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viernes, 24 de junio de 2016

Sufrir, celebrar y seguir soñando

La gestación del inolvidable Lanús Campeón de Jorge Almirón no fue un lecho de rosas para los hinchas granates. Fueron seis meses de sentimientos contradictorios. Al principio pesimistas de cara al futuro, no había demasiada confianza en el nuevo entrenador, aunque las victorias se acumulaban aún antes de empezar a jugar bien. Hasta la 5ª fecha, el equipo de Almirón siempre lo intentó aunque no siempre logró, no obstante le alcanzó para agarrar la punta con cuatro victorias consecutivas y el empate en San Juan. Por la 6º, en Arias y Guidi, Lanús aplastó a Newell’s con una lección de fútbol bien jugado, firme defensivamente y profundo en ataque. Fue la primera vez que se plasmó en el terreno lo que el DT y los jugadores venían intentando. El buen andar se mantuvo pese a la derrota en Avellaneda ante Racing. Con la seguidilla de triunfos que siguió a esa caída, la gente de Lanús empezó a confiar en el equipo, a ilusionarse con que ésta vez sí, el título estaba más cerca que nunca.

Superando a todos los rivales que enfrentó, el Grana se clasificó a la final dos fechas antes del cierre, y mientras no se definía el adversario, en Lanús volvió la tensión. Cuando se supo que el rival sería San Lorenzo, una buena parte de los hinchas se dejó ganar por la inquietud. De perjuicios y despojos, los Granates saben de sobra. La angustia se terminó cuando la pelota empezó a rodar por el césped de la cancha de River, y Lanús empezó a construir su tarde de gloria, la mejor actuación colectiva y la más notable victoria de su historia centenaria, cuatro a cero sobre el equipo del Papa y de Tinelli, vuelta olímpica en Núñez y celebración en el Obelisco. Ésta vez sí, con el reconocimiento de todos, con amplia cobertura de la prensa especializada, con el renovado fervor de su parcialidad cada vez más numerosa y cada vez más exigente, la ciudad de Lanús vivió su merecida fiesta por la obtención de la cuarta estrella, esa que tanto se venía postergando.

El campeonato se terminó y la borrachera pronto se fue disipando. Enseguida llegó la Copa América, también la Copa de Europa, pero el hincha granate, con la vara de la exigencia demasiado alta, no se termina de enganchar con el juego que se despliega. Quiere que vuelva la competencia local, y mientras espera, mira de reojo las noticias que siempre animan los recesos, el famoso mercado de posibles pases, campo orégano para las operaciones de prensa que llevan a cabo sistemáticamente los periodistas de los medios nacionales, a veces de manera descarada. El hincha de Lanús no tiene respiro. La fiesta pronto dio lugar al sufrimiento. El primero en encender la alarma, cuando no, fue el más idolatrado de sus futbolistas, el Pepe Sand, que en el mismo terreno de juego, minutos después de obtenido el campeonato, deslizó que su continuidad estaba en duda y que la culpa era de algunos dirigentes. De ahí en más, las pálidas se sucedieron una tras otra. El que la siguió fue Román Martínez, que dice que quiere firmar un mejor contrato y que escucha ofertas. Después apareció Iván Marcone, que ante la pregunta cómplice dice que siempre fue hincha de Independiente. Señales de humo, intentos unilaterales demasiado obvios. Y algunas noticias parecen en joda: dicen que se llevan al controvertido Junior Benítez, el mismo que hasta no hace mucho tiempo estaba en la mira implacable de la mayoría de sus hinchas, según parece lo quiere uno de los grandes de Portugal, nada menos que el Benfica, y de concretarse la operación, sería a cambio de una suma cercana a los tres millones de dólares. Sí, ¡por Junior! ¿Quién lo hubiera dicho? Por ahora, es todo chamuyo. Una muestra de lo mucho que falta para que se active el mercado son las pocas operaciones de relevancia que se han concretado hasta el momento.

Los ojos de los dirigentes y representantes del primer mundo están puestos en la competencia europea, y apenas si miran de reojo la Copa América. Recién a partir de cuartos, cuando empiezan los partidos eliminatorios, suelen prestarle mayor atención. Lanús tiene tres de sus mejores valores jugando en Paraguay, pero lamentablemente el equipo guaraní no logró clasificar a cuartos, es decir, esos futbolistas no pudieron cotizarse como se esperaba. Pero ojo, Paraguay tiene un panorama complicado para llegar al próximo mundial y acaba de ser despedido su entrenador, Ramón Díaz. Y según informa el diario Olé, el director de selecciones de Paraguay, Miguel Figueredo, confirma desde Asunción que Jorge Almirón está en la lista de probables reemplazantes. Eso sí es para preocuparse. Si bien los dirigentes de las asociaciones nacionales suelen buscar entrenadores con más renombre internacional, no hay que ser muy inteligente para saber apreciar lo hecho por Almirón en Lanús: en apenas seis meses logró aplicar con notable acierto un esquema táctico revolucionario que lo llevó a consagrarse holgado campeón, que hasta hoy nunca fue superado y que dejó claramente un escalón debajo a todos los rivales que enfrentó, incluso hasta los más encumbrados. Y además lo dicho: tres de los mejores futbolistas paraguayos están a sus órdenes en Lanús

