Al final, el
último capítulo del semestre no fue feliz, pese a lo cerca que estuvo
Lanús de lograr la tan ansiada cuarta estrella. No pienso en la derrota ante
Tigre, cuando al menos había que asegurar el empate parcial, y en cambio perdió
estrepitosamente por 3 a
0 sin línea de juego ni control de impulsos. Mas duele la derrota ante Independiente, porque se arrancó en ventaja y se perdió por goleada. Nada fue igual después del caso Merlos, un
árbitro mediocre que fue condenado por el periodismo berreta por la que fue
quizás la sanción más justa de su carrera, esos más que justificados cinco
minutos de adición, más uno por indisciplina de Palermo y sus muchachos. Luego
de Castrilli, Madorrán, el Sargento Giménez, el misterio de Brazenas y el
affaire Lunati, Merlos fue el último mártir del arbitraje argentino. A juzgar
por la pobre actuación de Lanús de ahí en adelante, el equipo no pudo
sustraerse a la presión de los medios. Si el árbitro fue Frankenstein, Lanús es
la colina que los exaltados con carnet prendieron fuego con sus antorchas
medievales para hacer justicia con el monstruo. El equipo granate, conformado por jugadores de vasta experiencia,
pagos como casi ningún otro plantel argentino, no pudo con una runfla de
mediocres con micrófono increíblemente al frente de medios de relevancia
nacional. Y el cuerpo técnico que conduce quien como jugador fuera de los más
ganadores y despiertos del fútbol criollo, cuando estaba a un paso del gran
salto al fútbol internacional, tampoco pudo con ellos.
En su último De
Frente, Martín Macchiavello lo pone en números: “Guillermo tiene, desde su llegada hace dos años y medio, una
eficacia del 55,91% de los puntos en juego (a pesar de su falta de acierto en
algunos cambios) y, detrás de Almirón, es el DT con mejor puntuación en 2014
(62 unidades); en este torneo, Lanús cuenta con la segunda mejor localía
(73,3%) y la 3° mejor marca como visitante…”. Y más adelante, lo más
clarificador: “…si sólo valiesen los
puntos al finalizar los primeros tiempos, ya seríamos campeones, con siete
puntos de ventaja (39 vs 32) sobre Racing (cerrar un partido debería ser tan
importante como abrirlo, ¿no?,” Más claro, échale agua. Venimos diciendo desde
el principio que éste Lanús no puede sostener los resultados, que se produce el
retroceso, el estiramiento, el equipo se desmorona y lo terminan peloteando,
muchas veces le empaten, y otras, hasta le ganan. Los números reflejan el
descalabro táctico de cada jornada. Y explican esas imágenes de vodevil de los
defensores de Lanús dando brincos y recibiendo los pelotazos en el área chica, rogando
el milagro de cada día de San Marchesín. Guillermo la pifió feo con la
contratación de Gómez. Es quien pone la última línea de su equipo donde el
delantero rival decida. Me canso de repetirlo. Laterales y volantes echan
los bofes, los delanteros no la reciben limpia, el retroceso de los centrales
granates permite que los rivales reciban a espaldas de Somoza con libertad y
tiempo como para pensar y ejecutar el último pase, que si es preciso, termina
en la red de Marche. Por estas cosas se perdió contra Independiente, un equipo
que fue vapuleado antes y después –antes Gimnasia en Avellaneda, después Boca
en la Bombonera-
y que volvió a ser aplastado ayer en Córdoba por 4 a 0 por Belgrano. Macchia dixit: “¿Semejanzas
entre este 2-2 y los juegos ante Olimpo, River, Godoy Cruz, Arsenal e
Independiente (sí, una tercera parte de los partidos)? Claro, acertaste: íbamos
adelante y perdimos”. Fueron
muchos los puntos perdidos de esa manera ante rivales inferiores. Demasiados
para un equipo con pretensiones de campeón.
Guillermo, tal vez pensando en otra manera de defender |
A la hora de salir
a enfrentar a Boca, Lanús tenía un panorama tan raro como alentador. Si ganaba,
cosa que venía ocurriendo hasta los 42’
del complemento, estaba ante la posibilidad de una definición exótica que podía ser histórica, y estrenar
esa extraña circunstancia de que ante un triple empate, el campeón sea el que
haya sumado más puntos en los partidos disputados entre los tres. Dicho de otro modo: de
haberle ganado a Boca, si River supera a Quilmes y Racing empata con Godoy
Cruz, ganando hoy en Rosario, Lanús era campeón. Dios quiera que no se den esos
resultados para no lamentarse más aún..
Ni el tiro del final, no habrá cuarta estrella en el
año que termina. Una pena. Lanús fue a Rosario ya sin chances, y entregó otra actuación para el
olvido, nuevamente apostando un a idea defensiva que no parece seria, el empate
en cero tuvo sabor a milagro. El extraordinario momento de la institución,
instalada en la elite del fútbol internacional como nunca antes, el inigualable
balance con un superávit de 33.284.480, 90 pesos, algo habitual desde hace
varios años en el club pero imposible en cualquier otra entidad, merecía algo más en lo deportivo. De haber ganado alguna de las finales que perdió, al menos una de las varias
alegrías que no pudo conseguir, hubiese sido un enorme aporte a la fiesta del
centenario que se viene, que de ninguna manera debe empañarse por no haberlo
logrado.
Finalmente
Paraguay ya tiene entrenador, y los medios que tanto hablaron de la partida del
DT granate poco tiempo atrás, ahora no han vuelto a abrir la boca al respecto.
Todo indica que la continuidad de Guillermo no está en duda, no puede estarlo
con semejantes números, aunque desde lo táctico deja más de un interrogante. Es
sabido, los cortocircuitos con parte del plantel existieron. Primero bajo el
sol de Japón, después por el hastío de algunos jugadores por lo mal que se
defiende. No hay que ser muy perspicaz para señalar que con Acosta y Romero en
este nivel, con un poco más de plantel y con otra idea de cómo defender, Lanús debió ganar algún campeonato. No pudo ser, son
cosas del fútbol.
La primera
pregunta que nos surge es si Guillermo, ante la anunciada partida de varios futbolistas
importantes, va a poder armar un gran equipo con incorporaciones más certeras
que las de Gómez, el Pochi Chávez, Firulete Silva y Bella. Si es capaz de
diseñar un mejor sistema defensivo, dinero para invertir con acierto no le va a
faltar. La segunda es si va a poder pilotear la indiscutible bronca e
insuficiente sintonía que hay en algunos integrantes del plantel entre sí, y
también para con el cuerpo técnico que él conduce. No sería una locura, más
bien lógica pura, que los dirigentes consulten con algún referente del equipo
sobre temas varios, entre ellos algunas de las ideas del entrenador y las
cualidades humanas y técnicas aplicadas al trabajo de cada uno de los integrantes del plantel y el cuerpo
técnico. Y la tercera pregunta, que es la más difícil de responder: si advierte
que nada de esto podrá lograr, ¿seguirá Guillermo al frente del equipo hasta el
final de su contrato?
Marcelo Calvente
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