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Messi no logró imponer su fútbol en la altura de La Paz. |
"Lionel, quiero que sepas que este gol
que no hiciste y esta pobre actuación que tuviste conforman apenas un día de
tu vida en el que no brillaste, algo poco frecuente en vos, un día
que pronto pasará al olvido con otra gran actuación como las de
siempre. En cambio esta atajada mía y mi gran
actuación, no olvides que soy el arquero suplente y que vengo de
comerme cuatro de los cinco que nos metió Colombia, conforman la
jornada estelar de mi opaca vida deportiva. Espero que compartas esta
alegría conmigo y que le des brillo con tu ilustre figura, Lionel”.
Después de ver varias repeticiones de la gran tapada del golero
boliviano, la figura de la cancha en el encuentro Bolivia - Argentina por las eliminatorias mundialistas, saliendo victorioso de un mano a
mano ante Lionel Messi, algo así como enfrentar un pelotón de
fusilamiento ordenado por Aramburu y salir con vida, después de
dimensionar la situación y pensar mucho, es lo que le habría dicho
yo a Lionel Messi si fuese sido Sergio Galarza, a quien durante el
relato de la jugada de su vida Walter Nelson no nombra, y su
comentarista se refiere a él como el golero boliviano. Seguramente
Messi lo habría entendido y sin dudas una casaca del mejor jugador
del mundo a esta hora estaría siendo contemplada por los hijos de
Sergio Galarza, admirados y orgullosos de su padre. Sin embargo,
Galarza dijo que le dijo “Te felicito por lo que estás haciendo a
nivel internacional”, y Messi le respondió con una palmadita en la
cintura, casi sin mirarlo, es lo que le dicen a cada momento. Fuera del área, Galarza no estuvo la altura de las circunstancias
“¡Casi meto la pata con lo del nueve
Uruguayo, que boludo!” dicen que le dijo Gustavo López, conductor
del equipo periodístico de la radio La Red, líder en mediciones en
el rubro programa deportivo radial, al compañero que hizo todo por
salvarlo del papelón que acababa de hacer al aire el oriundo de
Lanús, un día de enero de 2013 durante el receso, cuando Independiente estaba en
dramática búsqueda de un nueve que lo ayude a salir del infierno
real, el de la pérdida de la categoría, un infierno que el Diablo
jamás pensó en conocer. Esa mañana, después de forzar burdamente una discusión
sobre las probables incorporaciones para el Rojo, López inició una
insólita parábola bíblica para que el elegido sea el uruguayo del
Liverpool, Carlos Núñez, 15 goles en 54 partidos, de rendimiento decreciente y breve y frustrante paso por Peñarol.
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Gustavo López, conductor de Un Buen Momento. |
Unos días antes López ya había entrevistado en su programa al presidente del Liverpool rioplatense, que no ocultó su desesperación por colocar al pibe como
sea. Unos días después arrancó su programa imponiendo el tema de que
Independiente necesitaba un nueve sí o sí, que la guita la tienen que poner, que si no se van a ir al descenso, desestimando la problemática economía del club de Avellaneda. Desestimó además, uno tras otro, las
condiciones de todos los posibles aspirantes al puesto, para
finalmente agregar que el jugador ideal era este muchacho Núñez, que él
personalmente había viajado a Uruguay para verlo en acción, y
gracias al compañero que le hizo la seña de que Núñez no estaba
jugando, pudo corregir y decir que lamentablemente había ido en vano
por que al final el muchacho no pudo jugar, para concluir su
desesperado intento con una argumentación extraña para un periodista
del nivel que su posición exige: “Independiente tiene que traer un
nueve uruguayo, tiene que ser un uruguayo potente que la meta, viejo, un delantero con buen juego aéreo como este pibe” dijo acerca del joven atacante de
1,74 de estatura. Minutos después, al mismo compañero de la seña
que lo salvó del bochorno total, le dijo “Te agradezco de
corazón, espero que no se haya avivado nadie”, y el compañero,
más añoso y con muchos ciclos radiales en el lomo, sabedor que Gustavo López acababa de poner fecha de
defunción a su futuro profesional, le respondió
con una sonrisa triste y un par de palmaditas en la espalda. Su amigo tuvo una chance para la que no estuvo a la altura.
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Alejandro Apo, comentarista de Fútbol para Todos. |
Alejandro Apo duda, no puede no dudar.
Al menos debe sospechar que no debe estar haciendo bien su trabajo,
Internet te permite saber al instante lo que piensan de ti tus detractores, y no son los
cyberinsultos tan extendidos lo que preocupa, preocupan más las
críticas respetuosas y fundamentadas. Apo fue el compañero de
fórmula del mejor relator de todos los tiempos, Víctor Hugo Morales, nadie pudo igualar la calidad de su mensaje, sus metáforas que
veces transforman un estadio en el Colón. Sin brillar, Alejandro Apo
lo acompañó dignamente en los mejores momentos del fútbol
argentino, y estaba a su lado cuando el uruguayo desde los hombros de Maradona se subió a la
historia con el barrilete cósmico que el 10 construyó y Morales relató con imaginativo
talento. A 27 años de aquel momento no puede no darse cuenta que el hincha de fútbol de hoy espera el
inicio de las transmisiones rezando para que su montañesa figura no
aparezca. Apo había logrado imponer un modelo de programa, el
primero que le puso nostalgia, emoción y lágrimas a la historia de
nuestro fútbol, con ese modelo además recorrió el país
presentando un espectáculo sensiblero y barrial, un poco berreta,
digamosló, pero bastante exitoso. No puede ser de otra manera, si nadie le dice que comentando fútbol su carrera se encamina al abismo, indudablemente Apo se está quedando sin amigos. Cuando Apo consulta si está haciendo bien su trabajo de comentarista de fútbol por TV, seguramente recibe sonrisas forzadas
y algunas palmaditas en la espalda.
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Jorge Bergoglio, alias Francisco, el Papa santo. |
El jesuita argentino Jorge Bergoglio fue ungido Papa
para llevar un tardío mensaje de acercamiento de la Iglesia a sus
fieles. Así lo indicaron sus primeras apariciones públicas, que
incluyen la foto con la camiseta de San Lorenzo, de quien se
reconoció más hincha que Viggo Mortensen. “Y que gane San
Lorenzo”, dijo entre bendiciones, misas y homilías a pocas horas de su asunción. Unos días
después circuló por la red la foto de un carnet en el que se
consignaba que en 1955 Jorge Bergoglio se desempeñaba como
pro secretario de Huracán, el empobrecido clásico rival de los
Gauchos de Boedo. Pese a la prontamente demostrada falsedad del
documento, la foto dio la vuelta al mundo sembrando un mensaje
nocivo. ¿El Papa fue socio de Huracán y ahora dice ser de San
Lorenzo? ¿Es que ya en nadie se puede creer? Eso se preguntaron millones
de personas al conocer la especie.
No obstante, Bergoglio sintió un
escozor. Ahora sabe que como hombre de fama muy reciente, que
alcanzó con estrépito al ser ungido Papa, está sometido al peligro
de la red. Nadie sabe que foto suya que no recuerda puede aparecer y
complicarle la vida. Hincado frente a su Dios, el nuevo Sumo
Pontífice se confiesa y eleva la vista a su señor que lo mira desde
la imponencia de la Santa Cruz. Bergoglio cree adivinar en la mirada
del Supremo una respuesta: “Hijo, mis manos están
clavadas a la Cruz, deberás arreglarte solo, pero te doy un consejo, no nos metamos con el fútbol argentino, eso no se arregla dando palmaditas..."
Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.com