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miércoles, 3 de abril de 2013

Reto al destino


Una rápida mirada previa al choque de Lanús ante Quilmes por la 7ª fecha del Torneo Final, con el resto de  los partidos ya jugados, daba cuenta de la relevancia que el enfrentamiento entre los equipos del sur del Gran Buenos Aires tenía para el futuro de la competencia, cuando aún falta disputarse la mitad más dos de los encuentros. Lanús llegaba invicto con 16 unidades, lo mismo que tenía Newell's, que ya había vencido a San Lorenzo, en tanto 14 tenía Godoy Cruz, vencedor de San Martín en San Juan, y 13 había sumado River, tras empatar 0 a 0 con Vélez en un partido inolvidable por lo olvidable. Los demás, lejos, demasiado lejos, tanto en puntos como en categoría individual y colectiva. Una victoria granate, sumado a la diferencia notable que en el campo de juego el equipo de Guillermo Barros Schelloto establece ante todos y cada uno de sus rivales, empezaba a sellar prematuramente el destino del campeonato. Finalmente fue empate en 2 en un emotivo partido, un resultado injusto que significó un alivio para todos los simpatizantes del fútbol argentino que no adhieran a la divisa que lucieran Strembel, Guidi, Lodico, Pelletieri y el Pulpito González, por citar una descriptiva y sugerente sucesión casi centenaria.

 Romero, una de las figuras de Lanús, marcó el descuento
La cosa no arrancó bien para Lanús. El mellizo no cuenta con el único jugador titular que no tiene un claro reemplazante, el Pipi Araujo, quien arrastra una rebelde lesión muscular sufrida en la fecha inical que le impide volver al primer equipo. Las alternativas eran tres: Apostar por Izquierdoz como lateral, uno de los de mejor rendimiento cada vez que le tocó jugar, incluso en esa posición; intentar con el pibe Herrera, que no es lateral pero tiene condiciones para serlo, o la alternativa por la que optó, bajar a Ayala de la mitad de la cancha y armar un mediocampo con Pizarro por derecha, el Pulpito en el círculo central y el Pochi Chávez por izquierda, con la colaboración de Regueiro en los relevos del movedizo ex volante de Boca, que quedó bastante claro, le cuesta establecerse cerca de de la banda. Seguramente la apuesta tiene que ver con que la dupla creativa entre Pizarro y Chávez brilló ante Arsenal, pero esta vez ambos demasiado imprecisos no repitieron sus buenos encuentros. Lanús otorgaba ventajas por su sector derecho, Vizcarrondo mostraba inesperados problemas de movilidad y Goltz no estaba en una de sus grandes jornadas. No había terminado de pasar el quinto minuto de juego cuando un pelotazo frontal de Sebastián Romero encontró distraídos a todos los del fondo y también a Agustín Marchesín, que se sorprendió ante lo que casi nunca pasa, y “Cachete” Oberman quedó cara a cara con el golero granate para definir con un toque certero. La noche se iniciaba con malos presagios.


Basado en las muy buenas actuaciones de Pulpito González en la distribución y Romero y Regueiro desequilibrando por sus respectivos sectores, durante lo que restaba de la etapa el Grana hizo méritos de sobra como para empatar. Quilmes no volvió a inquietar y en cambio Lanús, monopolizando el balón y volcado en campo rival, dispuso de varias situaciones que no pudo concretar y estableció un dominio que tuvo en el empleo sistemático de la interrupción del juego por parte de la visita su principal obstáculo. El entrenador del Cervecero, el ex combatiente de Malvinas Omar De Felippe, hombre que sabe de batallas desiguales, al encontrarse en ventaja tan tempranera, desplegó la única estrategia que a su entender podía resultarle: Tratar de no jugar. Y el árbitro Loustau, hay que decirlo, no quiso ser su cómplice y entre los 15 y los 30 de la etapa inicial penó con rigor el ostensible anti-fútbol al que se abrazó Quilmes con cinco amarillas y una roja. No obstante, los equipos se fueron al descanso con la mínima ventaja parcial para el Cervecero.

El complemento se anunciaba monopólico del trámite por parte de Lanús, y desesperado y limitado para un Quilmes con un hombre menos y medio equipo al límite de la expulsión, así fue desde el inicio, que se jugó desde la mitad del campo hasta la valla de Trípodi con absoluto dominio del local. Guillermo había establecido en el entretiempo una línea de tres defensores, con Goltz por derecha y el venezolano como único central, Ayala en la posición de volante izquierdo, el Pochi libre y Regueiro mas de punta, Lanús empezaba a ser mucho más claro y punzante Pero estaba dicho, la noche presagiaba tormenta y en una escapada unipersonal de Fernando Elizari superando a González y corriendo en forma vertical a Marchesín desde su propio campo, encontró una vez más escasa respuesta defensiva de Vizcarrondo y definió con categoría sobre el cuerpo de Marchesín, poniendo un sorprendente 0–2 que como en cada derrota inesperada de local, reavivó el estigma de lo Globetrotters. Quedaban más de 40 minutos por jugarse, pero la cosa empeoraba.

Guido Pizarro, autor del empate, un verdadero golazo 
Luego del gol de Elizari llegó lo mejor de Lanús. A los 13’, con un centro a la perfección enviado por Regueiro y un buen remate de sobrepique de Romero descontó, y cuatro minutos después, con una excelente habilitación de Romero y un toque magistral de Pizarro estableció una igualdad más que merecida. A más de treinta minutos del final, ahora todo era auspicioso para Lanús, que trató de ceder terreno para algunas contras que Quilmes logró sacar entre Facundo Diz, Leandro Díaz y Cauteruccio, reemplazantes de Telechea, Oberman y Elizari, pero sin descuidarse en el fondo. El Grana tuvo varias situaciones para marcar, tal vez la más clara fue un cabezazo de Regueiro que reventó el horizontal, hasta que lentamente el partido se fue encaminando hacia el empate final, un resultado que Quilmes habría firmado antes de empezar y que Lanús terminó aceptando, teniendo en cuenta que a punto estuvo de perderlo. No pudo mantener la ventaja de tres puntos pero sí el invicto. Y en un torneo donde a todos les cuesta mucho ganar y sostener un rendimiento propicio, no perder un partido en el que estuvo abajo por dos goles terminó siendo un buen resultado, sobre todo porque no resignó la bandera del buen trato de balón y la pelota al pié, y porque  tuvo el temple necesario como para torcer un destino de derrota injusta que después de la segunda conquista visitante parecía inexorable.

Marcelo Calvente

   

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