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miércoles, 13 de marzo de 2013

De la literatura infantil


Pretender que el nuevo escenario de la violencia en el fútbol tenga que ver con el fútbol, con la pasión y el folklore que disfrutamos los que amamos a una divisa en este deporte maravilloso, es como pretender que Caperucita se termine comiendo al Lobo. Un cuento infantil, un relato imposible. Pretender que el delito generalizado en torno a los clubes de fútbol es un episodio de lo que solemos llamar “La Violencia en el Fútbol”, todo un rótulo que significa que muertos por avalanchas, por balas policiales, por vestir una camiseta en terreno “enemigo” e incluso aquellos que han muerto en enfrentamientos entre hinchadas antagónicas, todos estos y otros muertos, están incluidos en tan amplio marco descriptivo. La muerte siempre estuvo cerca del fútbol. Pero lo que está pasando hoy no. Porque lo que está pasando hoy en todos los clubes argentinos con sus hinchadas poco tiene que ver con lo que pasaba en los tiempos inaugurales de la barrabravización, a fines de los setenta, en tiempos de D'angelo al frente del Club Lanús, que los piloteaba como una maestra jardinera a sus pollitos. Ni cuando le tocó a González, a Néstor Díaz Pérez, a Pichi Solito, a Chebel, y hasta a Maron y Russo, ya en este siglo y en pleno desmadre, todos ellos pudieron contenerlos por su valentía para poner los límites y su amor a la institución. Gracias a ellos Lanús está donde está. Así están los otros clubes. El delito que se está cometiendo con ellos no es nuevo, y se llama extorsión. Un delito del ámbito penal. Nada que ver con los doce pasos.

El edificio de la calle Viamonte, mucho más que una sede.
Lo que está pasando en el fútbol tiene que ver con la indefensión  de sociedades civiles sin fines de lucro manejadas por sus socios ante el delito, obligadas a mover fortunas para permanecer en su nivel de competencia. Con dirigentes que se ven presionados a entregar dinero, respaldo y medios de desarrollo al grupo que luchó a muerte para ser el depositario de ese botín preestablecido llamado Barra Brava. Dos cosas han sucedido para que este delito no tenga nada que ver con el fútbol: Los dirigentes ya no pueden poner el límite porque los delincuentes han demostrado con sangre no tener límites. Saben que no tienen protección. Y con el agravante de que se trata de financiar delitos varios en vivo y en directo, con los malhechores atendiendo a la prensa rodeados por abogados prestigiosos. ¿Que tiene que ver esto con el fútbol? ¿Nos hemos vuelto locos todos al mismo tiempo?

Oneroso manto la palabra fútbol. Uno viene señalando públicamente que no se puede ir más a la cancha de visitante. La policía te maltrata, te emboscan los hinchas rivales, trapitos integrantes de la barra anfitriona te sacan plata para no romperte el auto, ni se te ocurra subir a un tren con la camiseta de tus amores si en ese tren van enamorados de otra casaca. Y cuando llegas a la tribuna te encontrás con que te han el peor rincón, que te han dado menos espacio y te hacinan, mientras sobra lugar en el resto del estadio. Todo en el marco general de tragedia latente que se vive en la mayoría de la canchas argentinas. Y cuando lo comentás en voz alta te tiran con la camiseta: “¿Sos un amargo, cómo no vas a ir de visitante? ¡Yo no puedo no ir a ver a Lanús! ¿Cómo vas a preferir verlo por televisión?” te dicen, incluso amigos que quiero y respeto, amigos queridos que cada quince días agarran a su mujer e hijos de la mano, todos vestidos de granate, toman un tren y un bondi para ir a la cancha de Quilmes, por citar un ejemplo, un lunes lluvioso por la noche, en pleno invierno. ¿En serio no estamos todos locos? ¿De verdad pretenden hacernos creer que la comisión directiva de la AFA, integrada por los dirigentes que en su gran mayoría están siendo extorsionados por un grupo de gente que asesina sin pudor, lo han demostrado, tomen en conjunto la decisión de impedir el ingreso a sus respectivos estadios a los extorsionadores de sus colegas, gente que mata. MATA. MATA? ¿Se entiende?

