Faltaban menos de 24 horas para
el inicio del Torneo Final, cuando el jueves 6 de febrero por la noche Marcelo
Tinelli recibió el llamado del jefe de Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich,
dando por terminadas las negociaciones y abortando su propio plan para que el
popular conductor televisivo se haga cargo del Fútbol para Todos. Como sabemos,
un día después el ciclo arrancó sin cambios significativos tanto desde lo
periodístico como desde lo estético. Corriendo contra reloj, Tinelli había
dejado fluir la información acerca de algunas modificaciones que pensaba
realizar, como el ingreso de Mariano Closs, Juan Pablo Varsky, Sebastián Vignolo
y Diego Latorre, cuatro de los mejores relatores y comentaristas de nuestro
medio, y la salida de Marcelo Araujo, Julio Ricardo, Alejandro Apo, Javier
Vicente, Roberto Perfumo y algunos más, verdaderos artífices de que millones de
televidentes tengan que bajar el volumen de sus receptores ante lo
impresentables de sus respectivos trabajos durante las emisiones de los
principales encuentros de la máxima categoría del fútbol argentino.
Varsky, uno de los mejores en lo suyo, afuera del FpT |
Perfumo, fulback de ríspido y balbuceado comentario |
Hace siete días analizábamos la
cuestión desde la óptica de los clubes argentinos que integran la AFA. Tinelli se
acercó al Gobierno desde su rol de productor televisivo para mejorar las
transmisiones de fútbol obviando su pertenencia a la entidad madre como amo y señor de uno de los clubes miembros más
importantes. Sus pares, al menos públicamente, nada dijeron. De haber
prosperado el acuerdo, la contemporaneidad de los dos roles de Tinelli lo
habrían convertido en el dueño de todas las decisiones, la germinación de otro
Grondona más joven y activo, mucho más mediático y popular, y por lo tanto más
peligroso aún. Visto de esta manera, es muy bueno que no haya prosperado, tanto
como malo es que finalmente Closs,
Varsky, Latorre y Vignolo queden al margen de la
TV Pública. Penosamente, el fútbol seguirá
a la deriva por un tiempo más. Ahora parece que se hará cargo la agrupación
juvenil creada por Néstor Kirchner en 2003 con Máximo como interlocutor
generacional de un pequeño grupo de militantes, que en estos años han logrado
captar enormes sectores de participación juvenil, y seguramente su estilo desprolijamente
combativo se reflejará en los mensajes de la pantalla en busca de votos. Extraña
que no se den cuenta que estos pésimos -y muy caros- periodistas espantan a los
televidentes de todas las edades, banderías políticas y futboleras, incluso a
los propios compañeros de la corriente partidaria que ellos integran. Extraña
que no se den cuenta lo que significa que multitudes de argentinos tengan que
seguir bajando el volumen para poder disfrutar de los partidos...
Pero lo que más nos preocupaba
hace siete días era el rumor que circulaba detrás de la noticia: Que entre lo
que Tinelli ambicionaba estaba el negocio de las apuestas oficiales. Los
periodistas deportivos que lo señalaban se cuidaban sin disimulo de no emitir
opinión, tanteando el impacto del trascendido. Y como tal vez algo escondido
detrás del sainete que vivimos con la frustrada negociación, el impacto no fue
tal, alguno pensará que la idea ya pasó la prueba de la blancura. Sería
aconsejable no olvidarlo y seguir
prestando atención al tema del escolazo legal y lo mucho y muy malo que con su
regulación puede sucederle a nuestro deporte más querido. Porque alguien, seguramente sin dar demasiadas explicaciones,
lo va a tratar de implementar en pocos meses. Cualquiera, incluso el propio Tinelli.
Marcelo Calvente
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