Comentar es adjetivar. Y para
explicar la derrota granate en Colombia hay que darle de lo lindo, y pensar, y rebuscar
las palabras que ayuden a entender lo incomprensible. Para empezar digamos que
Lanús venía de dos victorias -ante Racing y Argentinos- por el torneo local, triunfos
esforzados pero indispensables para seguir recuperando la confianza, jugando
con un equipo remendado ante rivales de menores virtudes le alcanzó para obtener
los seis puntos que permiten ver de cerca la cima del Torneo Final. Gracias a esas dos victorias, Lanús –que hoy tiene
10 equipos por delante- se mantiene a cinco puntos del puntero y de vencer a
Quilmes quedará a apenas dos. Es sabido que la competencia local es pareja y difícil,
al cabo de la 8ª fecha ya no quedan invictos, y ningún equipo ganó más de la
mitad de los partidos que disputó hasta hoy. Pero en tanto sumaba esos seis
puntos fundamentales, Lanús se preparaba para reaparecer en Colombia con las
mismas pilchas de gran equipo que vistió en la Sudamericana , Copa que
ganó de forma extraordinaria hace apenas tres meses, y trataba de prenderse en la pelea por la Libertadores , la
competencia que lleva a Marruecos, el techo del mundo a nivel clubes.
Junior aguantó como pudo el rigor de la defensa local |
Sin embargo, y pese a que volvió
a mostrar aquel nivel, Lanús no pudo ganarle al Deportivo Cali pese a haberlo
merecido largamente, y ni siquiera logró sostener un empate que le servía y
mucho ante un rival claramente inferior que le convirtió dos goles sin haberle
llegado nunca con peligro al área de Marchesín hasta el minuto 62’ , cuando el zapatazo
imposible y desesperado de Viáfara desde ¾ de campo -tras un error infantil de
Velázquez al rechazar hacia el medio un centro que se iba largo- se clavó en un
ángulo, y diez minutos después el penal absurdo e innecesario de Araujo
llegando a destiempo e impactando en el pie del adversario, que contó, como era
de esperar, con la buena voluntad de un árbitro que no iba a dudar ante la
chance de sancionar un penal para el local -que existió- como de ninguna manera
iba a cobrar uno a favor de la visita como el que le cometieron al Laucha
Acosta en la última jugada del partido, que también existió. Fue un partido
insólito, llamativo por la superioridad de un equipo visitante, algo que no se
ve muy seguido en esta Copa en la que el objetivo de máxima es no perder en
dicha condición, ya que sólo 6 triunfos en 48 encuentros disputados fueron para
las visitas. Lanús volvió a mostrar en Colombia sus mejores atributos, y contó
con el aporte de figuras determinantes como el Pulpito, Ayala y Lautaro, bien
respaldado por Marchesín y los del fondo, con Araujo parado en la línea de volantes,
participando de la presión sobre la tenencia rival y aportando su juego claro de
salida, con Ismael Blanco entregando sacrificio y Junior Benítez aguantando las
patadas y empujones de los fornidos zagueros colombianos. Le faltó, es muy
cierto, serenidad para definirlo. Lo mejor de Lanús fue su convicción para pararse
en campo rival tratando de recuperar la pelota y darle buen destino, con esas virtudes marcó
diferencias claras en el juego, al punto de que por los 15’ del complemento el
Deportivo Cali estaba para ser goleado, y que un poco por la fortuna y otro
tanto por los dos graves errores defensivos que Lanús cometió, pudo revivir milagrosamente
y dar vuelta un partido que debía perder sin atenuantes.
Lautaro el gol y figura en Cali, descansará ante Quilmes |
Duele repasar el trámite de un cotejo
de final tan poco feliz para el Grana, porque se trata de una secuencia repetida en el que el mejor se pone arriba en el marcador y pierde varias oportunidades para aumentar la
ventaja, hasta que el más débil encuentra el empate, las tendencias cambian,
quien lo tenía servido sufre un gol inesperado y pasa a desconcentrarse, el que
no daba pie con bola levanta a su tribuna y se anima, y con otra jugada desafortunada
de Araujo cometiendo el penal, se queda con un resultado que minutos antes no
podía ni siquiera imaginar. A pesar de tanto infortunio Lanús siguió intentando
y generando peligro, y debió contar con la sanción del penal que le cometieron
a Lautaro, pero el Laucha exageró la caída, y el árbitro, localista como todos
los que pitan en esta competencia internacional, encontró en esa zambullida la
excusa ideal para no sancionarlo.
El dolor por esta derrota que
complica seriamente las chances de avanzar a octavos de final nubló la visión
de los hinchas granates, y la muy buena actuación colectiva del equipo hasta el
bombazo de Viáfara pasó al olvido dejando una sensación de bronca e impotencia más
que entendible. Es sabido que en el fútbol sólo valen los resultados, y con un
empate y dos perdidos en tres partidos jugados por el Grupo 3, Lanús la tiene muy
complicada. Para clasificar a octavos tiene que ganar las tres revanchas -recibe
al Deportivo Cali el jueves, una semana después a Cerro Porteño y cierra en
Chile ante el O’higgins- algo que si repite lo mucho que hizo bien y corrige lo
poco que hizo mal en Colombia no sería descabellado conseguir. Mientras
tanto, mañana lunes 18 de marzo sigue la
cabalgata y recibe al desesperado Quilmes. Como hizo hasta ahora, Guillermo
pondrá lo mejor que tenga a disposición para intentar vencerlo y prenderse en la
pelea por el Torneo Final. Si de verdad el equipo de Guillermo recupera
definitivamente la memoria de lo que fue hace tan poco tiempo atrás, aún está
tiempo de volver a dar pelea en los dos frentes.
Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario