertiginoso arranque del semestre: El debut con dudas ante el Mineiro en casa por la Recopa, la enorme victoria obtenida en la revancha que lo llevó a un alargue que insólitamente perdió cuando todo estaba para ganarlo, el viaje a Japón, donde fue derrotado por un equipo de tercera categoría, la eliminación con Colón por la Copa Argentina y no encontrar regularidad durante las cinco primeras fechas del torneo de AFA, es motivo más que suficiente como para preocuparse. Los propios futbolistas, con sus actuaciones deslucidas, han venido demostrando su fastidio por este arranque. Lanús venía de vencer a Racing en Avellaneda con una leve mejoría en el juego y un enorme amor propio, y de visita venía Banfield, el clásico que ya se empezaba a extrañar. Siempre es bueno tener un rival, y mejor es vencerlo. Su descenso fue una noticia que los granates celebraron, pero es necesario que el descendido vuelva; si no vuelve más, ¿a quien vas a cargar, a quien le vas a gritar los goles en la cara? Por eso Lanús llenó La Fortaleza, para volver a ganarle a Banfield por tercera vez consecutiva, y para festejar la vuelta de su rival a primera. La imagen del principio fue una estremecedora muestra de confianza de la gente granate, de la grandeza y la vigencia del Campeón de la Sudamericana, un recibimiento a la altura de uno de los mejores equipos del continente, y un volvernos a ver con el rival y comprobar como anda cada uno. A la imagen del principio sólo le faltó el público de Banfield.

La imagen del partido fue la de la lucha. Un encuentro de pocas situaciones de gol, pero  jugado a muerte en cada pelota, donde los dos dieron señales de fiereza. Esa lucha fue zanjada con el gol granate. Al tener que defender esa ventaja, Lanús siguió jugando fuerte, pero Banfield entró en el descontrol y terminó con nueve, con el arquero haciendo un papelón. Hasta el gol de Romero, coronando una salida clara de Araujo para Braghieri, que intentó un remate al arco que devino en fortuito pase gol, con un toque certero de Acosta para el Chino. Iban2’ minutos del complemento. En la parte inicial el Grana no había inquietado, y aunque Banfield dispuso de dos situaciones de gol, el local había logrado dominar el medio campo y ganar las pelotas divididas. La superioridad la impondría después del gol, soportando sin errores el confuso pero intenso despliegue ofensivo de la visita, y respondiendo con profundidad, repitiendo la formula conocida. Pelota que llega clara desde el medio, pase de Ortiz a un lado del área, desequilibrio en corto de Acosta y toque de primera para la sincronizada llegada de Romero para marcar con el arco vacío. El cordobés la recibió un poquito atrás y se quedó sin recorrido para pegarle fuerte, le puso el pie, y resultó un trampolín para que la pelota salte sobre el travesaño. Romero se perdió liderar la tabla de goleadores, y un gol de esos que integran el ranking del año. Como siempre ocurre cuando no se puede ampliar la ventaja como se merece, llegó la hora de sufrir para los granates, “a ver si en el final, éstos…”


El propio Banfield se encargó de impedirlo. Sus jugadores se entregaron antes de intentarlo, perdieron la sensatez, se quedaron con nueve y se llevaron una derrota dolorosa en una jornada de muy profusa cobertura periodística. Volver siempre cuesta. Los futbolistas granates jugaron este partido de una manera especial. Necesitaban ganar así, necesitaban volver a creer en si mismos. Hubo rendimientos individuales muy destacados. El de siempre, Agustín Marchesín, sacando las que van adentro; Araujo dando lección de su materia, la marcación de punta; Velázquez aportando su pase claro y su presencia, Ortíz conectando el medio con el ataque, entregando la pelota con notable precisión, y Acosta y Romero anunciando que juntos son dinamita, sobre todo si se juntan cerca del área. Y hubo mejorías también para celebrar, como las de los dos centrales, que esta vez no desentonaron, como las de Somoza y el Pulpito, que recobraron intensidad y se los vio más metidos en el partido, la imagen de buen equipo en general. De equipo armado, que tiene pronto que revalidar su condición de campeón de Sudamérica, y que mientras tanto se convierte en candidato con una victoria muy celebrada por sus hinchas. En síntesis, aquella imagen tan conocida de diciembre último.

