Desde hace varios años vengo
escuchando de boca de muchos amantes del fútbol el clásico “¿Cómo no van a
poder jugar dos partidos por semana, si es lo único que hacen?” A mi me resulta
bastante lógica esa apreciación, porque se lo que es jugar dos partidos en un
mismo día, a veces ni siquiera bien dormido, cuando el almanaque todavía me señalaba
menos de 30 diciembres vividos. Pero claro, son pocos los que pueden hablar de
lo que es el fútbol profesional, de los movimientos que los futbolistas de la
actualidad realizan exigiendo sus músculos, ligamentos y tendones, provocando
incluso lesiones que en mis tiempos no existían, al menos de manera tan
habitual. Sin embargo, en mucho tiempo transcurrido, los resultados señalan las
enormes dificultades de los planteles ante la doble competencia, incluso en aquellos
más poderosos que como mínimo tienen cubierto el consabido dos por puesto. Parece
ser que quien prioriza un objetivo no tiene más alternativa que alejarse
paulatinamente del otro que debe asumir en
simultáneo. Pocos han logrado el doblete, pero el Lanús de Guillermo Barros
Schelloto que ganó brillantemente la Sudamericana también estuvo a un paso de quedarse
con el Torneo Inicial y protagonizar dicha hazaña casi imposible. Muchos granates
hemos arrancado este semestre con las ilusiones bien arriba justamente porque apreciamos
que con el poderío demostrado, sumado a la categoría de equipo en pleno
crecimiento y a la aparición de algunos pibes con mucho futuro, Lanús insinuaba
estar aún para más.
Tres meses atrás, Lanús celebrando la Copa Sudamericana |
Sin embargo, a la vista de los
primeros resultados de 2014, no fue certera la apreciación, sobre todo debido a
las dificultades de un semestre sumamente apretado por el próximo mundial, en
la que los viajes frecuentes y la doble competencia permanente y sin descanso
se vuelve imposible, incluso para este equipo que tanto se diferenció en lo
físico respecto de todos sus adversarios, en el tramo final del 2013. Y tampoco
imaginamos que el poco descanso y el escaso tiempo de trabajo entre la visita a
Newell’s por la última fecha del Inicial y el debut copero ante el Caracas en
Venezuela iban a convertir a aquel equipo arrollador y difícil de vencer en
este sin ideas, desconcentrado en defensa y sin potencia ofensiva, incapaz de vulnerar
a elencos de poco relieve técnico y mucha juventud, como Olimpo de Bahía Blanca,
y tan plausible de errores defensivos que cuestan goles evitables como los
sufridos ante Rafaela, Vélez y el dirigido por Walter Perazzo.
Lanús cayó en Bahía Blanca ante
el local, que se quedó con diez a los 15 minutos por expulsión de Lugüercio, quien
hace un tiempo pasó a jugar de volante pero sigue marcando como delantero. Pese
a que dominó campo y pelota, el Grana nunca pudo ni siquiera apoyar un dedo en
el área 18 de Olimpo, al que le tiró mil centros que jamás acertaron a una
cabeza compañera, al que en cambio le otorgó la chance de una pelota parada que
se convirtió en gol, una infracción de Velázquez tan evitable como aquella
falta de Ayala a De Sábato que le dio a Estudiantes la chance de un penal
inexplicable, que le permitió al Pincha pasar a ganarlo cuando tenía uno menos
y un panorama poco propicio respecto de sus posibilidades ofensivas. Lo
concreto es que otra vez perdió Lanús, aunque presentó casi el mismo equipo que
tan brillantemente ganó la Copa ,
y que dos meses después no pudo hacerle ni cosquillas a este humilde adversario.
Es cierto que otra hubiera sido la historia si el árbitro hubiese convalidado
al menos uno de los dos goles lícitos que Lanús convirtió y que los jueces de
línea le negaron con sendos errores de apreciación, el segundo realmente grave.
Hubiera sido justicia y tal vez victoria, pero en nada cambiaría el quid de la
cuestión ¿Qué le pasa el equipo del que tanto esperábamos?
Guillermo ante el desafío de recuperar el rumbo |
No es lo mismo evaluar la campaña
de un plantel en formación que aún no logró nada, que analizar el bajón de un
equipo que obtuvo un título internacional dejando la excelente imagen que
entregó Lanús en diciembre último. Este Lanús, con los mismos jugadores, fue el
que nos dio una de las más grandes alegrías de nuestra historia, y lo sigo
sosteniendo pese al mal momento, se trata del mejor representativo, el de mayor
categoría y relieve internacional presentado desde 1915 hasta la fecha. Cada
uno de nosotros puede ensayar una explicación diferente para entender este
inesperado bajón. Yo sigo pensando que la clave es el desgaste, y desconozco si
se podría haber planificado mejor el trabajo previo para evitar las
consecuencias de tanto trajín, ya que se trata de un programa de partidos
extenuante que se conocía de antemano. Y sigo creyendo que el rumbo, más tarde
o más temprano, finalmente se rectificará y Lanús volverá a ser aquel once de
defensa casi inexpugnable, de mediocampo combativo y ataque variado, feroz y
efectivo. Sigo creyendo que en el seno de un plantel que ya supo reponerse de
un bajón peor, sufrido cuando promediaba el semestre en el que finalmente alcanzó
la gloria, aún está latente la posibilidad de volver a ser el mismo y solo me
queda la duda de si cuando eso ocurra, todavía estemos a tiempo como para volver
a celebrar.
Por lo pronto el maratón de
partidos no se detiene, y en dos días llegará Racing a la Fortaleza con sus
urgencias a cuestas a buscar la victoria. Tres días después, el sábado 8 de
marzo, deberá visitar a otro elenco necesitado como Argentinos en su difícil
reducto, y otros tres días más tarde viajar a Colombia para jugarse el todo por
el todo ante el Deportivo Cali, al que recibirá en la vuelta siete días
después. En el medio, recibirá a Quilmes. Según se observa, en los próximos
veinte días Lanús jugará otros cinco partidos en los que echará el resto, y
cuesta imaginarse si dispondrá del descanso y la calma necesaria como para
rectificar un rumbo que arrancó torcido. Pero de lo que no tengo dudas es que
fue este mismo plantel el que hizo posible el milagro de la recuperación
después de las cuatro derrotas al hilo sufridas cuando promediaba el semestre,
que por entonces ya se daba por perdido, y que increíblemente terminaría con
una inolvidable celebración internacional.
Marcelo Calvente
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