Pronto comienza la Copa Sudamericana, y si no ocurren circunstancias irreversibles, como ser ofertas millonarias irrechazables o incorporaciones fallidas, el equipo granate mantendrá su potencial y será animador principal de la competencia, teniendo como adversarios más poderosos al Atlético Nacional de Medellín, a Emelec de Ecuador, y tal vez a alguno de los equipos brasileños y mexicanos. Esta Copa, la segunda en relevancia a nivel continental, es una buena oportunidad para ver si aparece un equipo que pueda superarlo. Por ahora, con la idea de Almirón y con estos mismos futbolistas, Lanús tiene chapa como para afrontarla con optimismo, y también la Copa Libertadores que disputará durante el primer semestre del 2017. Y el hincha de Lanús, después de tanto sufrimiento, tiene todo el derecho a soñar con ganarla, y luego viajar a Japón para jugar por la obtención de la Copa Mundial de Clubes Campeones.

Marcelo Calvente

miércoles, 1 de junio de 2016

Apuntando a Japón

Las imágenes de fin de mayo son muy fuertes: 30.000 granates desbordando de entusiasmo, copando medio Monumental, la cobertura periodística acorde a un partido tan trascendental, y la goleada aplastante, pocas veces vista superioridad tal en un partido decisivo de este fútbol argentino cada vez más parejo. Las redes sociales reflejan el sentir popular de los simpatizantes de los demás equipos: Lanús es un gran campeón, es el mejor elenco argentino, por lejos el que mejor juega. Imágenes del 4 a 0 final que reflejan la superioridad que el equipo de Almirón, en mayor o menor medida, impuso sobre el resto de sus oponentes, sobre todo cuando pudo alinear a sus mejores futbolistas.

Hay que volver al principio para dimensionar correctamente este final impactante de semestre. Con una unidad política atada con alambre, Lanús arrancó el año sin deudas pero sin plata, cosa que solo los socios más cercanos intuían. La comisión directiva entrante lo explicó con su primera medida: no renovación del contrato de los mellizos, llegada de Jorge Almirón, bueno y barato, según sugirió de maneras varias Nicolás Russo. Apenas cinco refuerzos logrados sin dinero en efectivo, tres de ellos serán fundamentales para potenciar un plantel devaluado por las derrotas y el desequilibrio en el juego: el lateral derecho José Luis Gómez; el volante central y conductor Iván Marcone, y el milagro del Pepe Sand en su última y definitiva versión, la mejor de todas. Con la premisa inalterable de jugar la pelota al pie, sorteando con fortuna algunos errores cometidos durante los reñidos tres primeros partidos, el equipo de Almirón construyó una campaña inédita en la historia del club, jugando seguramente el mejor fútbol de una vida repleta de juego ofensivo y vistoso. El país entero, en algunos casos con sorpresa, así lo reconoce.

Los granates de ley lo disfrutamos no sin temor, y holgadamente llegamos a la definición con la cruz de las últimas cinco finales perdidas de manera consecutiva por Guillermo, al que agradecidos por el título obtenido en 2013, despedimos como se despide a un campeón. Para el recién llegado hubo mucha más cautela. La ilusión fue creciendo a fuerza de victorias, siete de ellas consecutivas, hasta la penúltima fecha, cuando ya clasificado finalista, empató en La Paternal con equipo alternativo y postergó por una semana la agonía de Argentinos. Cuando volvió a alinear a sus mejores once para enfrentar al ganador de la otra zona, San Lorenzo, sin la inexplicable presencia de Mouche y con la sorpresiva y poco confiable inclusión de Junior Benítez en su lugar, el cambio potenció a un equipo que llegaba descansado, y que superó con baile a un rival agotado y disminuido por la ausencia de Ortigoza, la pausa y la claridad que su técnico no pudo reemplazar.


La exhibición Granate en un partido de tamaña trascendencia lo pone en la elite de América, candidato natural a ganar la Copa Sudamericana que se jugará a partir de agosto, y también en la mira ávida de figuras de los grandes clubes del primer mundo. El desafío que Lanús tiene por delante es vender sólo lo necesario, y ante lo inevitable, lo más difícil: remplazar bien a los que se irán, esta vez con un poco más de aire financiero. Todo esto logró Nicolás Russo en estos seis meses, desde que fue llamado de urgencia para frenar el descalabro que dejó la gestión de su antecesor, te guste o no, haciendo equilibrio de una unidad endeble, pero dispuesto a recuperar la antigua solidez.

Las imágenes son muy emotivas y se viralizan en los medios modernos. La multitud en las tribunas de River, las caravanas de ida y de vuelta al Monumental, el obelisco copado por los hinchas granates. El reconocimiento de todos, y la ilusión de que esas imágenes no se conviertan en un recuerdo. Que abran un álbum con muchas hojas por llenar ahora nomás: la Copa Sudamericana junto con el nuevo torneo local, la Libertadores que jugará en el primer semestre del año que viene, a la que clasificó con el objetivo de ganarla y acceder al mundial de clubes, con la ilusión de volver a Japón, o adonde sea que lo convoque la FIFA, a disputarse en diciembre 2017.

Marcelo Calvente