Y arrancó nomás el Mundial de
Brasil. En los partidos disputados hasta la noche del domingo se exhibieron las
claves principales de este torneo ecuménico, sin dudas el de mayor equilibrio
entre los equipos participantes. Como nunca sucedió hasta hoy, los 32 clasificados
se agrupan divididos en apenas dos escalones de categoría: El grupo de los que salen
a ganar el campeonato -Brasil, Argentina, Alemania, Holanda, España y tal vez alguno más-
y el de los que si consiguen un lugar entre los cuatro mejores se convierten en
héroes nacionales, que también pueden ilusionarse
con algo más. No hay, como hubo siempre, equipos condenados de antemano a tres
derrotas, como Corea del Norte en 2010, Costa Rica en 2006 y tantos más, cuanto
más atrás nos vayamos en el tiempo. Como muestra de la evolución del fútbol
global del siglo XXI, los Ticos, ocho años después de aquella pobre participación, vuelven al Mundial y golean en la fecha inicial a Uruguay, un país dos veces
campeón. Hay grupos de la muerte y grupos accesibles, y de la
clasificación factible a la desgraciada eliminación, como la de la Argentina de Bielsa 2002, como siempre, hay apenas tres partidos. Pero como nunca, esos tres primeros cotejos de la serie de
grupos serán muy difíciles para casi todos. Clasificarán a octavos muchos de
los favoritos, algunos quedarán en el camino, y otros que, como el Indio, no
lo soñaron, tendrán la chance de sorprender. Cualquiera del escalón inferior que
clasifique se convertirá en rival difícil de eliminar en el mano a mano y posible finalista, como
lo fue el equipo del maestro Tabárez en el último mundial.
El árbitro japonés Nishimura cumplió... con la FIFA |
El formato de la competencia
favorecerá a los equipos que tengan más resto, mejores entrenadores y futbolistas más inteligentes y más conocedores del juego. Se tratará de resolver de un partido al siguiente todo aquello que se haya hecho mal, y no debe haber herramienta mejor que apelar a los videos, ya que no hay tiempo para ejercitar. Todos saben que para ser campeón no hay que perder, y que para no perder, como mínimo, se impone terminar jugando con once. En lo que respecta al juego, se advierte la notable precisión de aquellos jugadores que disputan la Champion League , tanto en los
cambios de frente como las en las cesiones de gol, y da la sensación de que el
anunciado padecimiento del equipo argentino –defensores de menor nivel que los
delanteros- lo sufren todos los grandes. En ese sentido, en el mejor de los
partidos disputados hasta hoy, Italia e Inglaterra entregaron 90 minutos de
fútbol de ataque incesante. Los dos finalistas de 2010 se enfrentaron en su debut
por el Grupo B. Luego de un primer tiempo favorable a España, el trámite se
resolvió de manera apabullante a favor de Holanda. El partido también fue muy
bueno, y nada indica que de volver a encontrarse, las circunstancias se puedan
repetir. Digamos que lo esperable, es más bien todo lo contrario.
Por otro lado, en el debut de
Brasil quedó bien claro que los árbitros saben qué resultado conviene a la FIFA , tanto como que no
quedan dudas que el Mundial perfecto es el que concluye con una final entre el
local y otro de los favoritos, si es la Argentina mejor, siempre y cuando el país
anfitrión resulte el ganador. Es lo menos que le puede desear la multinacional
de fútbol a un país organizador tan poderoso y floreciente como Brasil, que tan
buen negocio le ha permitido realizar en desmedro de necesidades más urgentes
de un pueblo que protesta indignado, al que no han dudado en reprimir con
dureza con tal de cumplir con lo acordado con la entidad madre del fútbol
mundial. No debería estar lejano el día en que no existan naciones que se
disputen el privilegio de ser país organizador, al menos si la FIFA mantiene sus actuales
exigencias.
Lio Messi busca su consagración en el Mundial |
De la forma en que se lo mire, el
Mundial sigue siendo la fiesta de las banderas, de los himnos y el fervor
patriótico, y no es un tema menor. Por un lado a todos nos gratifica
identificarnos con el lugar del mundo donde hemos nacido, y qué mejor que a
través del fútbol, el deporte más popular, sin duda alguna uno de los máximos
inventos de la humanidad en lo que respecta a la recreación. Por el otro, no
hay forma que no subsista un rencor inmortal, sobre todo en aquellos pueblos
que han sufrido guerras, ocupaciones, invasiones, y muertes inútiles y
evitables. Los franceses ante Alemania, japoneses e iraníes ante EEUU, los argelinos
ante Francia y los argentinos ante Inglaterra, entre muchos otros, nunca son
ajenos a los resabios violentos de la historia. No hay forma de evitarlo, por
eso es mejor omitirlo, minimizarlo, darle un tinte folklórico si se quiere y no
mucho más. Es hora de mirar fútbol y de apreciar los cambios que el paso de los
años y el desarrollo de las comunicaciones van produciendo en este deporte cuya
competencia a nivel selecciones arrancó entre ambas guerras allá por 1930, y de
disfrutar que pese a todo, la máxima competencia mundial que durante la década
del cuarenta fue borrada a cañonazos, sigue viva y en pleno desarrollo.
Hay que ser muy crédulo para
pensar que es la casualidad lo que condena de antemano a Brasil y Argentina a
medirse únicamente en el partido final, si es que los dos acceden a esa
instancia. De no ser así, de no eliminar ambos a todos sus oponentes hasta llegar
a la final, el clásico sudamericano no se
jugará. Por ahora, los dos arrancaron ganando con merecimientos, aunque de
manera muy ajustada. En 1930 definieron Uruguay y la Argentina , por lejos los
dos grandes de entonces. En 1950, en el primer mundial de posguerra, el legendario choque entre Brasil y Uruguay fue el último partido de una fase final de cuatro participantes, y esta vez los locales se quedaron con la sangre en el ojo. Nunca más volvió a darse otra final sudamericana. Para que el 13 de julio Brasil y Argentina protagonicen en el renovado Maracaná ese broche de leyenda
que tanto se palpita, deberán sortear la primera fase, octavos, cuartos y las
semifinales a pura victoria, eliminando grandes y ambiciosos adversarios, durante los próximos 30 días de fútbol de una Copa
del Mundo que anuncia ser inolvidable.
Marcelo Calvente
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