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martes, 22 de octubre de 2019

Ángel para un final


Tras la dura caída ante San Telmo de diciembre de 1975 se hizo cargo de Lanús Osvaldo  Panzutto, un ex delantero surgido en San Lorenzo que había triunfado en Colombia y que incorporó muy pocos jugadores: Juan Carlos Nani, bahiense de Puerto Comercial, que tras dos breves pasos sin mucho éxito por Boca y Argentinos llegó para reemplazar a Manolo Silva. Además hubo recambio de arqueros: Se fueron  Dávalos y Riolfo, y llegaron San Miguel, de Platense, y Crosta, de Sarmiento de Junín. Y también llegó al club el consagrado Ángel Clemente Rojas. Lo mejor de su carrera había sido entre 1963 y 1972 jugando para Boca, donde ganó 5 campeonatos y se consagró como el máximo ídolo de la parcialidad xeneize. Su carrera se fue diluyendo antes de lo pensado. En el 72 pasó por el Deportivo Municipal de Perú donde no brilló. Volvió a Boca en el 73 y tampoco rindió. Con la vuelta del peronismo al poder, apadrinado por  el caudillo Herminio Iglesias, firmó para Racing donde jugó 17 partidos e hizo un gol, pero tampoco conformó. Según le contó Rojitas al autor de este libro, antes de los 30 había perdido las ganas de jugar. En el 75 firmó para Nueva Chicago, club dirigido por Paulino Niembro, hombre de la UOM, y a principios de 1976 firmó para Lanús, donde presidía otro peronista destacado, Lorenzo D’Angelo. El gran Ángel Clemente Rojas llegó casi en silencio porque para el mundo del fútbol era evidente que no estaba para jugar. Sin embargo Panzutto lo tuvo en cuenta en el arranque del campeonato de Primera B de 1976, que tenía como premio un ascenso a mitad de año, al finalizar la primera rueda. Su debut en Lanús se produjo el 6 de marzo del 76 en Arias y Guidi por la 4ª fecha   como titular ante Tigre, equipo al que Lanús venció por 2 a 1. Esa tarde, por ausencia de Del Río, Angelito jugó en la posición de 10 y fue reemplazado por el Cabezón Melindrez, que de penal marcó el gol de la victoria a los 33’ del complemento. Rojitas volvió a ser titular siete días después en cancha de Atlanta, en la derrota de Lanús ante Platense por 4 a 2, pero ésta vez sufrió una lesión muscular y a poco de comenzado el encuentro fue reemplazado nuevamente por Melindrez. Estuvo fuera de competencia hasta la anteúltima fecha, la 18ª, en la que Lanús recibió a otro de los candidatos al ascenso: Los Andes, que tenía una excelente delantera conformada por el Pato AImetta, el ex Granate y temible cabeceador Rubén Rojas, el Nene Juan Carlos Díaz, uno de los máximos ídolos del Milrayitas, y el ex Lanús y Banfield Daniel Cantero, hoy relator partidario del Taladro. Rojitas nuevamente fue sustituido por Melindrez, y la visita logró el empate a poco del final. En la fecha siguiente, Lanús visitó a El Porvenir con la vuelta a la titularidad de Víctor Hugo Del Río y una delantera integrada por Epifano, Nani y Rojitas como once mentiroso. Como Lanús estaba en desventaja desde el último minuto del primer tiempo, en el complemento le dejó su lugar a Dos Santos, pero el resultado no se modificó. La tabla final de la primera rueda la lideraron Platense y Tigre, con 26 puntos, seguidos por Villa Dálmine y Lanús, ambos con 24. Detrás se ubicaron Almagro, Los Andes y Central Córdoba, los tres con 22, que jugaron un triangular y los dos primeros vencieron a Central Córdoba e ingresaron al reducido.

