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miércoles, 30 de octubre de 2013

(Continuará...)


Al final tanta expectativa, tantas notas periodísticas anunciando un gran partido, una buena convocatoria, fuegos de artificio, estuvo todo y quedó en nada. Un verdadero bodrio pese a las muchas situaciones de gol que tuvieron ambos en el segundo tiempo. En un partido muy malo, con más pases al rival que al compañero, Lanús tuvo el doble de llegadas que River. No en el primer tiempo, que fue para olvidar y casi sin peligro para las vallas, pero sí en el complemento, el equipo de Guillermo debió convertir alguna da la media docena larga de situaciones que tuvo, siempre en el marco de un trámite confuso y enredado, técnicamente hablando un verdadero fiasco. El empate final en cero para River fue un alivio que no promete nada bueno, en cambio para Lanús fue una frustración que, paradójicamente, le aclara el panorama. Sabe que  en Núñez y presionado por su gente, River tendrá que salir a buscar el gol, cediendo de esa manera espacios a un Lanús que ya exhibió con creces su poder ofensivo, se sabe que su potencia en ataque se multiplica cuando dispone de espacios, con su delantera de velocidad y fuerza es una temible amenaza para cualquier rival. Ninguno se fue conforme pero al menos River se fue aliviado de la cancha. A uno le cuesta creer que sus hinchas de tan mentado paladar negro aún respalden a Ramón Díaz. No porque esté mal brindar apoyo, sino porque jamás en los más de cien años de fútbol argentino, el equipo de la banda roja fue tan mediocre y su juego tan incierto e inofensivo. Sospecho que al haber conocido el barro del descenso, tal vez sin notarlo hayan cambiado para siempre. Así me parece. Y estoy seguro que si Ángel Labruna se levanta de la tumba y le hacen ver los últimos dos partidos de su River en Lanús, hincha el lomo y mete un pique corto, como en sus mejores tiempos, pero para volver a meterse de cabeza en el cajón.   

Teo y Lea la pelean, una postal del partido
Dividimos como es nuestra costumbre cada tiempo en tres segmentos de quince minutos. Durante los primeros quince se prestaron la pelota, pero desde ahí hasta los treinta, River corrió mejor y dispuso de más espacios. Tuvo mucha comodidad para recibir y ofertas varias de descarga, atravesaba la línea media local con alguna facilidad aunque se diluía en las cercanías de Marchesín. Lanús no se paraba bien, siempre estaba lejos del rival y la pelota. De a poco fue ajustando y empezó a tomar contacto con el balón, pero los metros que el Grana avanzaba en diez pases, River los hacía en tres, aunque ninguno de los dos lograba llegar al área. En los últimos 15` la visita fue entrando en confusión y de apoco se fue metiendo en dominios de Barovero. En eso estaban en el minuto final, cuando Ortiz cabeceó desviado sólo ante el golero. Salvo en esa del cierre, los arcos no salieron en las fotos del partido. Al cabo de esa pobre primera parte en la que el marco y los ingredientes se comieron al partido mismo, el entretiempo era la chance de los entrenadores de ajustar algo de lo mucho que cada equipo había hecho mal en un partido de dientes apretados pero flojito de ideas.

Y a decir verdad, al menos en lo que respecta a emociones, en el complemento el partido levantó y después de un cuarto de hora de ida y vuelta los merecimientos fueron exclusividad del local, que dispuso de no menos de seis situaciones claras para convertir pero falló el toque final. Como había ocurrido en los últimos diez del primer tiempo, en los quince finales River volvió a bajar los brazos, mucho más al quedarse con un hombre menos por expulsión de Álvarez Balanta -sanción que debió haber sufrido diez minutos antes- se aferró desesperadamente al empate que se le escapaba de las manos, como quien se aferra al mal menor. El apuro y la mala puntería de los locales le permitieron a duras penas sostenerlo hasta pitazo de Trucco indicando el fin de las acciones. El empate en cero conseguido a lo Platense y jugando a contrapelo de su propia historia hubiese sido una afrenta para el viejo River Plate, aquel que fue millonario, pero para este River desquiciado y andrajoso, en crisis político-económica terminal y víctima permanente del saqueo de propias manos infieles, fue casi un buen resultado. Y lo pudo ser, porque su público no estaba presente en el estadio. A 57 años exactos de aquel mítico partido de 1956 que terminó con el sueño de Los Globetrotters, River y Lanús se volvieron a medir en el mismo lugar, pero todo ha cambiado demasiado.

El Pelado Silva elude a Germán Pezzella 
Si bien ambos se fueron desconformes, la rueda de prensa dejó en claro los verdaderos sentimientos, esos que surgen con la cabeza fría y el resultado puesto. Ramón mostraba en su rostro más preocupación que conformidad. Sabe que Lanús fue superior tanto como en el encuentro por el Torneo Inicial que River terminó ganando de chiripa, y que si en ambas el Grana no lo pudo plasmar en el resultado se debe la poca pericia de sus futbolistas en la definición. Ortiz, el Pulpito, dos veces Acosta, dos Melano, otras tantas del Pelado Silva, se fueron desperdiciando las chances que con mucho esfuerzo y sin jugar bien, el equipo había creado. Ramón sabe que de local va a tener otra presión, la misma que hoy le nubló los pensamientos a Lanús. Hoy ante su gente y en un partido con antecedentes calientes muy recientes, el Granate tuvo demasiado nervio y se mancó cuando debió serenarse para convertir. Nunca fue claro, pero sí fue profundo. Barovero hizo el resto. Ramón sabe que se juega su futuro en siete días en el Monumental, y que de no conseguir un gol en la parte inicial, el complemento será un dolor en crecimiento paulatino para sus oídos y el de sus jugadores, ante un rival que a medida que transcurra el tiempo irá ganando en tranquilidad y que, lo ha demostrado claramente, tiene los dientes muy grandes para comerlo mejor. Como sea, hay que esperar siete días para saber el final de esta historia.

Marcelo Calvente


lunes, 28 de octubre de 2013

El fútbol espectáculo


Lo que se juega en la Argentina no es fútbol, o mejor dicho, al menos no simplemente fútbol. Porque si de excelencia técnica se trata, el mejor fútbol se juega en otro continente. Por ejemplo en el derby español, ahí sí que están los mejores: Messi, Neymar, Iniesta,  entre otros cracks para el Barça; Cristiano Ronaldo, Di María, Marcelo, los más destacados que puso en cancha el Real Madrid. En el Derby español juegan también las tácticas y todo es bastante previsible. El local iba a salir a tocar y tocar hasta encontrar el gol con los dos de arriba, en tanto el Real iba a aplicarse más a la marca, a tratar de presionar sobre la posesión del balón rival y los posibles receptores lo más arriba posible, tratando de recuperar y abastecer al portugués, su carta más fuerte en ofensiva. Ganó el Barcelona, a veces se da al revés. En este tipo de partidos se puede observar en que punto está y hacia donde va el fútbol mundial. Pero la cosa siempre es entre ellos dos, por fuera del clásico las emociones suelen ser pocas en el fútbol español, donde cada quien sabe de antemano por lo que juega. Así es el fútbol europeo en general, los grandes de cada país marcan claras diferencias salvo rarísimas excepciones. En Italia hay que remontarse al año 2001 para encontrar un campeón –la Roma- que rompa la hegemonía de los tres grandes: Inter, Milan y Juventus.

