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martes, 17 de febrero de 2015

Una buena victoria y un raro adiós



Por fin, luego del largo receso, la pelota empezó a rodar en la Argentina dando comienzo a un nuevo campeonato, un torneo atípico e inédito de 30 participantes que se disputará a lo largo de todo el año, una nueva forma de jugar al fútbol que merece atención. Se ha conformado una misma liga con equipos de diferente categoría. Por un lado Boca, con siete refuerzos llegados del fútbol europeo y uno del Brasil; River, el último campeón de la Sudamericana, sin modificaciones sustanciales pero con buen recambio en los pibes del club y un jugador que asoma, el Piti Martínez; Racing, el último campeón local, sin bajas relevantes; San Lorenzo, reciente finalista de la Copa Mundial de Clubes; e Independiente, con un criterio de mercado más autóctono, han salido de compras en medio de la situación crítica de la AFA, súbitamente empobrecida y ya sin Grondona, obligada a respetar la última decisión en vida del mandamás, el torneo largo, como algo inevitable que pronto hay que ir desarmando.

Como hace mucho no pasaba, los clubes grandes se encuentran con equipos armados y muy competitivos. Están gastando a cuenta, y nadie dice nada. Sólo Guillermo Barros Schelotto, con esa cara de turro del aula que lo caracteriza, lo señaló al finalizar el encuentro con Quilmes. Pero el resto de los clubes participantes se la ve venir, sobre todo porque en octubre habrá elecciones en la AFA. Por eso se dedicaron a tratar de reemplazar a los que se le fueron de la mejor manera posible, sin grandes inversiones. Vélez embolsó por Prato y gastó por Pavone. Sigue luchando contra el déficit y sigue intentando con el producto de la cantera. Estudiantes se encontró de pronto con una clasificación a la Copa que no esperaba ni merecía, y tuvo que agarrar lo que había. Fueron diez refuerzos de nivel aceptable, pero ninguno como para reemplazar a Joaquín Correa, la figura que se le fue a Italia. Central, con nuevo técnico, está en proceso de rearmado, Newell’s parece desarmarse. Todos tienen algún pibe que ilusiona. Y Lanús, con cuatro bajas importantes, tres de ellas que pudo reemplazar, y que tuvo la poca fortuna de perder por varios meses a su principal contratación, Sebastián Leto, que sufrió un accidente increíble en las instalaciones del club, que incluso pudo costarle la vida.

Sin embargo, el equipo granate que salió a disputar el primer encuentro del nuevo torneo es el mismo de siempre, pese a las ausencias de Marchesín, el Pulpito, Somoza y  Romero, porque los suplió con otro muy buen arquero, Monetti, con Fritzler, que es campeón y referente de la casa, y con futbolistas que ya estaban en el plantel, como Ortiz y Junior Benítez. Y fue el mismo Lanús de Guillermo, principalmente por su habitual diseño táctico y por la permanencia de los históricos Araujo, Braghieri, Maxi, Ayala, Ortiz, Silva, Junior y el Laucha Acosta. Pronto se sumarán el Bicho Aguirre, jugador de características ideales para ocupar uno de los tres puestos del medio, y los pibes campeones del Sub-20, Monteseirín e Ibáñez. Para el nivel local, le alcanza y sobra como para pelear arriba. Enfrente estaba Quilmes, con doce incorporaciones de dudoso gusto, un nuevo equipo armado en torno a Braña con jugadores variopintos como Buonanotte, Bieler, Droopy Gómez, y el resto, del montón.

Maglio se despidió del arbitraje con un 5 + 1 a lo Merlos
El local salió a cambiar golpes. A partir de los diez minutos Lanús se adueñó del terreno y la pelota, y
aunque no fue claro en los últimos metros, el dominio fue tal que no permitió a su rival salir del fondo y llevar peligro al arco de Monetti. En el inicio del complemento, tras pase de Maxi Velázquez, Silva marcó la apertura y una vez en ventaja, Lanús empezó a ceder espacios. Y como siempre, la hora de retroceder resulta fatídica. Ver a Gómez abandonar una marca en tres cuartos de campo propio para retrasarse cinco metros y pararse en la puerta del área sin tomar a ningún rival, permitiendo de esa manera la recepción cómoda del que había dejado libre en su retirada, algo que viene haciendo desde su llegada, duele en el alma. Vimos trabajar defensivamente al equipo en los partidos amistosos y parecía corregida la tan mentada problemática. Ayer volvió a ocurrir, solo que no se notó tanto por las carencias del rival. Ojo, no sea cosa que para solucionarlo tengamos que sufrirlo otro año más.