Con Ángel Clemente Rojas en su casa en el año 2017 
Siempre con Panzutto en el banco, el 29 de junio de 1976 Lanús debutó en el hexagonal por el primer ascenso venciendo a Los Andes en cancha de Banfield por 2 a 1. Luego empató en cero con Platense en el Gasómetro, después también en San Lorenzo aplastó a Villa Dálmine por 4 a 0 quedando como único puntero con cinco puntos, seguido por Platense con cuatro. Todo siguió igual en la anteúltima, cuando el Grana  despachó a Tigre por 2 a 0 en cancha de Huracán y se mantuvo como único puntero con 7 unidades, en tanto el Calamar vencía por igual marcador a Los Andes y quedaba segundo con 6. En la fecha final sucedió lo impensado, aunque por esos años repetido. Lanús fue a dar la vuelta a Cancha de San Lorenzo para vencer a Almagro, que en la fecha inicial había sido goleado por Platense por 5 a 1, y luego había cosechado cinco puntos producto de dos victorias y un empate. El Grana venía de perder la chance de ascender en el 74 ante Estudiantes de Buenos Aires, en el 75 San Telmo le había ganado la final en cancha de Huracán, y ahora tenía el ascenso servido ante Almagro. A la misma hora, Platense enfrentaba en cancha de Vélez al humilde Villa Dálmine, que hasta ahí sólo había logrado dos puntos. Al finalizar el primer tiempo, ni el Grana podía aventajar a Almagro, ni Platense encontraba el camino para vencer al Violeta. Pese a que con ese resultado parcial en ambas canchas el que ascendía era Lanús, el nerviosismo de los futbolistas Granates iba en aumento ante la férrea defensa que oponía el Tricolor. En un clima enrarecido, durante el entretiempo del encuentro disputado en Av. La Plata, la hinchada de Lanús invadió la tribuna de Almagro y desalojó violentamente a su parcialidad. A los 12’ del complemento las radios pegadas a los oídos Granates transmiten la mala noticia ocurrida en Liniers: centro pasado de Ulrich, frentazo implacable del lateral izquierdo Juan Carlos Pilla y gol de Platense. Ahora Lanús y el Marrón estaban igualados y debían definir el ascenso en un partido final. Pero en aquellos tiempos a Lanús nada le salía bien: el humilde Almagro, con el ex granate Hugo Piazza en el arco, Daniel Belloni y Luciano Figueroa como referentes, se puso en ventaja a 9 minutos del final con gol de Manuel Amado Sánchez, y ya no hubo nada que hacer. No hay dos sin tres, la gente de Lanús despide al equipo con silbatina e insultos. En el banco del Tricolor estaba como arquero suplente Claudio Tamburrini, quien sería secuestrado un año después y junto a tres compañeros de cautiverio se escaparía el 24 de marzo de 1978 del centro clandestino de detención Mansión Seré para luego partir a Suecia y volver a la Argentina en 1983 para describir en el juicio a las Juntas Militares su detención ilegal, recreada en la película Crónica de una fuga.  
      
