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sábado, 23 de marzo de 2013

Palabras escritas con sangre

24 de marzo de 2013

PALABRAS ESCRITAS CON SANGRE

Cada 24 de marzo, los que sobrevivimos a la dictadura recordamos a los amigos, compañeros y familiares que cayeron bajo sus garras. Entre ellos hay combatientes, delegados gremiales, estudiantes, docentes, intelectuales, periodistas e incluso hombres y mujeres que tuvieron la mala fortuna de estar en el lugar menos indicado, en el momento menos propicio. Como homenaje a todos ellos quiero recordar a un colega ejemplar, y  su recuerdo se contrapone a la más vergonzosa manera de hacer periodismo por parte de la directora de uno de los diarios más importantes del país, ambos ejerciendo la profesión en forma simultánea, escribiendo dos cartas trascendentales y absolutamente contrapuestas, fechadas y emitidas el mismo día. La comparación encierra una descomunal enseñanza acerca de las convicciones, los intereses, los costos y los valores de las personas reflejadas en el uso de la palabra para referirse a un genocidio que condena la humanidad toda. Datan del día 24 de marzo de 1977 y se cumplía un año exacto del golpe cívico militar que sufrió la Argentina. Fueron dos cartas desesperadas, escritas por profesionales de las letras jugados a todo o nada como cuadros destacados de dos bandos enfrentados a sangre y fuego, de cara a un río sembrado de hermanos asesinados a espaldas de la ley.

Ese día, el escritor y militante montonero clandestino Rodolfo Walsh, recorría los buzones de la Capital Federal dejando en ellos la carta abierta más valiente de la historia del periodismo moderno. El genocidio estaba en su hora más brutal. En una Argentina de notables riquezas naturales, cuna de grandes hombres de las artes y las letras, y escenario de uno de los movimientos políticos más populares de la historia del siglo XX, las fuerzas armadas de la clase dominante habían asaltado el poder, montando centenares de campos de concentración a lo largo y a lo ancho del país para torturar y matar a 30.000 ciudadanos. Más de la mitad de ellos, en marzo de 1977 ya estaban muertos. Con las organizaciones guerrilleras en desesperada retirada, miles de jóvenes valientes abandonados a su suerte seguían conspirando contra el régimen opresor citándose en bares, plazas, hoteles alojamiento y lugares públicos, convertidos en aterrados blancos móviles ante las fauces de la tortura y la muerte.

En la mañana soleada del 24 de marzo, armado con su pequeña pistola calibre 22, avanza por la ciudad Rodolfo Walsh. Se cumplía un año del asalto al poder, y  el ex oficial de inteligencia de la organización Montoneros, el estratega genial, el cazador de acertijos y mensajes secretos, iba dejando los sobres que contenían su "Carta abierta de un escritor a la Junta Militar" en los buzones porteños. El periodista comprometido con las luchas de entonces, creador de la Agencia de Noticias Clandestinas (ANCLA), basada en informes de su red de inteligencia, enviaba sus notas por correo a personas determinadas, denunciando la matanza con sus fundamentos políticos y también con sus detalles más horrorosos. Solo y cercado, disfrazado de anciano inocente, Rodolfo Walsh libraba su batalla final. Había cuestionado a la conducción montonera que no supo ver la realidad de una derrota anunciada, advirtiendo que se encaminaban también a un final de locura y de muerte, vistiendo uniforme militar y desplegando mapas alrededor de una mesa de operaciones desde la seguridad del exilio mexicano, mientras su tropa estaba siendo cazada como ratas en la Argentina. Tratando de romper el cerco informativo conformado por los medios que respaldaban del terrorismo de estado que se aplicaba con total impunidad, más los que omitían informar,  en su último día de vida Rodolfo Walsh, dejaba su carta póstuma en varios buzones del correo de Buenos Aires.

Desde el diario Clarín, el mayor multimedios nacional de los últimos treinta años, ese mismo 24 de marzo de 1977, su Directora, Ernestina Herrera de Noble, realizaba un balance político, una especie de feliz cumpleaños al festín sangriento, con un texto tan incondicional y fervoroso como solo lo puede ser la arenga de un General a su tropa. Ese mediodía, baleado mortalmente frente a uno de esos buzones, Rodolfo caía en la esquina porteña de San Juan y Entre Ríos, junto a un puesto de diarios que vendía un Clarín a cada instante. El Clarín del 24 de marzo del 77 cuya editorial terminaba diciendo: "El triunfo del orden no pudo ser más amplio. El Estado nacional tiende francamente monopolizarlo y esa es la voluntad del gobierno de las FF. AA. Ello se ha logrado a un muy alto costo, que afecta a todo el cuerpo social. Una revolución en curso tiene que verificar la marcha en todos los frentes. Colocarlos en pareja progresión constituye una condición de la victoria. Y, en todo caso, un compromiso que no cesa, porque con las FF. AA. lo ha asumido toda la nación." Es la proclama política de la asociación delictiva que integraba la bella bailarina de cabaret que sedujo a Roberto Noble hasta lograr el matrimonio, la herencia y dirección del diario en el que con su firma se publicó la nota cómplice que concluye con el párrafo que antecede a estas líneas.

El desenlace de la secuencia es el reconocimiento que año tras año recibe en el mundo entero la figura de Rodolfo Walsh. La historia del periodista comprometido que dio la vida por sus ideales disparando palabras que atravesarán el tiempo para convertirse en leyenda del verdadero y duro oficio de escribir, palabras como balas que siguen hiriendo al enemigo que entonces en desigualdad enfrentaba. “El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades” dice Rodolfo Walsh en el segundo párrafo de su legendaria carta. Palabras inmortales que 36 años después de ser escritas caen sobre los responsables del brutal genocidio, muchos de los cuales purgan su condena tardía aunque implacable. Palabras escritas con sangre, desesperación y valor por el gran Rodolfo Walsh, marcando un antes y un después en la historia del mejor periodismo.

Marcelo Calvente
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Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.com

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