A un año
calendario exacto de su conquista más relevante, Lanús dejó de ser el último
campeón de la Sudamericana.
Apenas un año, y sin embargo parece que ha pasado mucho
tiempo más, tal vez por lo tanto que jugó –y no ganó- y por las muchas cosas
que han cambiado en el equipo, pese a que no se cambiaron tantas cosas. No está
Paolo Goltz, quien partió en el momento justo a buscar la fortuna que por su
calidad merecía. Tras ocho temporadas en Huracán, desde su debut en 2002, un
equipo sin más pretensiones que mantener la categoría, y un salto de calidad a
mediados de 2010, cuando llega a Lanús, donde permaneció cuatro ciclos hasta
partir rumbo a México seis meses atrás, un justo premio a su constante
crecimiento técnico y profesional. Tampoco está Izquierdoz, un futbolista en pleno
desarrollo que hizo lo correcto al decidir su partida, también por un dinero
irrechazable; es sabido, el tren de la fortuna no pasa todos los días. Los
demás, están casi todos, salvo Pereyra Díaz, que se fue en plena competencia, e
Ismael Blanco, que nunca se afirmó pese a sus goles relevantes. Está Silvio Romero,
que retornó frustrado de Europa siendo mucho mejor armador de juego y más
determinante en la red. Los demás son los mismos, y aunque Silva, Somoza, Ayala,
el Pulpito, Araujo y Velázquez bajaron
en su rendimiento, el Laucha volvió a ser aquel jugador indestructible que no falta
ni con anginas, aunque a veces lo rajan por desborde. Lo cierto es que un año
después de ganar brillantemente la
Copa que ahora se llevó River con justicia, el equipo de
Guillermo ha cambiado mucho, y el espíritu colectivo y la concordia en el
plantel han decrecido.
El último gran festejo, hace justo un año, en diciembre 2013 |
A veces son los
jugadores. Está claro que no se acertó con los integrantes de la nueva zaga, no
son Goltz e Izquierdoz, no es fácil tener una dupla igual con el mismo
presupuesto. Gustavo Gómez se merece otra oportunidad porque tiene condiciones
físicas y espirituales, pero debe prepararse urgente para rendir táctica y
estrategia, que las tiene previas. También Braghieri se merece otra oportunidad
porque lo hemos tenido en mejor nivel, y porque uno supone que debe ser difícil
hacer dupla con Gómez, mientras el paraguayo, en su puesto de último hombre,
siga haciendo todo lo contrario a lo conveniente. El mercado ofrece a los que están
porque fueron rechazados de Europa, y algunos además están más cerca del retiro,
y a los que surgen mostrando condiciones. Hay que reconocer que no es fácil
encontrar un central joven que reúna esas condiciones jugando en una
institución que no pueda rechazar una oferta de Lanús.
A veces son los
técnicos. Como entrenador debutante, Guillermo ha cosechado una enorme cantidad
de puntos en su estadía en Lanús, logrando la Copa que hoy cambia de manos. No debe haber
muchos casos así. Su gran trabajo se ha opacado porque todo lo que peleó
después, por una o por otra cosa, lo terminó perdiendo. Pero la mácula que
lleva estampada su campaña tiene que ver con el desastre táctico-defensivo que
llegó con el cambio de zaga, porque su responsabilidad era corregirlo, y ni si
quiera se advierte que lo haya intentado, ya que la falla fue la misma de
principio a final del ciclo que termina. No hay que olvidar que le faltó algo
de suerte. Al menos la Suruga Bank
pudo y debió haberla ganado. Con todo, la responsabilidad máxima de estos
errores es del entrenador, tanto como de todos los aciertos. "Te acuerdas, fue hace justo un año..." dice el tango.
En contra o a
favor, siempre juega la suerte. River terminaba en la 17ª ubicación el Inicial
2013 con Ramón Díaz al frente. Con el riojano, luego obtuvo el Torneo Final
2014. La política institucional trajo un cierto orden y a Gallardo, que con
jugadores que habían mostrado menos logró mucho más, aún está peleando el
inicial 2015, el mismo que Lanús también arañó hasta caerse ante Boca, y en
simultáneo se acaba de quedar con el cetro que deja el Grana. Algo de fortuna
tuvo. Halló excelentes proyectos en la cantera y logró inéditas versiones de
Mercado, Vangioni, Poncio, Sánchez, Rojas, el propio Teo, Mora y sobre todo
Leonardo Pisculichi, que volvía del otro lado del mundo, con un previo paso por
Argentinos para el olvido, donde jugó 14 partidos y apenas marcó 4 goles, y parecía
más cerca del retiro que de la consagración. Sin embargo, todos sus jugadores
brillaron como nunca antes. No hay dudas de que la suerte sopló a su favor, de
todos modos, ¿Cómo no adjudicarle el éxito al entrenador?
El cierre del año deportivo fue sin victorias relevantes |
Muchas veces,
casi siempre, los culpables son los dirigentes, y a veces también su contrapartida,
los socios y simpatizantes más cercanos, los que concurren a la cancha de local
y exigen alegrías a puteada limpia. Los de Boca pusieron al club de rodillas
obligando la contratación de Riquelme y Bianchi, y por los magros resultados, ahora
se aprestan a desplazar a Angelici, quien les dio el gusto perdiendo el honor y
la palabra empeñada públicamente ante Falcioni, y le harán pagar el error de
haber obedecido sus demandas en las elecciones que se vienen. Es una situación muy
descriptiva. Las decisiones no se ponen a consenso popular, se toman a
conciencia. Y después se rinde cuenta. En cambio los hinchas granates en
general están muy conformes con quienes vienen conduciendo al club desde hace más
de 20 años. No obstante expresan su natural malestar ante la falta de nuevos títulos,
sobre todo en el semestre que termina, en el que dispuso de cinco oportunidades
y todas resultaron fallidas. Algunos suelen decir “acá festejan el superávit, yo quiero ganar campeonatos” como si una
cosa no dependiera de la otra. Como si no estuviera más que probado que, para
un club “chico”, los problemas económicos alejan toda posibilidad de logros deportivos
y llevan inexorablemente a la pérdida de categoría tanto como a la bancarrota.
Frustrados por
un año sin estrellas, muchos granates ahora exigen refuerzos de categoría para la
conformación de un nuevo plantel que les devuelva la alegría, dado que según el
propio entrenador, además de Agustín Marchesín y el Pulpito González -recientemente
transferidos al Santos Lagunas de México- partirán también varias figuras más.
La cuestión es clara: Para tener una economía floreciente hay que vender bien,
para eso hay que comprar con acierto, y sobre todo hay que formar. Para consolidar a los valores que se forman no
hay que taparlos con jugadores del montón. Y todo esto lleva a la pregunta
clave: ¿están surgiendo últimamente valores como para promover al plantel
superior como venía ocurriendo en los últimos años? Al menos en el año que
termina, no parece haber sido así.
Marcelo Calvente
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