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viernes, 7 de febrero de 2014

Una victoria que sirvió para seguir creciendo

Decíamos ayer nomás, cuando el 2 a 0 Granate en Caracas era cosa juzgada, que el pase  a la fase de grupos estaba concretado, no porque en el fútbol no pueda haber sorpresas,  siempre las hay, pero sí porque entre Lanús y Caracas las diferencias de categoría eran a prueba de ellas.  No había manera. Solo un rayo maléfico podría cambiar ese rumbo, uno de esos que han caído y mucho sobre los granates en el pasado en forma de injusticia o derrota inesperada. Ya no. Hoy Lanús presenta el equipo de mayor relieve internacional de su historia, Globetrotters, Albañiles, los de Cúper, Ramón, Zubeldía y Schurrer incluidos. Justamente fue el de Chucho, con Pavone, Camoranesi, Regueiro, Pereyra, Fritzler y Teo Gutiérrez que fuera eliminado por penales por el Vasco, el equipo granate de mayor categoría y renombre individual. En ese sentido, tal vez el de Guillermo esté un escalón abajo. Pero está dos escalones arriba si hablamos de la construcción de un elenco sólido, equilibrado y muy ofensivo, que parece haber adquirido definitivamente una línea de juego con el aporte de hombres de experiencia, ambición y mucho criterio colectivo, con un entrenador despierto -después de un par de chisporroteos allá por la fecha 11 del Inicial- que hace trabajar tácticamente al equipo en la semana, y lo aplica con paciencia y probando variantes en los partidos por los puntos.

Carlos Araujo llegó al fondo y tiró el centro para el gol
Repasemos algunas cuestionas tácticas que son ilustrativas para dimensionar cual es el presente del equipo.  Desde que Guillermo tomó la decisión de jugar con tres delanteros tuvo que enfrentar dos problemas principales. La distancia que separaba a las líneas, los demasiados metros entre los del fondo y los atacantes, y los muchos metros entre ambos con los del medio. Por entonces el desafío era juntar la línea de atacantes con la de volantes cuando se tiene la pelota, y presionar la salida del rival desde su campo. Si el rival supera esa presión o la esquiva saliendo largo, si logra ocupar campo granate, juntar a los volantes con la línea de cuatro y plantarse lo más lejos posible de Marchesín. El problema principal se producía cuando el adversario pasaba las dos líneas de adelante con un par de movimientos y se venía vertical, agarrando con espacio y mal parados a los zagueros de Lanús. Por entonces nos convertían esos típicos goles del golpe por golpe, con los defensores llegando al área chica de Marchesín con la lengua afuera por la carrera desesperada.

La consolidación de Somoza -figura excluyente de la noche de ayer- entre los once fue fundamental para empezar a corregir esa deficiencia de longitud. El tipo tiene un imán, y sabe como y para que lado jugarla para lograr el control definitivo de una pelota recién recuperada. En el último Torneo Inicial, Lanús no sólo fue el elenco más goleador -30 convertidos-  también fue el de mayor diferencia de gol a favor, + 14. Pero no fue la valla menos vencida -16 recibidos- dos más que los mediocres River y Estudiantes. Esto último es lo que el técnico ensayó ante el Caracas. No quedar nunca defendiendo solo con los zagueros, no atacar nunca con los tres de arriba aislados, sino con la llegada de los volantes tanto para atacar como para defender. Es cierto que el rival no es medida, pero en ese aspecto se trabajó muy bien las sociedades entre líneas. De avanzar en este sentido,  resultará mucha más difícil generarle situaciones de gol claras, y será menos sencillo convertirle.

 Ayala convirtió y festejó con rara danza guaraní
En los últimos tiempos Lanús se ha consolidado físicamente. El preparador físico del que huyeron Regueiro y Camoranesi conforma a los jugadores de este plantel. Lo llaman asesino pero se dejan matar por él con gusto, a conciencia, porque confían en la importancia de su rigor. Saben que lo que hicieron desde lo futbolístico durante el semestre que pasó estuvo cerca de lo admirable, y también saben que desde lo físico y el espíritu de sacrificio, lo del Grana rozó la  hazaña. Saben, en síntesis, que desde el cuerpo técnico se señala el camino correcto, se han consagrado campeones sudamericanos, y estuvieron a un pelito de la doble coronación. Saben muy bien, no tienen dudas, que el principal objetivo es ganar la Libertadores y se sienten capaces de lograrlo

Lanús le jugó la revancha al Caracas como juega todo equipo que va ganado dos a cero ante un rival inferior pero respetable. Jugó con cierta displicencia en algunos pasajes y en las pocas ocasiones que tuvo antes del golazo de Ayala le faltó puntería en la definición. Pero el encuentro le sirvió para ensayar otras cosas. Por momentos la presión de la salida rival fue muy efectiva, los tres de arriba, los tres del medio y hasta uno de  los laterales salieron a dar batalla en campo contrario y el resultado fue muchas pelotas recuperadas. Los volantes también se movieron con acierto a la hora de defender, se mezclaron entre los del fondo para impedir la posición de remate de los venezolanos, que un par de veces inquietaron de media distancia, pero nunca quedaron mano a mano con Marchesín. Pensando en lo que viene, Lanús tendrá un grupo difícil como todos lo son, pero mucho más accesible que otros equipos argentinos: El O’higgins de Chile, el Deportivo Cali y Cerro Porteño son más que los venezolanos, tienen jugadores con mayor experiencia internacional y también parcialidades más numerosas. No obstante,  son menos que Lanús y enfrentarlos será una buena oportunidad de seguir perfeccionando los acoples de líneas y los movimientos colectivos, tratando de minimizar los errores defensivos de cara a los rivales más difíciles, los que si todo sale bien llegarán después del mundial, cuando queden ocho equipos en carrera para dirimir los cuatro semifinalistas.

Marcelo Calvente

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