El final fue una postal del fútbol, de la victoria y de la derrota . Una verdadera multitud celebrando el triunfo ante el más rival de los rivales, y el equipo festejando la recuperación de su espíritu de tal, con los recambios adaptados y una ofensiva que ilusiona con volver a las fuentes, a Cejas y Lugo, a Silva y Acosta, a Huguito Morales e Ibazaga, a Blanquito y el Pelusa Valeri, duplas capaces de quebrar al rival con pelota al pié, velocidad  de maniobra y entendimiento mutuo, la estirpe natural del fútbol granate de toda la vida, a la que tal vez el entrenador pueda sumarle a Silva cuando el pelado recupere su verdadero nivel. La imagen del final es la de una hinchada que recobró la confianza en su equipo, y la de un equipo orgulloso del aliento de su gente y de jugar en un club como Lanús, donde todo está en su lugar, donde no hay excusas. La imagen del final es la que hay que consolidar en Quilmes con otra victoria, para después intentar frenar la marcha de River y meterse en la pelea decisiva del torneo de AFA, para seguir proyectándose en el ámbito internacional y tratar de mantener la Copa Sudamericana en sus vitrinas. Pero a decir verdad, al partido le faltó la vuelta a casa de la gente de Banfield bajo la lluvia, sufriendo la derrota y percibiendo de la manera más cruda lo mucho se han profundizado las diferencias.

Marcelo Calvente

sábado, 13 de septiembre de 2014

Clásico y moderno


A fines de siglo XIX, los territorios de Barracas al Sur eran enormes estancias dedicadas a la lana, al cuero, a la carne, zonas rurales que no nacieron con el ferrocarril. El tren llegó a esta parte del mundo en 1865 para facilitar las comunicaciones con las principales villas unidas por la línea férrea, en las que convivían criollos y descendientes de ingleses, vascos, gallegos, franceses e italianos. El ferrocarril las convirtió en ciudades. Lomas de Zamora fue el pueblo de la aristocracia ganadera, Banfield el de los funcionarios de la empresa ferroviaria y Remedios de Escalada, zona de talleres, el de los trabajadores especializados. Hasta que a Gaebeler se le ocurrió lotear Villa General Paz en 1888, Lanús era todo campo

Huguito Morales hizo dos goles en el 4 a 0 del 96.
Es difícil saber si la zona sur se hubiese desarrollado de igual modo de no haber existido la epidemia de fiebre amarilla que asoló a Buenos Aires en 1871, y que puso pies en polvorosa a los ricos de la ciudad. Muchos de ellos se afincaron en la zona de Banfield, y levantaron algunas de las hermosas y señoriales casonas que aún adornan sus calles empedradas. El Banfield Athletic Club nació en 1896 como la entidad deportiva de esa burguesía del naciente granero del mundo afincada en torno a la estación, con mayoría de ingleses ricos, y participó con escasa suerte en la prehistoria del fútbol, cuando el líder absoluto del nuevo deporte era su vecino, el Lomas Athletic Club. En 1904 fue refundado y castellanizado su nombre como Club Atlético Banfield, con dirigentes y deportistas de apellidos británicos fue partícipe de los torneos de principios de siglo, cuando el fútbol argentino empezaba a dejar de ser inglés.