Caperucita y el Lobo Feroz.
Pero hay cosas que de verdad no se entienden. Cosas que tienen que ver con la alta política. Soy un tipo agradecido de que el fútbol sea para todos, y tengo que confesarlo, trato de no comparar su costo con su equivalente en comida, escuelas ni hospitales. No quiero saberlo. Pero si me gustaría que esa inversión de todos decidida por algunos redundara en un producto de primer nivel, incluso permitiendo y fomentando el ingreso de grandes anunciantes. ¿Como no sería un gran espectáculo el fútbol argentino si no fuera por el desastre organizativo en el que vive, inmerso en la violencia irreversible? ¿Porque los televidentes tenemos que soportar la participación de relatores y comentaristas que los que no son directamente ridículos, como mínimo, no están capacitados para su tarea,  ya que su inclusión se debe al pedido de un muchacho amigo, mientras los que amamos el fútbol, para que no nos distraigan, preferimos escuchar una radio a destiempo? Por suerte alguien les hizo saber que lo de las dos familias de equipos antagónicos sentados amigablemente a la mesa era impresentable, por suerte ya no lo hacen más. El gobierno se decidió a pagar el costo de mantener un campeonato de fútbol de nivel digno, y se limita a entregar ese dinero -tres veces mayor- a la AFA para que lo reparta entre los clubes según lo acordado previamente, como ha sido siempre. Tanto para ustedes seis, tanto para ustedes cuatro, ustedes agarren ésta y que cada uno haga lo que pueda. Varios clubes ya saben lo que algunos de sus socios pueden llegar a hacer. Larga es la lista y todos están impunes. El fútbol es otra cosa. Abran los ojos, periodistas alineados con uno y otro parecer político, esto está muy infiltrado, se utilizan muchos policías, eso nunca es bueno, hay probada connivencia, hay tipos que matan que viven entrando y saliendo de las presidencias de los clubes. ¿El Gobierno no entiende que compró una bomba de tiempo trágica y sangrienta con la mecha prendida? ¿A nadie se le ocurre que hay que apagarla antes de que sea demasiado tarde?

Está claro que todo ocurre en el marco del fútbol, la publicidad oficial de lenguaje escolar no alcanza a tapar las tremendas escenas que se viven en directo a todo el país cada fin de semana. Pero no se confundan ni nos quieran confundir, esto no es el fútbol, no son simpatizantes fervorosos subidos al paravalancha, hablemos adúltamente, es el delito organizado apoderándose del impresionante negocio del fútbol, en bermudas y gorrita y al ritmo de cumbia. ¿Nadie lo dice..? A ver, chicos, presten atención: Se trata de un lobo bruto y malvado. Está claro que no lo va a parar Caperucita, mejor que venga el Oso Yogui y que traiga al Guardabosque. Pero que no venga con los Pitufos, ya está demostrado que no sirven. Habría que probar con Brigada “A” y a tomar la leche porque si no nos apagan el televisor.

Marcelo Calvente

2 comentarios:

  1. bien marcelo .pero de parte de la politica y de la presidencia lograron eso menos gente en la cancha y mas prendidos en la tele.de mi parte me sacaron el folclore del futbol sano q hace 40 años tenia .ir a la cancha era lo mas sagrado ahora la tele por miedo q te caguen a palos o te maten. un granabrazo

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  2. bien marcelo .pero de parte de la politica y de la presidencia lograron eso menos gente en la cancha y mas prendidos en la tele.de mi parte me sacaron el folclore del futbol sano q hace 40 años tenia .ir a la cancha era lo mas sagrado ahora la tele por miedo q te caguen a palos o te maten. un granabrazo

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