Neymar celebra su gol en Barcelona 2 - Real Madrid 1
Sin embargo, los mejores futbolistas siempre crecieron y crecerán en la Argentina. El éxodo prematuro y permanente pone en aprietos a los clubes, sus altos presupuestos le exigen vender a los mejores, para lo cual hay que saber y poder formarlos. Los mejores son de paso efímero por nuestro fútbol, como Di María e Higuaín y Lionel Messi, que ni siquiera llegó a jugar en la primera de Newell`s, su formador infantil. El fútbol argentino está en crisis permanente y uno se pregunta: ¿Porqué no se puede parar tanta violencia, porqué no se puede ordenar a los clubes, cómo puede ser que los más populares, los que deberían ser los más prósperos, son los que pasan mayores aprietos, si con orden, planificación formativa y austeridad, clubes como Lanús y Vélez se encuentran un escalón arriba?

El fútbol argentino es un verdadero despelote pero los campeonatos son muy parejos y atractivos, con equipos que se arman a los apurones y sin un mango,  y otros que tienen, gastan y proyectan, a la hora de rodar el balón están todos al mismo nivel. Nadie tiene un partido ganado antes de jugarlo, nadie sostiene con firmeza el paso de puntero porque suele tropezar ante el rival menos pensado, los equipos tienen rachas cortas y pasan de una goleada en contra a una gran victoria a favor entre una y otra fecha. En síntesis -y esto mucho se ha dicho- en la Argentina  cualquiera le gana a cualquiera y eso pasa cada vez más seguido y se observa con mayor elocuencia por la aparición de la TV y su explosión de fanatismo y masividad que cuantitativamente han cambiado el escenario para siempre. El fútbol argentino vive y brilla en el dramatismo de la crisis general en la que se desarrolla, en un país en el que cada tanto, como si tal cosa, un tren detiene su marcha contra una estación. Un país atado con alambre que vaya uno a saber cuándo se podrá reconstruir con solidez y equilibrio

Arsenal, Gimnasia y mucha gente más, a las trompadas
Cada jornada es una caja de sorpresas que entrega un sinnúmero de curiosidades. En la última, que aún está en juego, la nota de color estuvo en Sarandí donde coronando un intenso partido, todos los jugadores de Arsenal y Gimnasia de La Plata se trenzaron a trompada limpia. Concretaban lo amagado en Lanús – River por la 9º fecha, que se agravó la semana pasada, en la 12ª jornada, cuando el técnico de Quilmes, Nelson Vivas, fue directo del campo a la platea a golpear a un aficionado, en tanto al finalizar Godoy Cruz – Boca los futbolistas se agredieron, con un saldo de cuatro jugadores informados -dos por bando- que, según se anunció, recibirán una sanción moderada porque la AFA interpreta que el causante del caos fue el árbitro por ella designado. En cambio en el Viaducto la cosa fue más grave. Hubo muchos particulares en el terreno en el momento de los hechos, e incluso se observa claramente a un auxiliar de Arsenal pegarle dos trompadas en el rostro a Iván Borghello, delantero visitante, antes de caer derribado por un cross de Monetti, quien a su vez a continuación es rodeado por varios futbolistas y afines de Arsenal que lo fajan de lo lindo. Insólitamente el árbitro expulsó a tres jugadores visitantes y dos del local, pese a que fueron éstos los que iniciaron las agresiones por el problema de siempre: El mal interpretado juego limpio y sus turbios códigos no escritos.

El fútbol nació amateur y durante décadas su espíritu fue la lealtad y la caballerosidad deportiva. En el Río de la Plata, desde los treinta en adelante, el profesionalismo se fue imponiendo y con él la trampa, la corrupción y las injusticias. Sin embargo desde hace unos años se viene reiterando una rara secuencia: Los jugadores de un equipo exigen de sus rivales un gesto solidario en situaciones que el reglamento atribuye a la decisión arbitral. Dicho de otro modo: cuando un jugador cae, sus compañeros conminan al rival a arrojar el balón afuera para su atención, algo que debería decidir el árbitro. Son los mismos jugadores quienes a partir de este código no escrito suelen fingir lesiones para ganar tiempo cuando el resultado los favorece. Por eso mismo todos sospechan de todos y nadie se pone de acuerdo. Para poner fin a la súbita violencia de adentro, los protagonistas de estos incidentes deberían ser sancionados con dureza, porque es sabido, la ley con sangre entra. Pero es muy difícil que así sea. Arsenal, debería ser sufrir castigo, claro, si el fútbol argentino fuera serio. Si así fuera no lo manejaría Grondona, ni lo relataría por TV Marcelo Araujo, ni Julio Ricardo haría los comentarios.

Marcelo Calvente



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jueves, 24 de octubre de 2013

Banco con respaldo


Lanús, que recibió a San Lorenzo por la 13º fecha, tomó el control y ocupó campo contrario desde el arranque. La visita no podía salir del fondo. Eso duró hasta los 20 minutos, en los cuales el local abrió el marcador y tuvo un par más, con un muy buen trabajo de los dos delanteros. Pero luego aflojó la presión, el Santo salió del asedio con la conducción de Romagnoli, y ya en campo contrario, favorecidos por la inferioridad numérica granate en el medio y la impotencia de los defensores obligados a recular, empezaron a tocarla sin oposición hasta la puerta del área de Marchesín. Es en esa instancia que se comete el peor de los errores de este equipo: Velázquez se cierra con el delantero y se junta con Izquierdoz, en tanto el lateral rival, en este caso Bufarini, recibe y envía el centro sin oposición, ya que ningún granate baja por esa banda para brindar ayuda. Y siempre que se comete ese error, a continuación se comete el otro que lo complementa: Equipo que retrocedo no recupera, solo se limita a tratar de sacarla del área 18, por lo tanto los ataques rivales terminan, en el mejor de los casos, en las manos de Marchesín, que la recibe rodeado por sus defensores, e imposibilitado de salir jugando intenta sacar al equipo con un pelotazo a dividir para los de arriba, a ver que pasa. Pero lo peor es que mientras la pelota vuela por el aire los centrales no llegan a adelantarse más de diez metros, y ahí es que el equipo se estira, y los pases largos, y la pérdida del balón, y la pérdida del medio, y la pérdida de los partidos y la pérdida de la paciencia del hincha…

Jorge Pereyra Díaz debutó en la red con un doblete
Jorge Pereyra Díaz, lo venimos señalando, es un auspicioso diamante en bruto cada vez menos bruto y cada vez más diamante. Hace mucho que no aparece en el fútbol argentino un delantero que quiebre con tanta felicidad la primera marca, la que sortea con recepción y giro en tres cuartos, de espaldas al arco, desde donde arranca su marcha de potencia enfilando para el punto penal. Hoy rindió la materia que le faltaba, la más importante de la carrera de delantero: El gol. Metió dos y además jugó un gran partido. En esos primeros veinte minutos de la etapa inicial apareció en toda su dimensión y a los cuatro de juego, coronando una contra magistralmente manejada por el Pelado Silva, anotó el primero de Lanús, que mantuvo el dominio claro hasta promediar la etapa, cuando ocurrió la secuencia nefasta que explicamos más arriba. Fue cuando las cosas cambiaron diametralmente, el dominio pasó a ser de San Lorenzo, y a los 32 minutos, un despeje fallido de Marchesín le cayó a Gentilleti, que lo empató, y la visita siguió mandando hasta el final.