En 1910, en los alrededores de la estación Temperley, la terminal del primer tendido ferroviario, jugaban al fútbol un grupo de jóvenes descendientes de italianos que fundaron un club con el poco original nombre de Centenario. Pasó a ser Temperley en 1921, cuando ya militaba en las divisiones menores de la Asociación. En el 35 se sumó a los torneos de ascenso del profesionalismo, y allí permanecería hasta 1974 cuando logró el primero de sus dos ascensos a la división mayor. En 1917, en el centro de Lomas, se fundó Los Andes. Eran hijos de tamberos ricos, que nada tenían que ver con la aristocracia de la zona, que lograrían jugar en intermedia recién en 1925, y llegará por primera vez a la división superior en 1961. El club Los Andes nació como acérrimo rival de los dos clubes ingleses que existían, pero Banfield pronto se iba a distanciar.

En 1906 se labró el acta de fundación del club de los vecinos de los Talleres de Escalada, el pueblo de mayor impronta ferroviaria de la zona sur, una mezcla de gringos y criollos, el Talleres United. Football Club, que ascendió a primera división en 1925, y que sería uno de los 18 clubes fundadores del profesionalismo, al igual que su vecino, el Club Atlético  Lanús, el de los pitucos de Villa General Paz, esos que nunca habían agarrado una herramienta. La existencia de ambas instituciones, desde la fundación de Lanús en 1915 hasta 1934, estuvo signada por una enconada rivalidad. Ese año, la nueva AFA iba a mostrar la hilacha: para apartar a seis clubes chicos y de menor convocatoria, los dirigentes de la Asociación descienden por decreto a Tigre y a Quilmes, mientras que obligan a fusionarse a Atlanta y Argentinos por un lado, y a Lanús y Talleres por el otro, una medida absurda y muy resistida que no hizo más que acentuar el encono. Aquella rivalidad va a palidecer con el tiempo. Talleres descendió en el 38 y nunca más volvió a jugar en primera, en cambio el Granate permaneció en la máxima categoría en 61 de las 83 temporadas disputadas desde la creación del profesionalismo hasta la fecha. Cerca está El Porvenir, que no tiene rivalidad verdadera con ninguno de los dos, porque nació en 1915 en la barriada del mismo nombre, en la calle Galicia y Humberto 1º, que siempre perteneció a Avellaneda, y que por esas cosas del destino se afincó definitivamente en 1971 en un terreno cercano en Gerli, lindero a las vías del Ferrocarril, que a partir de la autonomía obtenida en 1946 pasó a pertenecr al distrito de Lanús. Alguna vez el Granate debió enfrentar a estos dos equipos, que siempre le resultaron escollos duros, pero con el paso de los años las diferencias deportivas que le sacó a ambos lo llevaron a transitar otros caminos: Lanús, como un club de primera, Talleres y El Porvenir buscando su destino en los torneos de ascenso, como Temperley y Los Andes. 

La rivalidad entre Banfield y Lanús no es antigua, hay registro de sobra de una amistad que duró hasta finales de los años 70, cuando el Grana desbarrancó a la “C”, para retornar con gloria y establecerse definitivamente en primera a principios de los 90. Es producto de ese distanciamiento de ambos respecto del resto de los clubes de la zona, la rivalidad que se disparó en los ochenta, y que las nuevas generaciones hicieron propia. Una rivalidad absolutamente lógica: Uno nació aristocrático, bien inglés, en un barrio que no perdió esa prosapia pese al tiempo transcurrido. El otro de una juventud de clase media acomodada, profesionales, comerciantes, gente de la política y la manteca al techo, vascos cabezaduras que terminarán conformando un club identificado de manera absoluta y como ningún otro, con su inigualable y divino color granate a la proletaria ciudad que creció a su alrededor. La contradicción los hermana. Son clubes que viven el deporte del mundo del revés. Los ingleses de Banfield y su historia largamente centenaria, una vida pegándole de punta y para arriba. Los humildes trabajadores de los barrios de Lanús, Villa Obrera y Monte Chingolo, y el eterno culto al fútbol elegante, de galera y bastón.

