Lanús y Cerro Porteño igualaban
cero a cero y estaban en el entretiempo. En las tribunas había preocupación. El
equipo de Guillermo había sido superior, tomando siempre la iniciativa y manejando
la pelota con criterio, aunque con tendencia a nublarse en la puerta del área. Había
síntomas de cansancio en varios jugadores, el árbitro no daba una mano con sus fallos. Lanús
atacaba pero no demostraba la convicción y la fiereza que supo tener no hace
tanto. La inmensa entrega del equipo se parecía más a un lamento que a una canción.
Peor hubiera sido si a poco del inicio, el cabezazo de Romero entraba, como parecía, al lado del
palo izquierdo de Andrada. Y mucho peor si promediando la etapa, el línea no inventaba una posición
de adelanto que terminó en gol para la visita y que el árbitro anuló
erróneamente a expensas suyas. Había más tensión que entusiasmo, más
preocupación que relajamiento. Como para no perder el vicio de conformarse que
uno siempre tiene, alguien a mi lado decía: “Y bueno, habrá que dedicarse el
torneo local y ganarlo, que va’cer…”
Lanús celebra el gol de Araujo bajo una lluvia torrencial |
Desde lo individual, todos habían
aprobado. Araujo y Cali ganaban en el mano a mano, Goltz y Velázquez también
aunque no siempre. El Pulpito trajinaba hacia delante como ante el Deportivo
Cali. Somoza ponía claridad, Ortiz trataba de amigarse con la pelota y Silva
desplegaba su oficio y su presencia lejos del área. Y Junior y Pereyra Díaz
intentaban pero con poco éxito. El rival mostraba sus credenciales de buen
equipo, trataba de obstruir la salida y daba pelea dura sobre la posesión.
Principalmente, se lo veía más entero. El veterano, dos butacas más allá,
achicaba los ojos con una sonrisa resignada de quien se las sabe todas y murmuraba “no hay caso, estos muchachos no dan más…”
El panorama era favorable para
Cerro, y posiblemente lo hubiera ganado de enfrentar al mismo Lanús del primer tiempo. Porque el que volvió era otro Lanús, con las mismas circunstancias: Cansado, sin el Laucha, sin explosión en los últimos metros, el que volvió del entretiempo era el mismo Lanús que levantóla Copa , y volvió con aquella convicción, la misma
que desplegó en Rosario para terminar peloteando a Newell`s en la fecha de
cierre del Torneo Inicial que a punto estuvo de ganar también. Y estos mismos
jugadores -muy buenos todos- no son lo mismo cuando juegan con aquella enorme pasta
de campeón. Los jugadores de Cerro Porteño lo advirtieron enseguida. Araujo se
le venía con más fuerza que nunca, Velázquez, Ortiz, el Cali y el Pulpito
imponían condiciones y entregaban la
pelota al pie, y el Pelado Silva en vez de obstruir la salida se tiraba a la
pelota de cabeza como un desesperado, y sumado a Somoza y Goltz, los tres volvieron
a ser los abanderados de la confianza ganadora que llevó a Lanús a la cima de
América hace tan solo un par de meses. Cerro Porteño ya había perdido la calma
con que jugó el primer tiempo y se empezaba a meter atrás, un poco empujado por
los intentos de Pereyra Díaz y Junior, que ahora aparecían más enchufados,
quienes dispusieron de sendas oportunidades para marcar. Dos veces Silva logró
rematar desde la medialuna con peligro, los volantes empezaban a probar de
media distancia para tratar de quebrar la heroica resistencia paraguaya. Hasta
que a los 26’
del complemento el Pipi Araujo encontró el hueco y le dio con fuerza, el envío
recibió la bendición de un roce milagroso que le otorgó una comba perfecta para
eludir el manotazo del arquero y se arrinconó en el fondo de la red provocando
el delirio de un estadio que por entonces alentaba desde todos los rincones,
más fuerte que nunca, un aliento sostenido por lo que los jugadores estaban
entregando en el terreno y acompañado por una tormenta descomunal que se había
desatado de la mano de la renovada imagen de campeón.
Junior le puso la cabeza a un corner perfecto de Ayala |
Cerro Porteño no se desmoronó por
el gol del Pipi, ya se había entregado mucho antes, cuando advirtió que
enfrente tenía al Campeón de la
Sudamericana , ese que habían visto por TV consagrarse de
manera estelar, ante un estadio repleto, un ganador indiscutible y claro de la
versión 2013 del segundo torneo internacional en importancia que se disputa en esta
parte del mundo. Ese Lanús lo borró de la cancha, a poco del final llegó el gol
de Junior y ya no hubo para más. En esta maratón infernal de partidos ahora hay
que recibir a Rosario Central, luego visitar a Godoy Cruz y finalmente enfrentar
al sorprendente Colón en La
Fortaleza por la 12ª fecha del Torneo Final, en el que hoy el
Grana se encuentra en posición expectante. Luego habrá que jugarse a todo o
nada en Chile ante el respetable O’higgins con la ventaja de saber que el
empate clasifica a octavos y con la esperanza de mantener la talla de equipo
poderoso y sacrificado que se repone de todos los males y se lleva a sus rivales por delante como se
llevó a este buen elenco paraguayo que cuando tenía todo para ganar sucumbió
ante el último campeón del continente.
Marcelo Calvente