Cuatro días después, ya sin Platense, que se sumó al Torneo Nacional de Primera, Lanús comenzó a jugar la segunda rueda recibiendo a Almirante Brown ante la bronca y el desprecio de sus hinchas. El Narigón Panzutto había dejado su cargo. Su lugar había sido ocupado transitoriamente por Ricardo Arauz. Esa tarde volvió a perder. De a poco, pese al malhumor de su gente, el buen juego comenzó a reaparecer y llegaron los resultados. En la 33ª fecha la dupla integrada por José María Silvero y Norberto Raffo se hizo cargo del equipo de cara al tramo final. Era el mismo Lanús del 75, pero con Crosta en el arco y con la potencia ofensiva de Nani, de la mano de José Luís Lodico muy pronto se ubicó al tope de la tabla de posiciones. Ángel Clemente Rojas, que no había participado del hexagonal por el primer ascenso, en la segunda rueda jugó sólo algunos minutos en la anteúltima fecha ante Los Andes, otro de los candidatos, en siempre difícil Gallardón. Lanús se puso en ventaja por intermedio de Clausi a los 32’, pero Los Andes se adueñó del balón y se fue en busca del empate. Promediando el complemento Silvero pensó en Ángel Clemente Rojas para sostener la pelota y lo puso en lugar de Nani. Rojitas cumplió y Lanús se llevó la victoria. En la fecha de cierre, al superar en Arias y Guidi a El Porve por 2 a 0, totalizando 47 puntos, uno más que Almirante Brown, que también ganó y fue segundo con 46, Lanús terminó en primer lugar. No alcanzaba. Mientras no se lograra el ascenso la bronca de la gente no iba a terminar, y para conseguirlo había que ganar el hexagonal final. El primer partido del reducido fue el 4 de diciembre de 1976. En cancha de San Lorenzo, Lanús venció con amplitud a Villa Dálmine por 3 a 0, y la dupla técnica volvió a apelar al dominio y la sabiduría de Rojitas para suplantar a Del Río. En la segunda fecha ante Tigre, también en el Gasómetro, Lanús se puso arriba a los 10’ por intermedio de Canio y Tigre logró el empate 11 minutos después. El Grana tuvo que salir a buscar y la ventaja tardó en llegar: fue por intermedio del goleador Juan Carlos Nani cerca del final, Lanús ganó 2 a 1 y Rojitas no ingresó. En cancha de Racing Lanús venció por goleada a Central Córdoba por 5 a 1, con un parcial de 3 a 0 al finalizar el primer tiempo. Ángel Clemente Rojas ingreso en la reanudación y mostró algo de su reconocida calidad con la pelota en los pies. El partido clave fue en la fecha siguiente, el 15 de diciembre de 1976 por la noche, una multitud de hinchas Granates se hizo presente en cancha de Huracán para enfrentar a Los Andes, que sorprendió a los 5 minutos y se puso en ventaja por intermedio del Nene Díaz. El Tanque Nani alcanzó el empate antes del descanso. En el entretiempo se supo que el perseguidor de Lanús, Almirante Brown, vencía con comodidad a Dálmine en cancha de Racing, por lo que si no se podía ganar, a Lanús le servía el empate. Con esa idea en la cabeza, a los 10 del complemento Silvero mandó a precalentar a Rojitas. Pero mientras eso pasaba, Rubén Rojas, nacido a dos cuadras de la cancha de Lanús y formado en la cantera del club, marcó el segundo gol para Los Andes. Baldazo de agua fría: con la derrota parcial el Grana llegaba al partido ante Almirante Brown un punto abajo. Los futbolistas granates vieron sorprendidos la chapa anunciando la salida de Del Río y el ingreso de Rojitas. Nunca sabremos si el DT no se animó a mandarlo a sentar de nuevo por ser quien era o si en verdad confiaba en el veterano para darlo vuelta. Lo cierto es que Rojitas entró y se comió la cancha. Como si el tiempo no hubiera pasado, en los treinta minutos que jugó sacó a relucir su viejo repertorio de apiladas, gambetas, amagues y quiebres de cintura, y Lanús lo dio vuelta con goles de Nani y Epifanio después de dos grandes apiladas de Ángel Clemente Rojas. “Con Los Andes estaba muy complicado, perdíamos 2 a 1 y no encontrábamos la manera de entrarles, pero Silvero lo puso a Rojitas y el partido lo ganó él sólo” me dijo una tarde de 2019 José Luis Lodico y me motivó a investigar lo sucedido.

Ángel Clemente Rojas fue un grande de verdad, que como suele decirse de los que firman contratos cuando ya no dan más, llegó a Lanús a "robar", jugando apenas 8 partidos de los 37 que disputó el Grana en 1976, la mayoría ingresando en los segundos tiempos. Sin embargo, le bastaron 25 minutos de su calidad para sacar al club Lanús de una de las peores circunstancias de su vida deportiva. El resto es historia conocida. Una semana después, ante un Gasómetro repleto, dejando atrás tanta malaria y archivando el recuerdo de tres frustraciones consecutivas, Lanús venció a Almirante Brown por 2 a 0 y volvió a primera como un campeón justo y brillante. Rojitas, que esa tarde no ingresó, había cumplido. Y pese a que ya no tenía ganas, renovó contrato por un año más y durante 1977 jugó 5 partidos en Primera vistiendo la camiseta de Lanús.