Casi dos años y medio después del último enfrentamiento, Lanús y Banfield vuelven a chocar en La Fortaleza, el mismo escenario en el que con victoria granate por dos a uno, ambos adversarios se despidieron para no volverse a ver hasta mañana a las 15:15. Faltará el colorido de la tribuna visitante, y será una circunstancia que puede jugar a favor de alguno de los dos. Lo único que importa es que por fin vuelve el Clásico del Sur. Lo estábamos extrañando.

Escuchá a Huguito Morales recordando viejos clásicos ante Banfield.

Escuchá al uruguayo Gilmar Villagran que revive algunos goles ante Banfield y palpita el que se viene.

Escuchá a la Urraca Armando González que pide llenar la cancha mañana.



Marcelo Calvente


lunes, 8 de septiembre de 2014

Fútbol raro


Es raro el fútbol argentino, Rafaela le hace 3 a Boca en la Bombonera, Independiente aplaude el esfuerzo y convierte en ídolo a Mancuello, y en una sola fecha, son expulsados cuatro jugadores por agresión a un rival –Prichoda, Borja, Galmarini y Centurión- los dos primeros antes de los 30’ del primer tiempo, más Diego Vera y Cillis, por exceso verbal estando amonestados, seis profesionales que ganan mucho dinero, actuando con la irresponsabilidad de un chico en el potrero, dejan a su equipo con diez y lo condenan a la derrota, además de recibir una suspensión y resignar el puesto cada uno de ellos. Marco esto porque me llama la atención que cosas así se tomen con naturalidad por periodismo y público, aunque seguramente cada entrenador pensará muy bien antes de volver a confiar en ellos. Todo muy extraño. Lanús volvió a la victoria en Avellaneda sobre Racing por 3 a 1, después de un arranque en desventaja desde el segundo minuto de juego. Sin brillar, metiéndose demasiado atrás para defender, pero corriendo y poniendo como hace mucho no lo hacía, Lanús sumó tres puntos muy importantes de cara al clásico del próximo fin de semana y lo que resta de torneo. Y lo más raro de la tarde fue que por primera vez en mucho tiempo, el árbitro de turno, Andrés Merlo, de flojo arbitraje, no lo perjudicó.

El Pulpito González la clavó al final del primer tiempo
Lanús salió a enfrentar a Racing con tres cambios en la defensa, más las salidas de Silva y el paraguayo Ayala, y el comienzo fue de la peor manera. Ante la pasividad de Monteseirín, Ortiz y Somoza, entregando demasiados metros a sus marcas, Hauche buscó la espalda de Pinto, metió la diagonal de derecha a izquierda, y con toda la libertad de movimientos puso el pase en cortada para Centurión, a quien el Pipi Araujo descuidó. Lanús había perdido la oportunidad de jugar con la desesperación del rival. Y hasta los  30’, en un partido de lucha y pierna fuerte, Racing fue superior. Pero en los quince finales el Granate empezó a responder, y en un centro al área, Gastón Díaz saltó con las manos extendidas, casi como un arquero. En la cancha supuse que no había sido intencional, que no me canso de repetirlo, es lo único que el juez debe tener en cuenta al juzgar, pero en la reiteración televisiva se observa claramente la diferencia entre una pelota que rebota contra una mano -dos veces había sucedido eso en el área de Lanús, y Merlos correctamente las ignoró- y cobró como debía la de Díaz, donde ocurrió todo lo contrario: claro penal, que Romero picó a sangre fría y marcó un empate que hasta ahí era negocio para la visita. Pero Racing se desesperó, perdió la rigurosidad defensiva que había tenido hasta el empate, y sobre el final de la etapa fue el equipo de Guillermo quien atravesó la puerta del área de izquierda a derecha, donde el Pulpito, llegando de atrás con tiempo y espacio, metió un derechazo inatajable a media altura contra el palo derecho de Saja.