Lo más llamativo estuvo en el final. En el resumen de Paso a Paso mostraron una escena en la que al cumplirse los ya de por si excesivos 5 minutos adicionados por Carlos Maglio, el central de Quilmes Joel Carli mira risueño al árbitro y le pide que juegue uno más. Y Maglio, que suele hacerse el piola, agregó un minuto más, en este caso sin motivo ni excusa alguna, aunque adujo luego que fue por una excesiva demora de Monetti en poner la pelota en juego, que en realidad no existió. El mismo accionar que tuvo el árbitro Andrés Merlos, al que sus colegas y la totalidad de los periodistas top condenaron luego del famoso partido de Lanús ante Arsenal en La Fortaleza por la 15ª fecha del torneo pasado. La prensa, la misma que aquella vez lo mató a Merlos, ahora que lo hizo Maglio pasó por alto la situación. El conductor de Paso a Paso lo comentó risueño, como si se hubiese tratado de una humorada del juez en su último acto en el referato. Pero el encuentro estaba uno a cero para Lanús, y bien podría haber terminado empatado, más allá de las pocas ideas de Quilmes para buscar el gol. Esta vez nadie le dio importancia a una situación reglamentaria que bien pudo haber terminado en otro escándalo. Dicho de otro modo, aquella vez Merlos y Lanús pagaron por la incapacidad de los futbolistas visitantes para defender la ventaja y por la inconducta de sus técnicos.
                                                                                                      
Resulta que Maglio va a continuar ligado a la AFA en una nueva función, por eso al ser entrevistado en soledad por Sergio Krule para el Diario del Grana, quien lo consultó por los 5 + 1 que adicionó, se cuidó de no rendir homenaje alguno a su colega Andrés Merlos. Luego de aquel  escandaloso Lanús-Arsenal, la AFA suspendió al internacional  Merlos por tiempo indeterminado, y ahora silenciosamente lo puso a dirigir en el Nacional “B”. Pertenece al SADRA, el sindicato creado por Grondona a fines de los años 80 para quebrar a la combativa Asociación Argentina de Árbitros. Al frente del nuevo sindicato adicto a la patronal, Grondona había designado como secretario general al camisa negra Guillermo Marconi, ubicado políticamente a la derecha de Hitler, quien ante la injusta suspensión de un afiliado a su sindicato, expresó sin ruborizarse: "no puedo defenderlo de una cosa así. Es sentido común, se pierde la credibilidad..." Pocos de sus compañeros insinuaron algún tibio respaldo, la mayoría optó por callar, aunque  fueron varios los que se sumaron a su linchamiento. La AAA tampoco hizo nada porque está en vías de extinción. Julio Grondona, desde el más allá, sigue mandando y logrando objetivos. Al menos hasta octubre. 

Marcelo Calvente

martes, 10 de febrero de 2015

Esperando el bicentenario




Para mi sorpresa no son pocos los que están enfurecidos con la Fiesta del Centenario del Club Atlético Lanús. A más de treinta días de perpetrada, son muy contados los que se animan a sostener que no faltó nada. Al consultar al respecto, la mayoría me dice “¡siiii, muy linda fiesta...!” y cuando repregunto si no le parece que faltó la historia, los equipos, los jugadores, los dirigentes -bah, que faltó todo- son muchísimos los que me dicen “si, en eso tenés razón, no lo había notado”. Algunos se indignan en el momento, otros se van pensando. Pero no faltan los que dicen “siiii, tenés razón, pero la fiesta estuvo muy linda…”  Y la gran mayoría no entiende -o peor, no le importa- la gravedad de lo que en verdad está sucediendo en el club.   

El 2 de julio de 2012, en la nota “La reunificación de la Unidad”, escribí: “…hoy que los tiempos se acortan dramáticamente, me permito recomendar que él (Maron) y su agrupación comprendan que no puede ser candidato por la Unidad un dirigente que, más allá de sus grandes valores y cualidades que nadie puede discutir, durante los tres años de mandato de su sucesor, en la práctica, no formó parte de la misma. Para ser el presidente del club por la Lista Unidad, primero debería volver a ser parte de ella”. Casi tres años después nadie que esté cercano al club puede negar que Alejandro Marón y su grupo de colaboradores más cercanos fueron debilitando de a poco a la autoridad de los dirigentes de las demás agrupaciones que conforman la Unidad, incluso los de cargos electivos, esos que los socios votaron para que co-gobiernen de manera unitaria como ha sido invariablemente a partir de la reconstrucción de fines los ‘70 hasta hoy. Siempre existieron diferencias, es sabido, pero nunca tan profundas ni irreversibles como para destruir la condición que nos ha hecho grandes: todos juntos y el bien del club por encima de todo.