El arranque del complemento fue lo peor de Lanús. No podía dominar la pelota, mucho menos recuperarla. Ante los pases verticales y a dividir, y las enormes distancias entre las líneas granates, San Lorenzo poblaba mejor el medio y Romagnoli manejaba la cuestión. El segundo de la visita se veía venir, y llegó a los 5', cuando el veterano enganche puso a su equipo arriba con un tiro de media distancia favorecido por un rebote afortunado que dejó fuera de acción a Marchesín. Lanús no daba pie con bola, el panorama se oscurecía, y Guillermo se la jugó a suerte y verdad. A la japonesa: Sacó a Araujo –otra vez desconocido-, lo mandó a Ayala como volante derecho para reforzar la marca de Goltz sobre Correa, y por momentos defendió con tres. Por Araujo lo puso a Melano y así sumó un delantero más para abortar la subida de los laterales Santos. Iban 13 minutos del complemento. La moneda que lanzó el mellizo a todo o nada aún estaba en el aire cuando el propio Melano, con un cabezazo de anticipo ante una gran cesión del Pulpito –otro que sigue creciendo- empató el partido.

Guillermo se la jugó y Lanús resolvió el partido a su favor
La ambiciosa idea del técnico granate sorprendió a San Lorenzo, que por entonces parecía empezar a sentir el trajín de un rival que quebraba en base a la velocidad del recién ingresado, más la potencia de Pereyra Díaz y la inteligencia de Silva para pivotear y meter la pausa. El partido era golpe por golpe, pero mientras los golpes de la visita carecían de potencia, los granates lastimaban de verdad. Antes de la media hora del complemento Lanús volvió a ponerse arriba con una contra veloz, con una recuperación de Melano en campo contrario, quien arrancó a toda velocidad, metió un toque distinguido para la diagonal de Pereyra Díaz y la segunda conversión en primera del riojano en su noche para recordar. Los últimos quince tuvieron la misma tónica. Guillermo entrevió que San Lorenzo tiraría centros, lo sacó a Pereyra Díaz y por él lo puso a Ismael Blanco de mayor eficacia aérea para defender. El local desperdició algunas chances, San Lorenzo no dejó de buscar, e incluso algunas veces pudo quebrar la línea media y acercarse a un empate que no iba a conseguir. Otra vez, Pizzi y sus dirigidos volvieron a defraudar el crédito de sus hinchas, que está definitivamente agotado porque demostró una vez más que no está para las paradas difíciles. En cambio Guillermo aprobó con una victoria relevante que por momentos parecía imposible, gracias a una valiente jugada de su parte, más la categoría individual de algunos de sus futbolistas y principalmente la potencia ofensiva de sus delanteros.

Después de aquellas tres derrotas que complicaron su marcha, Lanús volvió a decir presente en un campeonato que promete emociones y sorpresas, ya que los de arriba se enfrentarán entre sí. De cara a su choque copero ante River -el próximo martes- se recuperó con dos victorias y seis goles a favor mientras su futuro adversario volvió a empatar en cero y exhibir una preocupante carencia ofensiva, ya que en trece fechas disputadas apenas pudo convertir ocho goles. El objetivo inmediato es superar a River en La Fortaleza y en lo posible establecer una diferencia en el marcador que se corresponda con los distintos presentes de ambos contendientes, lograr el pase a la semifinal de la Sudamericana y la clasificación automática a la próxima Copa Libertadores. Nada menos.

Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.com



lunes, 21 de octubre de 2013

La hora de la verdad


Este Torneo Inicial que se anunciaba diferente, con varios equipos reforzados, muchos de ellos con aspiraciones de campeón, al final se encamina a ser igual que todos: Dos o tres que avanzan a los tumbos pero llegan mejor que el resto dirimen el título en la última fecha, como mucho en la anteúltima. Culminada la 12ª jornada, cuando faltan 7 por jugar, se detuvo la marcha triunfal de los dos que estaban un escalón más arriba del resto: Arsenal, el único invicto hasta hoy, y Newell’s, que solo había perdido en Liniers por la 6ª fecha. Sus respetivas derrotas –la Lepra perdió el clásico rosarino y Arsenal dejó el invicto ante Tigre, ambos de visitante- los bajan a tierra y los dejan con una luz de alerta encendida. Del lote que los seguía solo San Lorenzo -que goleó a All Boys pero que viene de ser aplastado justamente por Arsenal en la final de la Copa Argentina- descontó puntos y amenaza con dar batalla. El resto no impresiona demasiado. Boca no pinta. Rafaela, Godoy Cruz, Gimnasia, Argentinos, Belgrano y Estudiantes nunca pensaron en agarrar el pincel. Y los que tienen con qué pero por distintos motivos quedaron demasiado lejos de la pelea -Lanús, Vélez y si querés River- tienen otro objetivo por delante. Cuando conocieron el fixture todos los técnicos pusieron el ojo en una brava seguidilla común: En algún momento todos tienen que enfrentar en cadena a Lanús, Boca y Newell’s. Para ser campeón hay que sortear esa triple valla. A San Lorenzo le  toca ahora, y arranca el miércoles en La Fortaleza.