El segundo tiempo ganó más aún en dramatismo, y el Cilindro fue un infierno. El técnico local, pésimo declarante acerca de la importancia de perder un clásico antes de jugarlo, y el árbitro Merlos, que en el primer tiempo perjudicó al local en una sola oportunidad -falta del Pulpito sobre Centurión en el área que no sancionó penal, como hubiese correspondido- se llevaron todas las puteadas. Lanús ahora sí trató de ajustar el retroceso, y la respuesta defensiva fue mejor, pero hasta los treinta, nuevamente fue Racing el que creó peligro, y bien lo pudo empatar en dos cabezazos de Lollo casi calcados y un remate de Aued, que Marchesín sacó del ángulo. El clima y el resultado sacaron a los futbolistas locales, y a cinco del final, cuando ya Lanús contragolpeaba con más espacios, Centurión metió dos trancazos, estando amonestado por sacarse la camiseta en el gol, y se fue a las duchas. El final fue la larga corrida de Romero, mano a mano con Videla, a quien eliminó con un cambio de paso hacia fuera, y ya sin fuerzas remató contra el cuerpo de Saja, que estuvo un tanto lento para levantarse. El delantero cordobés llegó antes al rebote, metió un buen amague que volvió a desparramar al arquero, y con un toque a la red se transformó en la gran figura del partido.

El técnico local hizo un nuevo papelón a la hora de hablar con la prensa. Fue raro;  avisando que no respondería preguntas, Diego Cocca salió con un emotivo pedido al supuesto poder oculto que tanto está perjudicando a Racing que por favor no lo haga más, y se marchó. Una pena, hubiese sido enriquecedor una enumeración minuciosa de los fallos arbitrales perjudiciales que sufrió su equipo, uno imagina que eso es lo que le hubieran  preguntado los periodistas. De todos modos, la hinchada de Racing se va a olvidar más rápido del árbitro que de las declaraciones de Cocca previas al clásico que perdió hace siete días. Sólo lo salva ganar el título, y parece difícil que obtenga el crédito necesario como para intentarlo.   

Por ahora, con casi un tercio de las jornadas disputadas, el pulso del torneo lo marca River (16 puntos), que parece estar un escalón arriba de todos los demás, pero que tendrá que rendir cuentas físicas en la triple competencia, obstáculos con los que puede tropezar. Lo siguen Vélez (13), Newell’s e Independiente (ambos con 12) y enseguida, junto a Central, se ubicó Lanús con 10 unidades. Es difícil saber si la victoria es el resultado de una superación individual de sus jugadores, si el entendimiento colectivo es lo que mejoró, o si fue la pobreza espiritual del adversario lo que facilitó las cosas. Lo cierto es que cuando aparecen las dudas en el juego y las diferencias internas, las victorias ayudan a zanjarlas. El desafío mayor lo tiene en siete días, cuando reciba a Banfield. Y no sería nada raro que de ganar el clásico en La Fortaleza puede encontrar el despegue definitivo, y recuperar el único objetivo posible para un plantel de su calidad: la lucha por el título.

Marcelo Calvente

sábado, 6 de septiembre de 2014

Guillermo pateó el tablero

Lanús entrenó de cara al partido ante Racing y el técnico paró un equipo con varios sorpresas. En defensa debutaría el juvenil Marcos Pinto. Vuelve Ortiz por Ayala y Astina irá en lugar de Silva.

