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jueves, 10 de octubre de 2013

La segunda comunión


Culminada la 10ª fecha, la mitad más uno del Torneo Inicial, el tiempo que imaginábamos de la consolidación de un equipo que insinuaba más de lo que concretó, un equipo que cuando gana aplasta, pero que cuando le cuesta convertir suele perder el control, desarmarse y resignar puntos accesibles. Un equipo que nombre por nombre tiene nivel internacional, con un arquero para campeón, con potencia ofensiva y contundencia en la red, al que sólo había que superar algunas cuestiones que parecían menores. Por entonces, si mirábamos el almanaque de hoy, imaginábamos un Lanús ganador y consolidado en la pelea, en las dos competencias. Era lo que debía decantar, lo más lógico, pero que lamentablemente no pasó y por eso estamos como estamos. No digo que afuera de la competencia local, porque si gana todo lo que queda Lanús es campeón seguro, pero sí en terreno de improbables. No digo que mal en la Copa, porque no parece ser River un rival de temer –convirtió apenas ocho goles en el semestre- pero sí con muchas dudas propias que es necesario superar para seguir avanzando. Esta nota tiene por objeto encontrarle una explicación a porque no resultó lo que esperábamos.

"En Lanús, nos vamos a cansar de hacer goles" dice Acosta
Tendremos que remontarnos a las semanas previas al inicio, a la impactante contratación de Santiago Silva. Con Marchesín, la línea de cuatro que se lee de corrido, el Pulpito cada vez más jugador, las llegadas de Ortiz, Somoza, Melano y el Laucha Acosta,  el broche de Silva sacudió el mercado. Lanús fue como casi nunca el candidato de todos, de un lote que incluía a Boca, San Lorenzo, Racing, Vélez, Newell’s, de prepo River, y varios que se apuntaban como posibles sorpresas. Lanús fue el mejor de todos de la fecha inicial, superando con amplitud al siempre difícil visitante Belgrano de Córdoba. Pero en la siguiente, en un partido atípico cayó en Rafaela, y luego no pudo ganarle de local al opaco Estudiantes y tampoco vencer a un servido Vélez en la 4ª fecha, en Liniers. Por entonces el principal problema de Lanús era la presencia de un Romero algo desganado cortando todos los circuitos -luego de ese partido se logró cerrar la operación de su transferencia- por eso para enfrentar a Olimpo en La Fortaleza debutaría auspiciosamente el tridente ofensivo: Melano, Silva y Acosta, el Laucha aprobando como el que mejor se adapta de los tres -derechos- a la banda izquierda. Lanús volvió a aplastar a Olimpo como había hecho con Belgrano. Pero el  problema principal persistía y se acentuaba: la escasez de marca en la banda izquierda del medio campo. Ayala cada vez más lejos de sus mejores tiempos, tampoco rindió Barrientos, no obstante siempre mostró algo interesante en ofensiva, falló mucho en retroceso; el Pochi, menos que nada, y Pasquini, todavía no es su momento. Por entonces, después de vencer a Olimpo, decíamos en este espacio: El medio es el sector a resolver. Es hora de discutir si a esta altura vale la pena sostener el esquema de tres atacantes netos, teniendo en cuenta principalmente que entre los seis delanteros que el técnico tiene a disposición no hay un solo zurdo” y más adelante agregábamos: “Acosta puede jugar por derecha, y Melano también. Uno sobra. Y ese que sobra falta en el mediocampo, que normalmente queda en inferioridad y pierde la pelota, por lo que  la defensa retrocede para no quedar a mitad de camino y entregar la espalda, y así llegamos al equipo largo, la madre del borrego, el punto flojo de la idea de Guillermo”.

Allí Lanús venía consolidando su juego con el ingreso de Somoza al medio campo, con el gran momento de Silva y con la revelación  del Laucha, cada vez más afirmado por izquierda, ambos como actores y/o partícipes de los goles más importantes. Ya había dejado atrás a Racing por la Copa ganando holgadamente ambos compromisos, y debía enfrentarlo nuevamente por la 6ª fecha del Inicial en Avellaneda. Pero ese Racing, ya sin Zubeldía, parecía ser otro y a punto estuvo de vencerlo. Acá se hizo notoria otra virtud del equipo: El temple, la combatividad, la fibra, atributos que últimamente parecía escasear en los planteles granates, aportes que siempre son bien valorados por los seguidores de todos los clubes. Por entonces, el tema de la semana en los grandes medios era el significativo éxito de los tres ex Boca en Lanús, y el fracaso de Bianchi, ya que en esa fecha Boca perdía por derribo en Bahía Blanca. El empate en Avellaneda supo a victoria, la goleada a Argentinos –hasta ahí inesperado pero sólido puntero- por la 7ª fecha y la gran Vitoria sobre la U de Chile también por 4 a 0 en la ida por la Copa, con todo lo bueno que ocurría en ese momento, y más que nunca hasta hoy, el futuro estaba a pedir de Lanús. Pero llegó el pobre empate en Quilmes, la tonta derrota en Chile -que en realidad no fue derrota en el global- y enseguida el zafarrancho ante River por la 9ª fecha, el día "D" Goltz, que terminó de coronarse en Rosario con el día "D" Marchesín, otra caída absurda y de nuevo un comportamiento infantil, dos derrotas dolorosas e innecesarias que aún se lamentan.

"La cosa no es lo que parece" es el lema público de Guillermo
Un párrafo para el cuerpo técnico granate. Hasta hoy el equipo ha exhibido una preparación física envidiable, siempre terminó más entero que sus rivales, y no se observan jugadores echando los bofes como durante el semestre pasado. Pero sí algunas lesiones, tal vez más de lo esperado. A Araujo le reemplazó con Ayala, a Velazquez con Balbi, a Goltz con Monteseirin, a Ayala con Pasquini, todo sin que se note demasiado. Pero la caída en el poder ofensivo del equipo llegó con la ausencia del Laucha Acosta, el que rompía la última línea rival apuntando la mira directo a su arco. Afuera por lesión, sin su aporte de sacrificio, sin Acosta también se profundizó el crónico problema de la banda izquierda en la zona media. Pereyra Díaz -que por fin mostró buenos atributos- no sintonizó con el resto. Las cosas dejaron de salir, la fortuna de acompañar, Guillermo meta negar la realidad, el plantel se fue poniendo fastidioso, los árbitros aportaron lo suyo, y lo más grave, los mellizos fueron los líderes de las violentas revueltas que terminaron con soldados fuera de combate y dos derrotas difíciles de asimilar. La primera ante River pudo haberlos sorprendido, lo de Rosario ya estuvo demasiado cerca del ridículo. Nunca más, jugadores, hay mucho dinero en el medio.

No obstante lo que no se logró corregir, todavía está a tiempo de coronar el semestre ganando la Copa Sudamericana, para lo cual las soluciones deberían aparecer sin dilaciones: no insistir con lo que no sale y probar otra cosa en lo táctico, pero por sobre todo dialogar y recomponer el optimismo, la confianza y la concentración de los players, dejando de lado reclamos y discusiones entre ellos y con los jueces, situaciones que no ayudan a cumplir los objetivos. Logrando esa comunión,  nada está dicho todavía.  


Marcelo Calvente


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