El Pulpito se convirtió en figura fundamental de Lanus
La victoria Granate en Sante Fe era de una necesidad imperiosa. Tres derrotas al hilo, dos de ellas de local, después de más de un año sin caer en casa, no es algo frecuente en este Lanús enorme de los últimos años. Había que volver a la victoria de cualquier manera y se ganó de la mejor forma: Goleando y jugado bien ante un rival desesperado que se hunde en el fondo de la tabla y acumula una caída tras otra, El encuentro arrancó parejo y luchado hasta que Jacobo Mansilla pegó su cuarta patada después de haber recibido la primera amarilla y se ganó merecidamente la segunda, dejando al local con diez. Cuando un equipo no funciona, quedarse con uno menos es demasiada ventaja extra. Repitiendo una secuencia conocida, Lanús abrió el marcador a poco del final de la etapa, y en el complemento, con espacios, fue claramente dominador y terminó goleando, regulando el trámite después del tercer gol, y perdonándole la vida a un equipo entregado y en crisis terminal. El partido no da para sacar muchas conclusiones, sobre todo porque la diferencia se estableció luego de la expulsión, pero se puede intuir que el Mellizo comprendió que lo de los tres delanteros no funcionaba, al menos de la forma en que lo venía haciendo su equipo. El desequilibrio en el medio era notorio, las líneas muy distantes impedían el control del balón y los últimos resultados exigían meter mano. Tal vez demoró demasiado, pero lo único que cuenta ahora es que por fin puso cuatro volantes y volvió a ganar, dejando la puerta abierta a la ilusión de repetir ante un equipo con mayores atributos como puede ser San Lorenzo, que lo visita pasado mañana con la imperiosa necesidad de vencerlo para mantener parte de las muchas ilusiones que había despertado en su parcialidad. Lanús, si bien aún está en carrera, ya tiene claro cual es su objetivo inmediato: Superar por cuartos de final a River, lo que significaría clasificar automáticamente a la próxima Libertadores y alcanzar la semifinal de la presente edición de la Copa Sudamericana, algo que aún no logró en torneos internacionales de 1997 a esta parte, cuando perdió la final de la Conmebol por goleada y con escándalo ante el Atlético Mineiro.

Pereyra Díaz, un crecimiento individual para seguir de cerca
Si bien el triunfo ante Colón no entregó grandes conclusiones respecto a la cuestión táctica, al menos podemos decir que en lo colectivo se recuperó la calma y se volvió a pelear el balón en todo el terreno cuando el partido así lo exigió. Y en lo individual hay varios rendimientos para destacar: Maxi Velázquez por su aporte en el armado ofensivo; Leandro Somoza como gran recuperador y distribuidor de juego; el Pulpito González con un crecimiento espectacular, convertido en un jugador total, marcador, pasador y goleador; la vuelta de la media distancia y el juego ordenado en Ayala, y una particularidad sobre Pereyra Díaz: La diferencia que saca en el arranque de las jugadas en el mano a mano con su marcador, un mix de potencia,  velocidad y confianza le dan un piso que, mejorando en lo que respecta a panorama y definición, le permite soñar con el fútbol europeo, aunque hoy sea el cuarto delantero de Lanús.    

Superar a San Lorenzo y volver a mostrar los atributos que lo convirtieron en candidato y que por momentos perdió, es el principal desafío para el equipo Granate pensando en el compromiso internacional de la próxima semana: Llegar mejor que River y sacar la ventaja de local es la consigna más ambiciosa que tiene por delante, sin olvidar que el campeonato local está entrando en etapa de definiciones, y los que están arriba, sumando a Vélez y Lanús, más Tigre, Olimpo y Central, que vienen creciendo en resultados y rendimiento, serán protagonistas de un cierre de Torneo Inicial que se presenta muy auspicioso, ya que muchos se enfrentarán entre sí, y en el que puede haber sorpresas. Los que corren de atrás saben que ganando tres al hilo -toda una proeza en nuestro fútbol- se prenden en la pelea, sobre todo si los de arriba, como suele ocurrir, empiezan a aflojar la marcha.

Marcelo Calvente

viernes, 18 de octubre de 2013

Cinema verité


El fútbol argentino es realmente sorprendente. Acabo de comprobarlo. La versión digital del diario Ole tiene en punta un video que hay que ver: Es una verdadera postal de nuestro fútbol, que es lo mismo que decir del pueblo argentino. Una evidencia de que esto somos, en general. La imagen muestra a un sector del estadio de Quilmes, la escalera de acceso a la platea oficial, el tramo descendiente que concluye en la planta baja. Allí, en los tres últimos escalones, un señor de baja estatura, con anteojos, muy excedido de peso y de aproximadamente unos 60 años, de espaldas a la cámara recibe tres trompadas de parte un atlético joven, sin nadie cerca como para impedir semejante acto de cobardía en un lugar donde hay miles de personas: Pegarle a quien no quiere ni puede dar pelea justa. ¡Cagate de risa! El agresor era Nelson Vivas, técnico de Quilmes, quien llegaba como una tromba directo desde la cancha una vez concluido el encuentro del local ante Rafaela -empate en uno- por la 12ª fecha del Torneo Inicial. ¿Nadie lo pudo impedir, nadie lo vio pasar, nadie nada? Pero alguien lo filmó y bastante bien filmado, últimamente siempre alguien filma todo…

Nelson Vivas, el agresor, aún no presentó la renuncia
Supongamos que este caballero agredido sea uno de esos que uno conoce y que habitan en todas las gradas, ese hincha muy argentino que uno se pregunta para qué carajo es hincha si no hace más que ver todo mal, que sufrir, que putear y maldecir a todos y amargarse como un condenado  desde el inicio mismo de cada partido del club de sus amores, y que lo hace con tanta efusividad que te impide a vos, su vecino de sector de la tribuna, disfrutar lo bueno, entusiasmarte con una jugada al menos bien intentada y hasta alegrarte si el rival acaba de desviar un penal. “No te alegres tanto, pibe. En la próxima que llegan nos vacunan…” escuchás que dice, siempre tiene algo malo que decir, y por momentos sentís un deseo irrefrenable  de saltar sobre él y cagarlo bien a trompadas, con ganas, para que aprenda, para que se deje de romper las pelotas con tanto pesimismo, que se vaya a pesimismar gente a otro lado. Pegarle justicieramente  diciéndole “¿No veis acaso, pedazo de hijo de puta, cuan hermosa es la vida?” Pero claro, no lo hacés. Porque por muy hincha que seas, te considerás una persona inteligente, educada, que no tiene maldad -no más que la media que todos tenemos- porque las trompadas son cosas del pasado, y que una cosa es pelear contra un contrincante que quiere dar pelea y otra muy distinta es agredir sin avisar a un señor mayor, con anteojos, bajito y regordete, cuando se tiene juventud y la salud de quien apenas hace unos años acaba de concluir con una carrera de futbolista profesional internacional.

Nelson David Vivas, nacido en 1969 en Granadero Baigorria, y debutó en Quilmes en 1990 como marcador lateral. En junio de 1994 su pase fue adquirido por Boca Juniors, en donde se destacó hasta ser transferido luego de cuatro años de titularidad al fútbol europeo. Entre 1998 y 2001 jugó en el Arsenal de Inglaterra, luego otros dos años en el Inter de Milan. A mediados de 2003 volvió al país para desempeñarse durante un semestre en River y cerró su campaña jugando un año más en Quilmes, el club que lo vio nacer. Integró los planteles argentinos que participaron de los mundiales 1998 y 2002 a las órdenes de Passarella y Bielsa respectivamente. Luego del retiro, trabajó como ayudante de campo de Simeone en sus campañas al frente de Racing, Estudiantes y River. Tuvo su chance al renunciar Omar De Felippe a fines de junio del presente 2013, cuando se subió a la elite de los técnicos de la primera división en el fútbol argentino, haciendo sus primeras armar en su entidad de origen y con gran crédito de parte de su gente, una situación con la que muchos buenos entrenadores sueñan en vano toda una vida. Lamentablemente, todo indica que su floreciente carrera acaba de terminar. Y que debería repensar muy bien que es lo que le ha pasado, como ha cometido semejante locura siendo una persona que ha vivido en Inglaterra e Italia una vida de lujos y placeres, y que tiene asegurado el futuro de sus bisnietos.