Al principio, la historia estaba en carpeta
No es un secreto para los socios más próximos a la vida institucional que el trato con los dirigentes a cargo de las diferentes actividades ha cambiado respecto de las últimas conducciones, y mucho menos que esa situación se ha extendido a los empleados del club. Ya no existe espacio para el disenso,  las redes sociales son patrulladas en busca de la opinión crítica para castigarla con la exclusión de la vida institucional. En el clima que se ha creado, todos, dirigentes, empleados, allegados y gran parte de los socios no encuentran motivación para seguir colaborando en un club de puertas cerradas y secretos compartidos por muy pocos. Demasiado pocos. Por ejemplo, me resultó imposible hasta ahora saber si la cobertura de TyC fue abonada y que bolsillo la pagó. Muchos dirigentes que conozco no lo saben. Es que últimamente, casi nada se sabe.

En ese estado de cosas, en un año dominado por las frustraciones deportivas, los granates de corazón llegamos al Centenario y dejamos de lado todo para celebrar como corresponde una existencia que nos enorgullece, para contar y también aprender de una historia cambiante y milagrosa como muy pocas más. Confiados, ya que durante cuatro años trabajó una Comisión del Centenario conducida por el ex presidente Emilio Chebel, un dirigente con muchos años en el club, que se ha caracterizado por fomentar y defender la unidad de la que siempre fue parte. En todo este tiempo el trabajo de la Comisión fue un secreto de estado. Sólo algunas esporádicas presentaciones, como las producciones fotográficas con las camisetas históricas, el video de la camioneta de Ramón Cabrero, y alguno que otro más. De acuerdo a la calidad de esos pocos trabajos difundidos el panorama resultaba esperanzador. Más cerca en el tiempo, la certeza de que la fiesta sería transmitida en directo para todo el país por TyC Sports presagiaba una jornada inolvidable, en pleno receso, donde los simpatizantes de todos los equipos del país conocerían y se sorprenderían de todo lo que nos pasó para llegar hasta aquí como el más solvente de todos los clubes de nuestro fútbol, y por lejos, el de mayor crecimiento en las últimas décadas, no mucho después de jugar con Piraña.

A la hora de la verdad, se optó por el humor de Ruggeri
El asunto es que la Comisión del Centenario realizó una fiesta imponente pero híbrida, sin contenido, sostenida por el esfuerzo de los periodistas deportivos que la animaron. Un grupo sin gracia de Morón. Una banda interesante pero de música instrumental. Un ambicioso espectáculo de teatro aéreo indescifrable, largo, lento y repleto de simbolismos poco simbólicos y el cierre de Los del fuego que habla por si sólo. En el medio, un chiste de mal gusto de Ruggeri, la nada feliz idea de pedirle a Huguito Morales -se sabe que la oratoria no es lo suyo- que presente al Negro Enrique. El Negro Enrique que se presenta sólo. Y la palabra del Presidente, que agradece a sus pares de comisión directiva y a sus antecesores más recientes, pero no sólo no los invita a subir, ni siquiera los nombra. No hay un solo video de otros tiempos, no hay un racconto bien leído e ilustrado de la historia. Parece que tampoco hubiéramos tenido ídolos deportivos. Ni Los Globe, ni Los Albañiles, ni los que nos ascendieron, ni los pibes que nos sacaron de la “C”, nadie merece un lugar en la fiesta.  Tampoco hubo coordinación con la transmisión televisiva, sus conductores no tienen datos certeros para estirar los muchos baches que se producen. En el final desfilaron algunos de los campeones de la Sudamericana 2013, los del Apertura 2007 y unos pocos del 96. De Mario, Lodico, Crespín, Nenito Baillie, por nombrar sólo a algunos de los que asistieron y nadie se enteró, todos ellos campeones de diferentes ascensos, quedaron al margen de los festejos, escuchando las palabras de de jugadores que, en varios casos, muy poca identificación tienen con el club. A la Urraca González, que no estaba en la lista de buena fe que calificaba para subir al escenario, lo llevó un socio indignado que conocía el camino. Y Armando puso la única nota de emoción de la noche.

Todos; socios e hinchas, periodistas, el resto de los dirigentes, nos encontramos que no hubo Fiesta del Centenario cuando ya era tarde. Hubo sí un impactante escenario, fuegos artificiales, desfile de los campeones Conmebol 96, el Apertura 07, la Sudamericana 2013, y una sola persona tratando de acaparar la noche: Alejandro Marón. Como si la historia granate empezara después de su aparición como dirigente, el escenario fue sólo suyo, mientras todo lo importante que nos pasó en  los cien años de vida del club Lanús, y sobre todo los muchos protagonistas del mayor milagro del fútbol argentino, asisten azorados a esta impensada declaración de guerra a la Unidad, exigen una explicación, y la urgente normalización institucional. Algo hay que hacer. La otra sería quedarse piolas, esperando el bicentenario.

Marcelo Calvente