Marcelo Calvente

martes, 15 de octubre de 2019

El retorno del capitán


José Luís Lodico, figura y capitán del Lanús campeón de Primera B de 1976, luego del diferendo con José María Silvero que ya explicamos, durante el Torneo Metropolitano de Primera de 1977 sólo estuvo presente en 8 encuentros. Durante el resto de ese año no volvió a jugar. Con la apertura del libro de pases varios clubes se interesaron por sus servicios, pero fue Banfield el que le acercó la oferta más concreta. Tan tentadora fue la proposición que ese paso de un año por El Taladro le permitió al futbolista comprar su primera casa. “Con la tristeza de no poder concretar el sueño de jugar en Primera con Lanús, esa fue la única vez en mi carrera que opté por anteponer lo económico: los dirigentes de Banfield me compraron la casa que yo elegí, y no tengo dudas de que esa decisión me cambió la vida. Teníamos un equipo muy desequilibrado, le ganamos de visitante a Boca, que fue subcampeón de Quilmes, a San Lorenzo, a Independiente y a Estudiantes pero perdimos muchos puntos con los rivales directos. All Boys, Chacarita y Platense zafaron en las últimas fechas y nos fuimos nosotros y Estudiantes de Caseros”. 

En Banfield jugaban Osvaldo Cerqueiro, Miguel Ángel Corvo, Miguel González, Horacio Santillán, Oscar Moris, Oscar Telli, Sergio Gigli, Claudio Jara, José Lo Gatto. Ese equipo se topó con el mismo obstáculo que un año antes mandó al descenso a Lanús: Platense. En la penúltima fecha ambos se enfrentaron en cancha de Atlanta, donde el Marrón, que había sido desalojado de su estadio de Manuela Pedraza y Cramer, hacía las veces de local. Platense lo ganaba 2 a 1, y como Banfield debía quedar libre en la última jornada, con ese resultado quedaba muy comprometido. En el minuto final, el Taladro tuvo la chance de empatar desde los doce pasos. El habitual ejecutante, Miguel Ángel Corvo, había sido reemplazado, por lo que el “Loco” Cerqueiro tomó la responsabilidad y falló. Si Cerqueiro convertía ese penal, Banfield se quedaba en primera. Lo más extraño pasó siete días después, cuando el Calamar venció en San Martín a Chacarita, que ya había zafado, en un partido que condenó al Albiverde y que dejó un mar de dudas. 

José Luis Lodico hoy, director técnico de infantiles del club Lanús
El pase de Lodico seguía siendo de Lanús y los dirigentes Granates tras el descenso a la C reclamaron su presencia. La controversia era que Banfield había pagado el 70% de lo que adeudaba por su casa, y era sabido, los problemas económicos y la crisis institucional ponían en dudas que Lanús pudiera afrontar el 30% restante. El flamante presidente Juan Carlos Seguer y el dirigente Coco Garrido se comprometieron con Pino, que para la temporada de 1979 retornó al club, y pasó de jugar en la división mayor a afrontar el fútbol de la Primera C, pese a las enormes distancias que mediaban entre ambas categorías. Sin embargo, gracias a que los dirigentes cumplieron su promesa, al cabo de ese año el club Lanús pagó el porcentaje restante de la vivienda del jugador. Lanús peleó el campeonato con Español, que metió un sprint final de cinco victorias al hilo y le sacó cuatro puntos, y el escolta fue Deportivo Morón. Lodico se adaptó rápidamente al cambio de categoría. En 1980 el torneo de la C tuvo tres protagonistas: el Deportivo Morón, Central Córdoba de Rosario y Lanús, cuyos futbolistas prácticamente no cobraban. 

