Lanús volvió a la victoria ante
Vélez en La Fortaleza
por 3 a 2
en un enorme partido de fútbol, con aciertos notables y algunos errores graves
en ambos equipos. Venía de perder dos al hilo, el miércoles en La Plata por 2 a 1, y cuatro días antes en
casa y por 3 a
0 ante Rafaela, ambas derrotas a expensas de los errores cometidos, varios casi
inconcebibles, dos partidos que tenían destino de victoria granate de no haber
sido por esas falencias individuales que lo privaron de seis puntos que pudo
ganar. Rafaela lo derrotó con dos pelotas paradas en las que el joven
Monteseirín falló groseramente. Hasta allí Lanús dominaba campo y pelota, y
había generado una situación muy clara de Pereyra Díaz, en tanto no se
apreciaba que la visita pudiera llegar a batir a Marchesín de no ser por esos
yerros. Con el 0-2 al descanso, ya nada fue normal, el equipo se fue
desmoronando y así llegó el tercero, después de que el ingresado Bruno Vides,
luego de dos grandes jugadas individuales, fallara en la definición de ambas ocasiones
primero ante el arquero Conde y luego ante
su vertical derecho, con esas dos chances el Grana pudo para igualarlo antes de
los 30’
del complemento. El tercero a quince del final lo fulminó. En La Plata apareció el desgaste,
algunas actuaciones por debajo de lo esperado y otra vez errores, el primero
colectivo, permitiendo al adversario llegar cara a cara con Marchesín sin
marcar con rigor, y el segundo un macanón innecesario y absurdo de Víctor Ayala,
regalando increíblemente un penal ante un equipo que tenía uno menos y se
conformaba de sobra con aguantar el empate. Estudiantes aprovechó el obsequio,
convirtió el penal y se quedó con la victoria, y Lanús con mil y una dudas.
Marchesín tiene que ir al mundial. Señor Sabella, no duerma |
Junior fue desequilibrante en ataque, y marcó dos goles |
Sin embargo, el resultado
obtenido perderá significante si el próximo jueves no obtiene puntos en
Paraguay, si en su actuación no se observa una superación del bajón físico que lo aqueja, si no se confirma
esa sensación de que hoy ante Vélez el equipo recuperó la confianza a la hora
de buscar el gol, y si con la vuelta de los titulares que hoy faltaron en
defensa, no se corrigen esas impresentables defecciones individuales que se
evidenciaron en los rostros de Velázquez ante Rafaela, cuando el pibe
Monteseirín le entregó la marca de Vera con la pelota en el aire, y de
Marchesín hoy, cuando Mancinelli siguió con la de Ferreyra, que se iba de la
jugada, y permitió la llegada de Papa sin marca para quedar cara a cara con Agustín
y fusilarlo sin compasión. La culpa no fue toda del pibe que volvió de Atlanta,
le faltó concentración para advertirlo, pero lo suyo es entendible, era una
chance después de mucho tiempo y ya había descuidado a Zárate en el primer gol
de Vélez. El lateral Emiliano Papa no era su marca, llegó solo porque lo madrugó
a Silva, que tampoco era su marca, y porque inició su carrera por el ciego de
la jugada sin oposición alguna de Melano, quien debió seguirlo, porque minutos
antes había reemplazado a Pereyra Díaz cuando, al menos desde afuera, se
advertía que Junior no daba más. Lanús ganaba 3 a 1 y la lectura de la jugada
dice que hubo cierta relajación de los de arriba. No puede seguir sucediendo si
se quiere discutir la supremacía en Sudamérica con los grandes de Brasil y el
Atlético Nacional de Medellín, el mejor de lo que se vio hasta ahora. Por lo
pronto, inmediatamente después de esa conquista rival, Guillermo demostró
criterio y agallas para sacar un delantero (Junior) y poner un volante de marca
(Ortiz), y a un joven de mayor talla y potencia como Marcelo Herrera, defensor
central por naturaleza, en lugar del extenuado Mancinelli para jugar el enorme
descuento de cinco minutos dictaminado por Laverni vaya uno a saber porqué.
El pronóstico es altamente
favorable para este equipo de Lanús, el de mayor categoría de su rica historia,
porque este mismo plantel y con éste entrenador pudo superar aquel preocupante
bajón del torneo pasado. Fue allá por la fecha 12 venciendo a Colón en Santa Fe,
luego de tres caídas consecutivas, dos de ellas de local, más la derrota en
Chile por la Copa
que finalmente iba a ganar. Invicto desde entonces, este plantel tuvo la
convicción y el ímpetu como para pelear los dos torneos, obtener
espectacularmente uno y quedar a un paso del otro. Entonces, esa convicción
pudo más que el bajón, que el cansancio y que todo. Volver a superar la malaria
con la misma solvencia puede ser el último escalón para subir a la cima de
América.
Marcelo Calvente
Lanús tiene 9 goles en contraen cuatro partidos, creo que eso lo dice todo
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