Todo pintaba de la mejor manera. Lanús tenía que ganar para subirse a la punta, y superaba a Godoy Cruz con cierta suficiencia. Había abierto el marcador a los 40 minutos del primer tiempo,
después de muy buenas combinaciones de ataque, con Romero, Acosta y un renovado
Pelado Silva bien afilados. Estamos en el arranque del complemento, cuando Silva marca el
segundo, luego de una extraordinaria jugada colectiva entre los tres de arriba,
iniciada brillantemente por Acosta y Romero con una pared precisa, y cerrada por el Pelado por el palo opuesto con
el arco a su merced. Iban apenas 2
minutos, y como en la semana hay que volver a jugar, Guillermo tenía que cerrar el
partido y rotar jugadores hasta el pitazo final. Pero mientras el entrenador pensaba,
su equipo en la cancha empezaba a aflojar el pie, cediendo demasiado espacio a los volantes y
delanteros rivales. Como si pensara que el partido estaba terminado, Lanús siguió
buscando el tercer gol y empezó a no volver bien. Y en cada respuesta, Godoy Cruz
encontraba más y más facilidades.
La delantera granate había sido
imparable en la primera etapa, en un partido de trámite interesante y de ida y
vuelta. Pero en el complemento no jugó con la misma intensidad, y empezó a
perder el mediocampo. Los laterales de Godoy Cruz se sumaban al ataque sin
oposición y agarraban desguarnecidos a los laterales granates. Así, los
problemas se encadenan: delanteros y volantes que no vuelven marcando, superioridad
numérica del adversario en la zona media, inevitable retroceso de los del fondo, respuestas cada vez más esporádicas, siempre largas, y su consecuente pérdida de precisión
ofensiva. Si no te avivás y equilibrás el medio, el rival te lleva por delante
como efectivamente sucedió. Lo raro es que esta secuencia no fue en los quince
finales, cuando al que pierde no le queda otra. Esto empezó a pasar a los cinco
minutos del complemento. Eso es lo llamativo, lo que hace pensar que se trató
más de relajación que de cansancio, más por defección propia que por virtud del rival.
No es la primera vez que Lanús no puede sostener una doble ventaja para llegar
al cierre sin sufrimiento. Las primeras dos victorias granates, ante Belgrano y
Estudiantes, fueron con parto al final, igual que ante Banfield por la 7ª
fecha. Lanús llegó cómodo al cierre ante Racing y Quilmes 3 a 1 y 2 a 0 respectivamente. River se lo empató, con Central jugó bien y
ganó con justicia pero volvió a sufrir al final. Y lo de anoche, que fue insólito. Estando 2 a 0 arriba, el
Grana aflojó la cincha cuando faltaban 40 minutos por jugar.
Silva marcó el segundo de Lanús y se sacó la mufa |
Van cinco minutos del complemento
y Somoza no hace pie, Ayala está perdido, Ortiz golpeado y fundido, se nota que no puede correr, y el fondo que deja de dar respuestas expeditivas. Al contrario, en inferioridad numérica por las bandas, aflojan las marcas y se van metiendo cada vez más cerca de Ibáñez. Cosa infrecuente, a los diez minutos, y con el 2 a 0
arriba, se impone meter dos cambios, sacar a Ortiz y a un delantero, y poner
dos volantes. Guillermo, un tanto lento de reflejos, piensa el primer cambio. Lo
más parecido a un volante defensivo que tiene en el banco es Pasquini. A los 14’ , el técnico se inclina por el Pulpito González por Ortiz, y el cambio no surte efecto. A los 15' el gordo Ramírez
marca el descuento. Carlos Mayor se da cuenta de la situación: a los 19 mete un doble
cambio ofensivo, y a los 20, uno de los recién ingresados, el moreno Ayoví,
marca el previsible empate. Y como si todo esto fuera poco, Braghieri se va
expulsado luego de tirar un planchazo brutal en la medialuna del área granate.
Guillermo duda: Todavía no resolvió el medio y ahora tiene que rearmar el
fondo. Todavía estaba en eso cuando llegó el tercer baldazo, a los 28, con un remate desde donde debía estar
quien releve a Braghieri, y donde no había nadie, con el que Aquino fusila a Ibáñez,
que en todo este breve y diabólico segmento de 25 minutos sacó un par de goles
más. Quedaban quince por jugar, a todo o nada. Ahora Lanús era pura
desesperación. Enseguida Lautaro Acosta encabeza un ataque por izquierda y le
da un pase perfecto, a media altura, para que un muy despierto Romero toque al
gol por el segundo palo, ante la mirada impotente del arquero Moyano. El empate
presagiaba más emociones. Iban 32 del
complemento y Lanús estaba nuevamente en pelea. Sin embargo, el hombre de menos
se empezó a hacer notar. Con el Laucha como abanderado, el Grana era puro
corazón pero hacía agua por todos lados. A los 40, Godoy Cruz estaba mas
cerca, el empate peligraba. Y Guillermo, uno imagina que con algo de culpa,
hizo el único cambio que podía hacer a esa altura: Sacó a Acosta, al límite de
sus fuerzas, y puso a Monteseirín para, por fin, armar la línea de cuatro y cerrar
el partido. Tarde piaste.
En una noche que empezó de la
mejor manera, Lanús terminó dejando esa vieja y conocida sensación de bronca en
sus parciales. Muchos apuntaron al entrenador por su escaso poder de reacción,
otros a la repentina falta de predisposición para la lucha de los tres del
medio, y otros a la falta de rigurosidad de los del fondo para aventar el
peligro cuando así se impone. Hubo un poco de todo. También quedó evidenciado
que el ataque granate es de lo mejor del torneo, que Acosta y Romero confirman
partido tras partido su buen entendimiento, y que Silva, además de
reencontrarse con el gol, se viene acoplando cada vez mejor. Resulta
preocupante la falta de recambio de cara a la doble competencia que se viene,
sobre todo en la zona media, donde la partida de Barrientos dejó un espacio
vacío que no pudo llenar la llegada de Bella. Cuando la noche pintaba para
fiesta terminó en fastidio, y los hinchas granates se fueron con esa conocida sensación
de frustración, porque se dejó pasar tontamente una oportunidad inmejorable y ante su público. Esa cruz que lo acompañó durante toda su existencia, de la que
nunca, ni en su hora más gloriosa, termina de despegarse definitivamente.
Marcelo Calvente
El que estuvo en la cancha sabe que se equivoco Guillermo , todos vimos como el 19 se hacia un picnic con el Pipi y generaba peligro , para mi el cambio cantado era Bella por Silva que habia hecho su gol y saldria ovacionado , cerrabas el partido y quedabas con 2 aviones para la contra y ayudabas al pipi a sacarlo del baile de su vida y al Equipo a serenarse , me extrania del meliizo que jugo en Boca y cuando te hacia un gol cerraba el partido y se paraba de contra , durmio Guillermo y fue la 2a vez en mi vida que bajo de la platea al banco de suplentes a gritarle el cambio a un DT y eramos varios y baje en el 1 2 , rescato la actitud del Equipo para empatar un partido que parecia perdido , si pasamos en medio de un partido ganando 2 0 a un 442 no se le caen los anillos a nadie , yo quiero dar la vuelta y traer la 4a estrella para el Club , Guillermo te apoyo a vos y a todo el plantel , pero hoy le erraste.
ResponderEliminar