Una noche de mediados de septiembre de ese año, cuando faltaban doce fechas para el cierre del campeonato y Lanús había quedado bastante alejado de la punta,  José Luis Lodico recibió en su casa la visita de dos personas con un maletín repleto de dinero. No le pedían que vaya para atrás, simplemente que al día siguiente acuse una lesión en la práctica, y debido a la misma el sábado se ausente al encuentro que el Grana debía disputar ante Central Córdoba, que por esa fecha peleaba mano a mano el ascenso a la "B" contra el Deportivo Morón. Con eso se conformaban, sabían que aquel Lanús, sin Lodico, no tenía timón. Indignado, ante la mirada inquisitoria de su esposa Ana María, Pino los despidió sin titubear antes de que terminen de hacerle la propuesta. Estos dos señores, un representante y un muy conocido ex jugador de Independiente, se retiraron tan sorprendidos que no lo podían creer, a punto tal que saludaron con un apretón de manos respetuoso para el jugador, que en los ojos de sus visitantes vio el asombro de quienes acaban de entrevistar a un extraterrestre. Tan sorprendidos se fueron que al día siguiente lo llamaron al presidente de Lanús para contarle la secuencia, expresar su opinión acerca de la clase de persona que era Pino Lodico y felicitarlo por contar con este jugador en el plantel Granate. Por entonces, Lanús era poco más que un club de barrio y pronto corrió la voz. Esa tarde, antes del inicio del partido, en el sector del público local no se hablaba de otra cosa.

La cuestión es que en la primera pelota que recibe, Lodico gira para arrancar desde el fondo y el balón se le adelanta, tanto que le queda justa a Cabrera, el cinco de Central Córdoba, que desde fuera del área le pegó de primera y la clavó en un ángulo de Poliserpi. ¡Para que! Varios hinchas que habían escuchado la historia previa empezaron a gritarle vendido, sospechando que todo había sido una maniobra para ocultar que en verdad había aceptado la oferta maliciosa. Lodico se desesperó, pensaba "¡no puedo tener tanta mala suerte, rechacé la guita sin dudar cuando no tengo para darle de comer a mis hijos y me gritan vendido…!". Sabía que ni ser la figura servía, sólo hacer un gol lo salvaba del oprobio, y el gol, está claro, nunca había sido lo suyo. Pero a veces la taba cae del lado de los buenos: antes del final del primer tiempo, en un córner, Pino va en busca del gol salvador, mete un remate de volea que el arquero rosarino alcanza a desviar, Nigretti la empuja en la línea y consigue el empate que salvó el honor del capitán. En el complemento Lanús lo dio vuelta con gol de Crespín. Finalmente, ascendió Morón, que con Peidró, Stagliano, Colombatti, Milano y Atilio Romagnoli, había sido el mejor, sumando 64 puntos. Segundo fue Central Córdoba con 59 y Lanús ocupó el tercer lugar con 50. El año 1981 sería el del título y el ascenso para el Grana. Cracks hubo en todos los tiempos, personas como José Luis Lodico, no siempre. Más bien casi nunca.

