Todo puede pasar en el fútbol
argentino: Al cabo de la sexta fecha, con casi un tercio de torneo disputado,
el equipo que en el análisis previo menos chances tenía, Argentinos Juniors,
armado a lo Caruso, con jugadores sin experiencia en primera división y
tremendamente comprometido con la perdida de la categoría, la que mantuvo de
manera milagrosa al cabo del primer semestre, es el único puntero con trece
unidades. Uno de sus seguidores, Arsenal, que cambió la mitad de su plantel y
tampoco sumó figuras rutilantes, tiene 12 y se mantiene invicto. El Boca de
Bianchi, al que todos consideraban máximo candidato al título, con las
incorporaciones de Gago, el Cata Díaz y Gigliotti entre varios otros, fue
bailado y goleado en Bahía Blanca por el humilde Olimpo, que hasta ayer no
había ganado, solo había logrado dos empates con tres derrotas y apenas había
convertido tres goles y recibido nueve. Dando vuelta la tabla aparece Racing,
otro de los grandes animadores según la óptica previa de los especialistas,
último sin victorias, con apenas dos empates como magra cosecha, con tres goles
a favor y once en contra, que no pudo derrotar a Lanús, al que con la ayuda de
un impresentable arbitraje de Carlos Maglio vencía por 1 a 0 a cinco del final. El quipo
granate, con nueve hombres, en la cancha más ancha del país, con un terreno
pesado y anegado logró poner a su lateral izquierdo, Maxi Velázquez, que increíblemente llegó sin
marca, cara a cara con el arquero Saja para lograr un empate heroico.
Maxi Velázquez, autor del gol que puso justicia |
Este choque del sábado por la
noche entre la Academia
y los Granates resultó lo más atractivo de una fecha que tuvo varios
ingredientes y situaciones equívocas que merecen alguna reconsideración.
Después de un primer tiempo de ida y vuelta en el que Racing fue superior, aunque
Maglio -a instancias de su colaborador Adrián Fonzo- le anuló un gol válido a Lanús señalado
por Lucas Melano, quien había partido perfectamente habilitado para recibir un
pase profundo de Somoza y luego de eludir a Saja marcar lícitamente. En esa
etapa inicial, en un terreno muy resbaloso donde ambos equipos se excedieron en
la pierna fuerte, Maglio mostró la primera amarilla a 5 minutos del final, y
como suele ocurrir en estos casos, eligió sancionar al pibe de Lanús Nicolás Pasquini, en una acción en la que ni siquiera había existido falta
alguna. La etapa concluyó en cero, con paridad en las llegadas, aunque con
superioridad en el juego para el local.
El complemento fue sumamente
accidentado. A los 2 minutos se interrumpe el partido por un corte de luz, algo
que se da cada vez más frecuentemente y que no se condice con la relevancia de
un espectáculo que concita enorme atención de televidentes de todo el país. 24
minutos después se reanudan las acciones, y como era previsible, Pasquini pecó
de falta de experiencia e innecesariamente obstruyó a un rival, lo que fue
penado puntualmente con la segunda amarilla y la correspondiente expulsión.
Hasta entonces, Lanús se mostraba mejor y Racing parecía sentir el trajín, pero
de allí en más el hombre de menos fue determinante. Guillermo Barros Schelloto,
con la sana intención de ganar el partido eligió mantener los tres de punta, pero
pagó por el sector donde ya no estaba Pasquini, y el local sacó ventaja con un mano
a mano de Vietto que rechazó Marchesín y la fortuna jugó para Racing: la pelota
rebotó en Araujo y se fue al fondo del arco.
La horda de Saja pasó por encima del Cali Izquierdoz |
En desventaja en el marcador y
con un hombre menos, Lanús sacó a relucir su temple y fue a buscar el empate,
dando enormes ventajas que Racing no pudo aprovechar. A quince minutos del
cierre se produjo un incidente determinante: luego de un forcejeo con Araujo,
Cahais se dejó caer simulando un golpe, en tanto Villar metía un pase profundo
con destino de gol que Izquierdoz interrumpió en la zona media e inició una
contra que concluyó con un remate de Melano que se estrelló en el caño derecho
de Saja y que el propio Izquierdoz arrojándose al piso no pudo definir. Todo
Racing se fue sobre el caído, principalmente el arquero y capitán, quien a
punto estuvo de agredir al indefenso jugador granate. Una vez más, Maglio
favoreció al local: Afuera uno por bando, Goltz y Ortiz, en tanto Saja siguió
en cancha lo más tranquilo. Pero Lanús siguió yendo al frente y a cuatro del
final llegó patriada del Pulpito
González y el pase para Velázquez, quien con excelente definición cruzada al
segundo palo decretó el justo empate final que tuvo sabor a derrota para Racing
y a victoria para Lanús.
Para finalizar, volvamos sobre la
acción que generó el tumulto que culminó con las expulsiones de Goltz y Ortíz. En
los últimos años, y a espaldas del reglamente que dice que ante la caída de un
jugador es el árbitro quien está facultado para detener el juego, los
futbolistas exigen de sus rivales que arrojen la pelota afuera para permitir la
asistencia del compañero caído, en la mayoría de los casos fingiendo una lesión.
No hacerlo es considerado como una
actitud antideportiva de parte de un colega, pero no los es arrojarse al
piso para hacer pasar el tiempo cuando el marcador es favorable. Lo insólito
del caso es que fue Villar quien primero no la arrojó, y en cambio le
recriminaron a Izquierdoz por continuar jugando luego de interceptar el pase
del volante local. Resulta hasta gracioso que a punto estuvieron de golpearlo
en el piso por deshonrar de ese código no escrito que solo sirve para sacar
ventaja. Exigir del rival semejante actitud en un medio donde la incorrección
es considerada como una viveza, es tomarnos a todos por estúpidos.
Marcelo Calvente
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