Silva va al banco y lo reemplaza Astina. Romero irá de 9.
El Granate practicó ésta mañana pensando en el partido de mañana a las 17.15 horas ante Racing en Avellaneda con arbitraje de Andres Merlos. Guillermo paró un equipo en la cancha de cesped sintético y hubo varias sorpresas. En defensa sin Gustavo Gomez en la selección paraguaya y con Braghieri y Velázquez lesionados los titulares serían Matías Martinez, Monteseirin y el juvenil de 20 años Marcos Pinto que debutaría en Primera. En el medio probó con la vuelta de Ortiz por Ayala y adelante Silva saldría del equipo y en su lugar estaría Marcos Astina. De ésta manera Romero iría de 9.
Hoy los 11 fueron: Marchesin; Araujo, Matías Martinez, Monteseirin y Pinto; Diego Gonzalez, Somoza y Ortiz; Astina, Romero y Acosta. Ademas concentraron Ibañez, Pasquini, Ayala, Bella, Valdez Chamorro, Melano, Benitez y Silva.

Milito desgarrado se queda afuera. En su lugar ingresa Bou.
EL RIVAL. Racing que viene de perder el clásico ante Independiente suma 9 puntos en el torneo y Diego Cocca tendrá un cambio obligado ya que Diego Milito sufrió un desgarro ante el Rojo y su reemplazante será Gustavo Bou. El equipo saldría con: Sebastián Saja; Iván Pillud, Luciano Lollo, Yonathan Cabral y Leandro Grimi,  Gastón Díaz, Nelson Acevedo, Ezequiel Videla y Ricardo Centurión; Gabriel Hauche y Gustavo Bou. Además concentraron Nelson Ibáñez, Nicolás Sánchez, Germán Voboril, Luciano Aued, Diego Villar, Marcos Acuña, Wason Rentería y Facundo Castillón.

RESERVA. El partido de Reserva entre Lanús (viene invicto con 2 victorias y 3 empates) y Racing se jugará el miércoles a las 10 horas en el predio Tita Mattiusi.

martes, 2 de septiembre de 2014

Volver a Japón


Jugando el peor partido de lo que va del semestre, Lanús empató de local en 1 gol ante Olimpo de Bahía Blanca. Poco sentido tiene ahondar en la pobre actuación del equipo. Solo decir que muchos viejos hinchas granates volvieron a sentir esa fea sensación que le dejaban los equipos de Aimar, de Chiche Sosa, del bueno de Ramaciotti. No digo que sean lo mismo, desde luego que no. Está más que claro que estos jugadores son mucho mejores, pero estar viendo un partido que sabés que tu equipo no va a poder ganar,  y en cambio sospechás que terminará perdiendo, es algo que últimamente no suele pasar. Lo que confunde es que se trata de casi los mismos muchachos que ganaban y brillaban hace menos de un año. Y en Lanús, que yo sepa, aquellos que dieron tanto son amados y respetados hasta la muerte. Ante la pobreza futbolística con que arrancaron este semestre, resulta odioso repetir todo aquello que no ayudó a un comienzo mejor. Basta resumirlo.

En primer término, el tema de los centrales. Hasta hoy, hay coincidencia de que no están a la altura de lo esperado. Es fácil criticar y señalar que podrían haber traído alguno de mejor presente. De afuera es sencillo opinar, pero la verdad es que comprar jugadores siempre fue una lotería. Hablar del largo del equipo, de la falta de gol, del calendario infernal que tuvo que afrontar hasta hoy sería ser reiterativo, pero no lo es recordar que el arranque fue ni más ni menos que contra el Mineiro, ni que se tuvo el coraje para lograr un triunfo histórico en Belo Horizonte, tanto como la torpeza para hacerse dos goles en contra y perder en el alargue. Teléfono, don Guiness. Cuatro días después  perdió con Colón, y la derrota fue en parte un alivio, una competencia menos que afrontar. Pero la Suruga Bank, con un poquito más de suerte, debería estar descansando en las vitrinas del club. Por eso, para encontrar respuestas, hay que volver a Japón.

Seis días después de la derrota ante el Kashiwa, Lanús venció ajustadamente a Belgrano en Arias y Guidi sufriendo en el final. “El hincha de Lanús está preocupado. Sabe que el bajón futbolístico del equipo continúa pese a la ajustada victoria, y sospecha que la tarea de recuperación del nivel será ardua y dificultosa” escribimos en este mismo espacio sobre ese partido. Apenas cinco días después, el 16 de agosto, Lanús cayó en Rafaela por 2 a 1, y entonces señalamos que “…volvió a perder en la perla del oeste santafesino ante otro flojo rival, un elenco indudablemente inferior en cuanto al poderío individual que lo venció por dos goles a uno, manteniendo todos los interrogantes de un semestre que no arrancó de la mejor manera para el equipo de Guillermo Barros Schelotto, uno de los planteles más cotizados del continente…”. Enseguida llegó la victoria ante Estudiantes. El comentario sobre ese partido comienza diciendo: “Lanús volvió a la victoria, y fue con justicia, aunque tuvo la suerte que tantas veces le faltó. Venció merecidamente a Estudiantes por 2 a 1, un rival que últimamente se le había tornado difícil de superar. Lejos estuvo el equipo de Guillermo de sus mejores brillos, es lógico, todavía está en etapa de recuperación de la línea futbolística perdida, y aún no se han logrado insertar en el funcionamiento colectivo los recién llegados”. Lo derrota en Vélez que siguió, tanto como el empate de hoy, está más fresco en el recuerdo. En Liniers se mereció otro resultado, pero se empezó a notar un cierto desaliento. Y hoy lo de Lanús fue alarmante, sobre todo si advertimos la poca convicción de la gran mayoría de los futbolistas a la hora de ofrecerse como alternativa de pase. Lanús fue levemente superior en la etapa inicial, pero se desmoronó en el complemento, y a juzgar por el sufrido final, el pitazo de Penel resultó una buena noticia.

Guillermo, expulsado por retornar tarde del descanso
Muchos sabemos que en Japón hubo una discusión entre el cuerpo técnico y algunos futbolistas que terminó en desacuerdo. Resulta que los jugadores elevaron su queja por una práctica realizada por Valdecantos bajo el sol del verano nipón, a poco de bajados del avión. El cuerpo técnico desestimó esos argumentos. Sabemos de esto desde que ocurrió, antes del partido ante Belgrano, en el que tomamos nota de dos cuestiones: Por un lado la salida del equipo del capitán, sobre todo porque Velázquez negó estar cansado o golpeado; y por el otro, los cantos hirientes y el sugestivo trapo que colgó la barra con la frase “Jugadores Mercenarios”, que de inmediato fue reprobada por la mayoría de los hinchas presentes. No lo mencionamos entonces porque jamás un cambio de opiniones entre jugadores y cuerpo técnico resulta preocupante. El tema es que pasan los partidos y nada volvió a ser como antes. Y como el Club Lanús cumple sus compromisos puntualmente, lo menos que merece es que cada uno cumpla con su obligación de la mejor manera posible.

A todos nos gustan los futbolistas que además de tener talento, dejan la vida en el campo de juego. Y todos respetamos a los técnicos que hacen trabajar duro a sus dirigidos. Pero a la hora de afrontar el mal momento no sería justo que se desoiga la voz de quienes son el principal patrimonio de la institución. Sobre todo si tenemos en cuenta que en su larga y reconocida trayectoria profesional, la tarea física ordenada por el profesor ha sido considerada como de excesivo rigor por más de uno de sus entrenados. Nada indica que la diferencia de Japón no sea un tema solucionado, sobre todo si tenemos en cuenta que ninguna de las partes lo ha expuesto públicamente. Pero ante la profundización del bajón del equipo nos parece necesario plantear esta situación. Por lo menos que revisen si en verdad no quedaron resquemores, y si alguien tiene algo que agregar a la cuestión. De no ser así, es hora de trabajar más que nunca para recuperar el rumbo perdido en el torneo local, y salir a defender a muerte el título internacional que han obtenido hace menos de un año de forma tan justa y brillante. Porque para el hincha y el socio, el bien del club siempre está primero.

Marcelo Calvente