Lanús cerró la quinta fecha del
Torneo Inicial con un triunfo sobre Olimpo, el único resultado que le servía, y
lo hizo con contundencia por 3 a
0. Como muchas veces ocurre, el resultado bien pudo haber sido otro de acuerdo
a algunas situaciones que a punto estuvieron de ocurrir. Contra los
pronósticos, Olimpo manejo el mejor el balón hasta la mitad de la primera
etapa, e incluso tuvo un par de situaciones muy nítidas para convertir, una de
ellas fue antes de cumplirse el quinto minuto de juego, un cabezazo llovido de
Pérez Guedes que devolvió el palo derecho de Marchesín. Durante ese lapso Lanús no pudo manejar la pelota acuciado por
los males de siempre: Equipo largo, de líneas muy distantes entre sí. Olimpo
tuvo un acierto, y es haber superpoblado la mitad de la cancha, el talón de Aquiles
del sistema de Guillermo: Con los tres delanteros demasiado lejos y de espaldas
al arco rival, los tres volantes granates eran superados por los cinco que ponía la visita en la franja
que separa la línea media con los cuatro del fondo. Por eso, la pelota no salía limpia y
por momentos la defensa pasó más de un susto por desconcentraciones
innecesarias, por irse del partido. Si Olimpo hubiese convertido alguna de las
que tuvo, la historia bien pudo haber sido otra. Pero la visita no logró la
apertura que por momentos mereció, y Lanús, a fuerza de garra y disposición
para revertir la situación, en los veinte minutos finales empezó a pararse en
campo contrario. El equipo bahiense
cometió el mismo error que cometió Belgrano en la fecha inicial -el partido de
ayer fue un calco de aquel del debut- que no pudo sostener la posición de igual
a igual para pasar a esperar más cerca de su área. Con bastante fortuna, Lanús
pudo cristalizar lo que ya merecía en el minuto final, una buena apilada de
Barrientos que estiró una gambeta para dejársela a Acosta, que llegaba con
potencia y con todo el panorama del arco para fusilar a Champagne.
Lautaro Acosta fue la figura y volvió a convertir |
El ataque granate está un escalón
arriba del resto del equipo. La línea de fondo suele tener altibajos, casi
siempre le ocurre en los arranques de cada tiempo, pero es sin dudas una de las
mejores y más ordenadas. El medio es el sector a resolver. Es hora de discutir
si a esta altura vale la pena sostener el esquema de tres atacantes netos,
teniendo en cuenta principalmente que entre los seis delanteros que el técnico
tiene a disposición no hay un solo zurdo: El diestro puede jugar por izquierda
en la zona media, con más espacio puede enganchar para su pierna y meter la
pausa, pero es casi imposible para un delantero con pierna cambiada doblegar en
velocidad al último marcador y llegar a la línea de fondo para tocar atrás con
la pierna boba y hacerlo con precisión.
Acosta puede jugar por derecha, y Melano también. Uno sobra. Y ese que sobra
falta en el mediocampo, que normalmente queda en inferioridad y pierde la
pelota, por lo que la defensa retrocede
para no quedar a mitad de camino y entregar la espalda, y así llegamos al
equipo largo, la madre del borrego, el punto flojo de la idea de Guillermo.
Cuando recupera y responde, así largo como está, recurre al pelotazo a la bocha
de Silva, que siempre se las rebusca para sacar partido de las divididas. Eso sucede
a causa de los muchos metros que separan a las líneas, es por eso que de tanto
dar pases a dividir, de tanto perderla, el fondo recurre al zapallazo
expeditivo. Cerca del arco rival, la categoría de los jugadores de Lanús
alcanza para generar peligro y convertir: Hay caminos predeterminados: Centro
de Velázquez, desborde y toque atrás del Laucha, centro a la cabeza para el
Cali Izquierdoz, media distancia de Ayala. De pases y toques cortos, nada de
nada: Y sin embargo, el gol que quebró el destino del partido fue con
Barrientos entrando al área con la pelota al pie y muy atento para frenarse y ceder
al Laucha el remate final desde mejor posición: Gol en tiempo de descuento y al
descanso, el que lo convierte desata un carnaval en el vestuario, el que lo
padece encuentra el suyo hecho un lamento.
Silva las peleó todas pero no estuvo derecho para el gol |
Sin embargo, en el complemento se
repitió la secuencia: Un inicio con dominio de Olimpo y a partir de los , con más espacios, Lanús lo
liquidó por el peso de las individualidades. El partido se definió a los 25
minutos del segundo tiempo con un tanto con sello a lo Lanús, pase medido de
Velázquez al área chica, toque magistral de Ismael Blanco, que esta vez no
desentonó, y se cerró el partido dos minutos después, también con otro de los
argumentos típicos de este equipo: Desborde de Acosta, la figura de la cancha,
pifia de Silva y llegada de Pasquini en soledad para definir con un toque
corto. Como ante Belgrano, los quince minutos finales estuvieron de más. Pero
antes del segundo gol, tal vez preocupado por el dominio de la visita,
Guillermo Barros Schelloto metió un
doble cambio significativo y aleccionador: Afuera Melano, quien sufrió la
pierna cambiada, y adentro Chávez; que a los pocos minutos sintió un tirón y
dejó su lugar a Ismael Blanco; afuera
Barrientos -ser volante de recuperación no parece ser su condición natural-
adentro Pasquini, por fin un zurdo, a colaborar con Velázquez por su sector, un
acierto del entrenador que comprendió que Lanús invariablemente ofrece ventajas
por esa banda.
Ahora hay que volver a ir a
Avellaneda para vencer nuevamente a Racing, que volverá a encontrarse con su
público después de la derrota ante Lanús en el partido de ida por la Copa , y de las derrotas que
la sucedieron, incluyendo la revancha en La Fortaleza ya sin
Zubeldía. Se trata de tres puntos fundamentales para Lanús, que ya demostró
amplia superioridad sobre la
Academia , tres puntos que debería obtener con facilidad, si
no fuera que estamos hablando del fútbol argentino, un torneo en el que todo
puede suceder.
Marcelo Calvente
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