A centímetros de una anciana con bastón, Vivas agrede
Reconociéndome como uno de los que tantas veces dirime diferencias a las trompadas, no deja de asombrarme lo vil y desigual de la agresión, un acontecimiento que nunca debería haber ocurrido, sobre todo en estos tiempos de desarrollo de las comunicaciones, sobre todo tratándose de uno de los actores más expertos ante las cámaras, un técnico de primera, una persona que ha desarrollado su carrera con mucho éxito, uno de esos hombres públicos que  aprendieron hace rato que en el fútbol todo se filma y todo se reproduce, y por eso se acostumbraron a taparse los labios al hablar, por si las moscas.  No puedo no imaginar las llamadas que habrá recibido el agredido, los tantos abogados que habrán hecho la cuenta de lo que Nelson Vivas -hombre millonario en dos cifras de moneda europea- le debe, si el hombre decidiera recurrir a la Ley

El incidente era de por sí poco habitual, uno más de los episodios alucinantes que riegan cada jornada el terreno donde se desarrolla nuestro fútbol. No es el del juego, ni de las tácticas, ni siquiera el de las estadísticas precisas, sino el terreno amarillento del despropósito y la comidilla de cada día. En eso estaba pensando mientras elevo el volumen de la radio, cuando escucho a Mariano Clos presentar al hincha agredido, quien asegura en el extenso reportaje que está sorprendido, que él no lo insultó aunque sí otros hinchas que estaban cerca suyo, que solo le gritó “¡Vivas, (los árbitros) nos están afanando todos los partidos, hacé algo..!”   y que por eso no entendió bien cuando Vivas le respondió “Sí, esperame dos minutos”, aproximadamente el tiempo que tardó en aparecer como un comodín de Titanes en el Ring y sorprender a todos, sobre todo a él mismo, el hincha al que estamos haciendo referencia, que con mucha calma y generosidad agregó: “No pasa nada, lamento que le haya pasado esto, me entendió mal. No voy a hacer ninguna denuncia, ni creo que el deba renunciar, ya pasó, fue un mal momento de Vivas que pienso dar por terminado. Quiero que él sepa que yo siempre lo apoyé y lo seguiré apoyando, que entiendo su error y que no necesito que me pida disculpas…” señaló minimizando además el hecho de que tenía lentes y no presentó pelea, y luego agregó como para que nos quedemos pensando: “Si hubiese sido De Felippe sí, me lo hubiera merecido, porque a ese lo putié en todos los colores. Ese si que me tendría que haber matado…”

Marcelo Calvente

    

miércoles, 16 de octubre de 2013

La Copa o la nada


Pasan los días, y los hinchas granates nos seguimos preguntando como fue que pasó lo que pasó, si ni siquiera los malos resultados habían mellado la confianza en este equipo, un elenco poderoso, que cuando ganaba goleaba, que cuando no, no perdía y que daba la sensación de estar siempre a un paso del buen funcionamiento colectivo, siempre a punto de explotar como gran candidato. Teníamos la memoria llena de estupendas atajadas de Marchesín, de los goles de cabeza de Izquierdóz y Goltz, de salidas elegantes de Araujo, de pases gol de Maxi, del crecimiento notable del Pulpito como jugador de toda la cancha, de los remates del primer Ayala, de la presencia de Somoza, de las corridas de Melano y de sus goles, de los goles y la categoría de Silva y Acosta. Sabíamos -falló lo del Pochi- que faltaba un volante doble función, zurdo, por izquierda. Esperábamos, claro, que la idea de Guillermo terminara de plasmar. ¿A quien no le gusta jugar con tres delanteros? Sólo había que acomodar el resto de las fichas y chaupinela, a buscar la gloria…

Guillermo sabe lo que pasa, pero no lo pudo corregir
El arranque ante Belgrano lo confirmaba, la derrota en Rafaela trajo pocas dudas, los empates ante el Pincha y Vélez pasaron desapercibidos porque enseguida Lanús se iba a aprovechar de Racing, la más fácil del barrio, por la Sudamericana y lo iba a vencer las dos veces, y en el medio iba a golear a Olimpo en La Fortaleza y después iba volver a visitar a la Academia para empatar de manera heroica y dando saludables muestras de carácter -las hazañas se festejan como triunfos- y en seguida aplastar al Argentinos de Caruso, entonces gallardo puntero. Este fue el tope de rendimiento del equipo. La 7ª fecha. La frutilla del postre fue la rotunda goleada a la U de Chile, donde sin embargo, aparecieron muchos problemas defensivos. Se venía la visita a Quilmes por la 8ª, que pasaba su peor momento y venía de ser goleado, un plato a pedir del poder ofensivo de Lanús. Y no, no se pudo, incluso el empate resultó un premio tal vez excesivo, porque se jugó realmente mal. Y peor se jugó en la revancha en Chile, derrota por 1 a 0 aunque clasificación holgada a cuartos de final. La moneda en el aire cambiaba de cara rumbo a la mano y aún no lo sabíamos…


Recuerdo los bombos y platillos que acompañaron la llegada a Lanús de Guillermo Barros Schelloto y su comitiva. Era el tiempo en que Boca hervía en un puchero de Falcioni. Enseguida llegaron las triunfos, las declaraciones piolas sorteando las infaltables referencias al club de la Ribera en las notas, dando señales de cordura y conocimiento del asunto. La construcción de este plantel, las grandes incorporaciones, pusieron a Lanús entre los candidatos previos, y se hablaba  de emisarios de distintos lugares del mundo viniendo por Guillermo. Pero los resultaron dejaron en acompañar,  las respuestas de Guillermo dejaron de ser piolas, y lo que es peor, dejaron de ser creíbles. Que lo árbitros, que no se jugó tan mal, que creamos situaciones, saraza y saraza, mientras el funcionamiento colectivo permanecía ausente tanto en el campo de juego como en los labios del entrenador.

Ramón Díaz, protestas, excusas, pero de fútbol, nada
El partido ante River por la 9º fecha era la cita ideal para volver a la victoria, para volver a acercarse a los de arriba, que ganan siempre. Otra vez la situación de cada uno inclinaba la balanza a favor de Lanús. Las cosas no fueron bien de entrada, pero se mejoró en el segundo tiempo. El Grana parecía estar más entero en el tramo final y tuvo sus chances, hasta que llegó la locura de Goltz, el corolario de varias locuras de los entrenadores en los partidos previos y en este aún más, haciendo un papelón ante las cámaras. Guillermo comprendió a poco de finalizado el partido que había metido la pata, y en la conferencia de prensa trató de bajar los decibeles de su ataque a la terna arbitral. Pero la cosa se agravó a la semana siguiente en Rosario ante Central, por otro desborde más infantil aún que el de Goltz. Está vez fue Marchesín el que dejó a Lanús con diez, con un tiempo y medio por jugar. Por entonces ya no estaba la  carta de quiebre ofensiva, Lautaro Acosta, en Rosario quedé marginado su compadre Silva también por lesión, y los problemas defensivos se acentuaron. Ante Godoy Cruz no hubo nada de nada, el equipo se tranquilizó pero también perdió la fiereza y la combatividad que lo distinguía y se fue entregando anímica y futbolísticamente a la derrota

Es, una vez más, la hora del entrenador. Guillermo ya probó casi todas las alternativas posibles para sostener su 4-3-3 menos la que sugerimos, sumar a Velázquez a la línea media. En campeonatos tan cortos no se puede ensayar sobre una misma idea porque pasa lo que pasó: Lanús ya no corre por el título en el Torneo Inicial. Tiene una segunda oportunidad ante River por cuartos de la Copa, pero acumula tres derrotas al hilo y se le vienen dos compromisos muy difíciles por delante. Irá a Santa Fe, que es un infierno de descontento,  de donde con temple e inteligencia podría sacar partido, y luego recibe a San Lorenzo, al que para vencerlo deberá jugar mejor de lo que lo viene haciendo últimamente. A esta altura parecería más simple armarse de atrás hacia adelante, dos líneas de cuatro y dos delanteros, esperar al rival en la línea media y tratar de lastimar con la velocidad de Acosta o Melano y la potencia de Silva. Guillermo tiene que decidir

Lanús necesita imperiosamente volver a sumar en estos dos partidos para recomponer la confianza y la línea perdida, y derrotar por la Copa Sudamericana a otro que viene también barraca abajo, el River de Ramón Díaz, que todavía no perdió la chaveta pero sí parte del importante crédito que su gente le había dado. Tanto él como Guillermo saben que hasta el choque copero tienen asegurada la permanencia en el cargo. Ambos entrenadores, enfrentados tantas veces en el marco del superclásico, volverán a verse las caras en tres semanas por cuartos de final y por la supervivencia personal, es decir a todo o nada: la victoria y la continuidad laboral para el vencedor, y el fracaso y la renuncia para el que salga derrotado. Nada menos.

Marcelo Calvente

martes, 15 de octubre de 2013

Cuesta abajo


La derrota de Lanús ante Godoy Cruz por 1 a 0 fue el previsible broche a las dos insólitas caídas que la precedieron, el saldo de haber perdido la chaveta de manera asombrosa cuando todavía estaba en carrera por el Torneo Inicial. Se me dio por pensar que si bien para el hincha de corazón es fácil perdonar un desborde como los de Goltz y Marchesín, es lógico, el corazón es menos frío que el bolsillo, que es desde donde los deben mirar sus compañeros, algunos de ellos como mínimo sin agrado. Un plantel al que se le agregaron cinco figuras, al que además se le fueron cuatro del mismo nivel, es sin dudas un plantel en formación, por lo tanto más aún debe haber molestado al resto de los componentes de este emprendimiento colectivo haber resignado chances por desbordes individuales tan infantiles como carentes de lógica y profesionalismo.

Se me dio por pensar, además, cuan difícil debe ser para un entrenador casi debutante como Guillermo darse cuenta de que ha cometido un error grave, que su comportamiento se fue relajando, y a medida que los resultados no llegaban, su carácter infantil fue apareciendo, tanto en el banco como ante los micrófonos y su imagen perdiendo seriedad en simultáneo, lo que pasó es un llamado de atención para su propia carrera, que marchaba sobre rieles. Esto pensé mientras esperaba el final del partido sabiendo que el resultado estaba sellado, viendo que aquel Lanús que mordía en todo el campo de juego, que tenía actitud de equipo grande y se llevaba por delante a sus rivales, sin jugar bien, pero por pura potencia, es el mismo que hoy se entregaba a la derrota con la mirada perdida, concientes de que las cosas salen cada vez peor y de que empiezan a defraudar expectativas propias y ajenas, también las de sus esperanzados seguidores. Me pregunto si los jugadores siguen confiando en esta manera de jugar, pienso que tal vez no acompañen sus movimientos con el ímpetu y la entereza del que cree ciegamente en lo que está haciendo. Me pregunto si Guillermo, quien a juzgar por los muchos intentos, siempre supo que su problema es la banda izquierda, después de tanto probar decida que no lo puede resolver y espere el final de su contrato dando vueltas sobre lo mismo, o si siguen las derrotas, acorta su extensión y busca otro destino.  Por momentos parece que se resiste a aceptar que no puede resolverlo desde lo individual, que no comprende que tal vez sea lo mejor cambiar el esquema de juego, resignando un hombre de ataque por un volante doble función 

Guillermo tiene que superar estas tres derrotas al hilo
Las imágenes siempre fueron elocuentes, aún en las victorias, nos cansamos de señalarlo en este espacio. Lanús no tiene equilibrio en retroceso, sumado a que la falta de Lautaro Acosta le quita explosión en los últimos metros y la de Silva presencia y claridad, la zona media es un campo imposible de ocupar, donde el adversario siempre se las rebusca para sacar ventajas, en tanto la defensa, que hace agua por afuera desde que comenzó a jugar con este esquema, acentúa su desesperado retroceso hasta el área chica, y se expone a rebotes y situaciones fortuitas que le permite convertirle goles a rivales inferiores, que no deberían ni soñar con el arco de Marchesín, a quien es justo reconocerlo, se le deben muchos de los puntos que su equipo sumó.

Tres derrotas al hilo, dos de ellas de local, después de más de un año de invicto en su reducto, serían suficientes para considerar la visita a Santa Fe y el siguiente choque ante San Lorenzo en La Fortaleza, como un plazo lógico para decidir cambiar el rumbo. Pero Lanús aún está jugando la Copa Sudamericana, y no parece  ser River un equipo de temer, sobre todo, si Guillermo logra recuperar a los que están marginados por lesiones, y con todo el plantel a su disposición, hacer foco en esa competencia con renovado optimismo por parte de todos los actores. Lógicamente, todo es opinable, sobre todo cuando no se forma parte del proceso desde adentro y se opina como simple observador, más allá de resultados, merecimientos e imponderables. El largo del equipo, la inferioridad numérica en el medio, la distancia entre líneas, la inseguridad en el fondo, las ventajas por las bandas, son defectos de este equipo que no se pueden negar. Cada quien sabrá cómo se debería corregir el rumbo, Guillermo, según se observa, lo intentó cambiando fichas pero no distribución, no logrando establecer sociedad prósperas, más allá de la que forman Silva, como pivote, y Acosta quebrando la última línea en velocidad, la dupla que de entrada funcionó y dio frutos en la red de enfrente.

Con la imagen desvalida dejada en la noche de lunes surgieron algunas dudas que hasta hoy no se habían evidenciado, y tiene que ver con la disposición física de los jugadores, por la doble competencia pero más por el desequilibrio colectivo que obliga a muchos a no correr –siempre son tres y a veces cuatro los que vuelvan al trote- mientras otros dejan los bofes en la cancha. Se me dio por pensar que fue a esta altura de la competencia, a partir de la 8ª fecha del pasado Torneo Final, Lanús dejó de ser aquel equipo arrollador que ocupaba campo contrario y perforaba con toques y velocidad a las defensas rivales, por entonces además único puntero del campeonato. Fue a esta altura que aquel equipo se desmoronó y quedó prematuramente afuera de la lucha, experimentando un cambio de imagen notorio y evidente. Esperamos que esta mala racha no sea en realidad la misma secuencia, la de un equipo que arranca para soñar, y se despierta sin aire y sin piernas, una pesadilla que lo arrebata del sueño antes de que la competencia ingrese en su segunda mitad.

Marcelo Calvente











jueves, 10 de octubre de 2013

La segunda comunión


Culminada la 10ª fecha, la mitad más uno del Torneo Inicial, el tiempo que imaginábamos de la consolidación de un equipo que insinuaba más de lo que concretó, un equipo que cuando gana aplasta, pero que cuando le cuesta convertir suele perder el control, desarmarse y resignar puntos accesibles. Un equipo que nombre por nombre tiene nivel internacional, con un arquero para campeón, con potencia ofensiva y contundencia en la red, al que sólo había que superar algunas cuestiones que parecían menores. Por entonces, si mirábamos el almanaque de hoy, imaginábamos un Lanús ganador y consolidado en la pelea, en las dos competencias. Era lo que debía decantar, lo más lógico, pero que lamentablemente no pasó y por eso estamos como estamos. No digo que afuera de la competencia local, porque si gana todo lo que queda Lanús es campeón seguro, pero sí en terreno de improbables. No digo que mal en la Copa, porque no parece ser River un rival de temer –convirtió apenas ocho goles en el semestre- pero sí con muchas dudas propias que es necesario superar para seguir avanzando. Esta nota tiene por objeto encontrarle una explicación a porque no resultó lo que esperábamos.

"En Lanús, nos vamos a cansar de hacer goles" dice Acosta
Tendremos que remontarnos a las semanas previas al inicio, a la impactante contratación de Santiago Silva. Con Marchesín, la línea de cuatro que se lee de corrido, el Pulpito cada vez más jugador, las llegadas de Ortiz, Somoza, Melano y el Laucha Acosta,  el broche de Silva sacudió el mercado. Lanús fue como casi nunca el candidato de todos, de un lote que incluía a Boca, San Lorenzo, Racing, Vélez, Newell’s, de prepo River, y varios que se apuntaban como posibles sorpresas. Lanús fue el mejor de todos de la fecha inicial, superando con amplitud al siempre difícil visitante Belgrano de Córdoba. Pero en la siguiente, en un partido atípico cayó en Rafaela, y luego no pudo ganarle de local al opaco Estudiantes y tampoco vencer a un servido Vélez en la 4ª fecha, en Liniers. Por entonces el principal problema de Lanús era la presencia de un Romero algo desganado cortando todos los circuitos -luego de ese partido se logró cerrar la operación de su transferencia- por eso para enfrentar a Olimpo en La Fortaleza debutaría auspiciosamente el tridente ofensivo: Melano, Silva y Acosta, el Laucha aprobando como el que mejor se adapta de los tres -derechos- a la banda izquierda. Lanús volvió a aplastar a Olimpo como había hecho con Belgrano. Pero el  problema principal persistía y se acentuaba: la escasez de marca en la banda izquierda del medio campo. Ayala cada vez más lejos de sus mejores tiempos, tampoco rindió Barrientos, no obstante siempre mostró algo interesante en ofensiva, falló mucho en retroceso; el Pochi, menos que nada, y Pasquini, todavía no es su momento. Por entonces, después de vencer a Olimpo, decíamos en este espacio: El medio es el sector a resolver. Es hora de discutir si a esta altura vale la pena sostener el esquema de tres atacantes netos, teniendo en cuenta principalmente que entre los seis delanteros que el técnico tiene a disposición no hay un solo zurdo” y más adelante agregábamos: “Acosta puede jugar por derecha, y Melano también. Uno sobra. Y ese que sobra falta en el mediocampo, que normalmente queda en inferioridad y pierde la pelota, por lo que  la defensa retrocede para no quedar a mitad de camino y entregar la espalda, y así llegamos al equipo largo, la madre del borrego, el punto flojo de la idea de Guillermo”.

Allí Lanús venía consolidando su juego con el ingreso de Somoza al medio campo, con el gran momento de Silva y con la revelación  del Laucha, cada vez más afirmado por izquierda, ambos como actores y/o partícipes de los goles más importantes. Ya había dejado atrás a Racing por la Copa ganando holgadamente ambos compromisos, y debía enfrentarlo nuevamente por la 6ª fecha del Inicial en Avellaneda. Pero ese Racing, ya sin Zubeldía, parecía ser otro y a punto estuvo de vencerlo. Acá se hizo notoria otra virtud del equipo: El temple, la combatividad, la fibra, atributos que últimamente parecía escasear en los planteles granates, aportes que siempre son bien valorados por los seguidores de todos los clubes. Por entonces, el tema de la semana en los grandes medios era el significativo éxito de los tres ex Boca en Lanús, y el fracaso de Bianchi, ya que en esa fecha Boca perdía por derribo en Bahía Blanca. El empate en Avellaneda supo a victoria, la goleada a Argentinos –hasta ahí inesperado pero sólido puntero- por la 7ª fecha y la gran Vitoria sobre la U de Chile también por 4 a 0 en la ida por la Copa, con todo lo bueno que ocurría en ese momento, y más que nunca hasta hoy, el futuro estaba a pedir de Lanús. Pero llegó el pobre empate en Quilmes, la tonta derrota en Chile -que en realidad no fue derrota en el global- y enseguida el zafarrancho ante River por la 9ª fecha, el día "D" Goltz, que terminó de coronarse en Rosario con el día "D" Marchesín, otra caída absurda y de nuevo un comportamiento infantil, dos derrotas dolorosas e innecesarias que aún se lamentan.