Marcelo Calvente

martes, 1 de octubre de 2019

UNA VICTORIA LEGENDARIA



La obstinada inquietud de la AFA por programar a Lanús los días lunes por la tarde condiciona la temática de esta habitual columna deportiva, en principio pensada para entregar una opinión semanal sobre la marcha del primer equipo granate, algo que últimamente se hace difícil ya que al cierre de cada edición La Defensa, el partido aún no se ha jugado. Eso que me permite hurgar en la historia institucional, tarea que confieso jamás habría imaginado tan reveladora y nutrida de pasajes sorprendentes, que el transcurso del tiempo y los abruptos cambios impuestos por la tecnología, las comunicaciones y el confort ocupando la escena del barrio, la amistad y el café, pero por sobre todo, el pique de la pelota de fútbol en la baldosa impredecible, le dan a estas historias el lugar de leyendas doradas de la casi centenaria existencia del Club Lanús.
El domingo 21 de agosto de 1949, en su vieja cancha de madera colmada por casi cuarenta mil espectadores, Lanús obtuvo uno de los triunfos más resonantes de su historia, venciendo a Boca Juniors por 4 a 3, después de haberse ido al descanso con un 0-3 en contra. Desde el inicio del profesionalismo, en 1931, Boca y River empezaron a marcar diferencias. Por entonces, Lanús había participado de todos los torneos de primera sin perder la categoría durante los 19 años transcurridos y era uno de los clubes denominados chicos, frecuentaba la tabla de la mitad para abajo, más cerca del suelo que del medio, tratando de solucionar los infaltables problemas económicos y políticos que sufrían los clubes chicos, contra la opulencia que empezaba a diferenciar claramente a los cinco grandes, que invariablemente se repartían del 1º al 5º puesto, obteniendo además las mayores recaudaciones, y estableciendo un absoluto dominio en las competencias. Ese año Lanús terminaría sufriendo su primer descenso, y la forma en que eso sucedería será la muestra más cabal de las grandes diferencias que existían. Casualmente, Boca llevaría a cabo en 1949 una de las peores campañas de su historia, quedando a salvo del descenso a una fecha del final, siendo Lanús y Huracán, por entonces más grande y poderoso, quienes dirimirían la permanencia en un desenlace histórico que merece verse por aparte.
Gentileza Néstor Bova
El equipo granate estaba conformado por algunos referentes como Salvador Calvente y León Strembel, más las incorporaciones de Pairoux y el “gordo” Lacasia en el ataque, y los primeros retoños de los Globetrotters que iban apareciendo, como Osvaldo Gil y Ramón Moyano. Según el historiador granate Néstor Bova, pese a la pobre campaña de ambos, el partido había despertado inusitada atención porque se trataba de la última fecha de la primera rueda y en Boca se producían los debut de tres grandes incorporaciones de reciente llegada: Dos jóvenes que conformaban una dupla izquierda de ataque muy prometedora, Campana y Busico, llegados de Chacarita por una suma muy importante, y Juan José Ferraro, adquirido a Vélez por otra fortuna. En la edición del diario La Prensa de la mañana siguiente, el periodista Américo Barrios, con estilo revolucionario para la época, escribía lo que sigue: “Lo cierto es que como si Boca tuviera poca historia, ahora ya parece de leyenda. En la cancha de Lanús no cabía ni siquiera un vigilante más. Con esto queda dicho todo. Cuando aparecieron las estrellas azul y oro, el estadio estalló en una ovación impresionante..”
En un encuentro vibrante y parejo, con muchas llegadas de ambos lados, la visita fue estableciendo diferencias ante una muy pobre respuesta defensiva de Lanús. A los 2’ y a los 23’ marcó Castellani, y a los 42 el debutante Ferraro puso el 3-0 parcial con que fueron al descanso, que Barrios describió de la siguiente manera: “¡Goool de Boca Juniors! El delirio. Las legiones boquenses arrojaban a la cancha papel picado, serpentinas, confites. Y gritaban: ‘¡Hasta la docena no paramos!’”
Lo cierto es que Lanús se recompuso en defensa y tomó la iniciativa desde el arranque del complemento borró a su rival del terreno y los goles que pudo y no logró convertir en la etapa inicial fueron llegando enseguida: Osvaldo Gil convirtió a los 6’ y 7’, y Moyano clavó el empate a los 26’. El silencio desplazó a la fiesta que poco antes se vivía en las tribunas colmadas por los simpatizantes xeneizes, y la euforia se mudó hacia los sectores ocupados por los locales, que a 5’ del final gritarían el gol de Lacasia que le daría un triunfo inolvidable. Para recrear el final, recurrimos una vez más a la particular pluma de Américo Barrios, en la edición del diario La Prensa del 22 de agosto de 1949: “Nunca como esta vez un júbilo fue más merecido. Más justo. Y más hermoso. El corazón del hombre había arrasado el artificio de todas las técnicas, sin temor alguno por el fantasma de los astros deslumbrantes. El conquistado por Lanús es el triunfo del hombre con temple de campeón. Y de héroe.”

por Marcelo Calvente