"La cosa no es lo que parece" es el lema público de Guillermo
Un párrafo para el cuerpo técnico granate. Hasta hoy el equipo ha exhibido una preparación física envidiable, siempre terminó más entero que sus rivales, y no se observan jugadores echando los bofes como durante el semestre pasado. Pero sí algunas lesiones, tal vez más de lo esperado. A Araujo le reemplazó con Ayala, a Velazquez con Balbi, a Goltz con Monteseirin, a Ayala con Pasquini, todo sin que se note demasiado. Pero la caída en el poder ofensivo del equipo llegó con la ausencia del Laucha Acosta, el que rompía la última línea rival apuntando la mira directo a su arco. Afuera por lesión, sin su aporte de sacrificio, sin Acosta también se profundizó el crónico problema de la banda izquierda en la zona media. Pereyra Díaz -que por fin mostró buenos atributos- no sintonizó con el resto. Las cosas dejaron de salir, la fortuna de acompañar, Guillermo meta negar la realidad, el plantel se fue poniendo fastidioso, los árbitros aportaron lo suyo, y lo más grave, los mellizos fueron los líderes de las violentas revueltas que terminaron con soldados fuera de combate y dos derrotas difíciles de asimilar. La primera ante River pudo haberlos sorprendido, lo de Rosario ya estuvo demasiado cerca del ridículo. Nunca más, jugadores, hay mucho dinero en el medio.

No obstante lo que no se logró corregir, todavía está a tiempo de coronar el semestre ganando la Copa Sudamericana, para lo cual las soluciones deberían aparecer sin dilaciones: no insistir con lo que no sale y probar otra cosa en lo táctico, pero por sobre todo dialogar y recomponer el optimismo, la confianza y la concentración de los players, dejando de lado reclamos y discusiones entre ellos y con los jueces, situaciones que no ayudan a cumplir los objetivos. Logrando esa comunión,  nada está dicho todavía.  


Marcelo Calvente


lunes, 7 de octubre de 2013

Fútbol para algunos


Finalmente, el superclásico se jugó sin público visitante. River fue superior, Boca convirtió el gol y lo aguantó a lo Platense, y todo continúa con normalidad. Hasta fin de año, anunciaron, se juega así, sin parciales de la visita  A decir verdad, pensábamos que la situación de violencia permanente merecía medidas más profundas y directas sobre los grupos delictivos, sin embargo la prohibición resultó ser un alivio para todos aquellos apasionados que arriesgaban su vida yendo con sus hijos a cancha ajena pese a todo lo que venía sucediendo. Maltrato policial, extorsión trapitera, el desprecio del club local que hacina a los visitantes en el peor rincón del estadio aún cuando no está cubierta ni la mitad de su capacidad, ánimos exacerbados por algún fallo, salidas sin policías, clima de emboscada.

Para la justicia provincial, el asesino del Zurdo no delinquió
Hagamos un poco de memoria. La crisis llegó a un punto de inflexión con la muerte del hincha granate Daniel Jerez. Las imágenes de la brutal represión policial a espectadores comunes que intentaban huir de su furia demencial, sumado a la seguidilla de luchas internas de las barras más importantes y mediáticas -que explotó semanas después con la batalla del bajo flores entre barras de Boca, con dos muertos, antes de un partido con San Lorenzo- bastaban para que cualquier persona conciente tome la decisión sensata de no ir más de visitante. Parecía una medida de emergencia, un manotazo de ahogado de quien no puede ponerse a pensar algo más definitivo y riguroso en respuesta a tanta violencia y de tan distinto sino. Pensábamos que mucho no iba a durar, pero las barras dieron una manito con sus amenazas públicas, por lo que nadie puede ni quiere tomar la decisión de levantar la prohibición, y a decir verdad, tampoco son muchas  ni muy poderosas las voces que lo exigen.

La medida represiva era de una necesidad imperiosa habida cuenta la incapacidad para terminar con la violencia en el fútbol de todos los gobiernos democráticos que sucedieron al último golpe de estado. Se sancionaron leyes que no se aplicaron, se debatieron políticas para combatir un comportamiento violento y creciente, que en tanto no se frenaba, fue cambiando de eje. Hace muchos años que las peleas de barras se transformaron en luchas internas. Es por el derecho exclusivo de extorsionar a los dirigentes de los clubes que los distintos grupos delictivos se enfrentan a balazo limpio. Ya no persiguen a barras rivales, nadie quiere arriesgar soldados peleando por los colores cuando la lucha es contra el grupete del para-avalanchas de al lado, y es por plata y a muerte.

El último viernes, en los momentos previos al inicio del partido entre Independiente y Unión por la 11ª fecha del torneo Nacional “B”, se anunciaba un muy esperado choque entre dos fracciones de hinchas del local. Una de Bebote, la otra de Loquillo, según ellos mismos se presentan. Optando por no suspender el partido, la policía provincial hizo inteligencia entre los grupos antagónicos, produjo varias detenciones y secuestró distintos tipos de armas antes de que el enfrentamiento se produzca. ¿Podrán seguir controlándolo a futuro? ¿Podrán las barras evitar la filtración informativa sobre los sucesos que piensan llevar a cabo? Por lo pronto, los detenidos van saliendo uno tras otro…

"Vieja, agarro las cosas para ir a la cancha...".
Independiente y Boca son dos casos testigos. Los cabecillas son públicos y sus seguidores muy fáciles de identificar, ya que privados del terreno neutral, están obligados a enfrentarse en el patio de la casa, es decir, en el estadio propio y cuando se juega de local. Ya sin público visitante, es nula la excusa de que piden las entradas y los micros pa´ los muchachos. Detenidos y una vez a disposición de la justicia, los famosos cabecillas de estas barras deberían explicar el verdadero motivo de tan difundidas peleas, decir lo que todos sabemos, el dinero del club de sus amores exigido mediante extorsión y apriete a los dirigentes. Tal vez como continuidad de la prohibición al público visitante se pueda ejercer un mayor control puertas adentro -la puerta de la tesorería más precisamente- de las instituciones en situación crítica. No debe ser muy difícil para los entendidos en el tema contable establecer en cada institución la ruta del dinero por el que luchan las barras, ni tampoco dilucidar cuando un dirigente cede por indefensión, miedo o extorsión y cuando lo hace como cómplice. Y de paso también investigar el manejo interno en entidades que firman contratos millonarios con algunos jugadores, mientras les deben cinco meses de sueldo a sus empleados.

Esta lucha contra la violencia en el fútbol, más precisamente por la disolución de las barras bravas, es tan de todos como el fútbol mismo. Porque lo que se afanan es la plata del Fútbol para Todos, que es ni más ni menos que la plata que pagan todos los argentinos, le guste o no el fútbol, un millonario reparto entre las entidades participantes de los distintos torneos, que a su vez distribuyen principalmente entre sus futbolistas, y poco y nada queda para el patrimonio institucional, salvo pocas y conocidas excepciones, como Vélez, 
Lanús y algunos más que intentan copiar la fórmula. A simple vista, la decisión de prohibir el acceso del público visitante en el fútbol argentino es una medida que parte de una incapacidad manifiesta para encontrar otra mejor, al menos una más democrática. No obstante, la misma sirve para despejar un terreno que promete sangrientas batallas que deben ser evitadas con trabajo previo y la lupa de la justicia bien calibrada sobre los sospechosos, hasta que esta modalidad delictiva sea definitivamente derrotada y que los hinchas verdaderos puedan volver a apasionarse en las tribunas sin correr riesgos inútiles.   

Marcelo Calvente