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domingo, 6 de julio de 2014

Del 30 al 14, una historia con pocas cosas en común


Cuando se habla de la Copa del Mundo se extiende una línea de continuidad histórica desde el presente hasta el año 1930, el primer torneo ecuménico organizado por la FIFA y disputado en Uruguay, por entonces la máxima potencia futbolística del planeta junto a la Argentina, a quien el local derrotó en la final. Las estadísticas de los mundiales de fútbol  incluyen los resultados de las 15 ediciones disputadas desde entonces hasta hoy como si se tratara de lo mismo, pese al tiempo transcurrido. Sin tener en cuenta, por ejemplo, que todos los equipos intervinientes en aquella primera edición llegaron a Montevideo en barco, ni que participaron tan solo cuatro seleccionados europeos -Francia, Bélgica, Rumania y Yugoslavia- siete sudamericanos -los dos finalistas además de Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile y Perú- más México y EEUU. Una Copa del Mundo con sólo 13 participantes invitados, que no jugaron eliminatoria alguna.

Selección de Alemania saludando al pueblo francés en 1938 
Las estadísticas que señalan que los cuatro más grandes de hoy son Brasil, Italia, Alemania y Argentina, escalón al que habría que agregar a Uruguay también ganador de dos mundiales, incluyen el Mundial disputado en Italia en 1934 al que no concurrieron equipos de Sudamérica –a excepción de Brasil- que se disputó ante la atenta mirada de Mussolini, que había sumado a su plantel a cuatro futbolistas argentinos para asegurarse la victoria, que obtendría en la final sobre Checoslovaquia para alivio de todos. Incluyen también el Mundial disputado cuatro años después en Francia, cuando Europa era una enorme mecha a punto de encenderse, el terror se empezaba a convertir en fanatismo y los futbolistas alemanes realizaban el saludo nazi en las narices de la gran nación que Hitler pronto ocuparía.

Las estadísticas incluyen los mundiales de posguerra. El de 1950 se jugó doce años después en Brasil, en agradecimiento al único país de Sudamérica que no se había plegado al boicot del 38. De los 16 equipos preestablecidos, solo participaron 13. Se dividieron en cuatro grupos: Dos de cuatro equipos, uno de tres, y el restante de dos: Uruguay y Bolivia, grupo ganado por los Charrúas con un solo partido, en el que  vencieron a Bolivia por 8 a 0  Es recordado por la final perdida por el local, un mito al que el tiempo le agregó una sorpresa que en verdad no debió ser tal. Más allá de la fe brasileña en la victoria, el fútbol rioplatense todavía estaba un escalón arriba, y la victoria uruguaya pudo haber sido inoportuna pero de ninguna manera inesperada. Incluyen los mundiales de Suiza, Suecia y Chile, donde la violencia apareció en escena,  Brasil sacó ventaja y Pelé se consagró como “O Rei”. Y el Inglaterra del 66, con los arbitrajes cruzados de un inglés y un alemán perjudicando a Uruguay y a la Argentina, con el tan publicitado como supuesto affaire de Ratin y la Reina Madre en la mismísima alfombra real…

En México 70 se produce el quiebre. El fútbol pasó a ser satelital, de allí en más la transmisión televisiva del evento a todo el mundo lo convirtió en un gran negocio y la FIFA pasó a ser una empresa multinacional de las más ricas, organizando puntualmente un Mundial cada cuatro años, una maquinaria que no se iba a detener ni aunque deba convivir con el genocidio que se estaba perpetrando en la Argentina en el 78. Lo demás es historia conocida: La del reinado de Argentina con Maradona, que volcó en EEUU, y de nuevo la supremacía brasileña. Sólo Francia y España se agregarían a la lista de los campeones.

Chile 1962, un Mundial con record de fracturados
La globalización del fútbol que se inició en los noventa explotó en este mundial que se disputa en Brasil, eliminadas las restricciones para la contratación de extranjeros en las principales ligas de Europa, de manera definitiva se nivelaron las potencialidades, y equipos como el de México, EEUU, Chile, Costa Rica, Argelia y Colombia -el mejor del torneo hasta caer ante Brasil- hablan de paridades que hasta hoy no existían. De todos modos, a la hora de la verdad, en los cuartos de final aparecen de nuevo los grandes del mundo: Alemania, que superó a Francia, Brasil a Colombia y Argentina a Bélgica, todos con marcadores apretados pero de manera indiscutible. No pudo Costa Rica, que terminó invicto y fue la sorpresa del torneo, un excelente equipo integrado por futbolistas que no obstante la eliminación por tiros del punto penal, cedió ante la Holanda de Robben y Sneijder, otro de los mejores elencos del torneo.

Ausentes por eliminación temprana Italia, Inglaterra, España y Uruguay, el representativo de Holanda, un verdadero campeón sin corona, animador más que habitual de la mayoría de las competencias de la era de la televisión, sueña con conquistar su primer título. Tendrá por oponente a la Argentina de Messi, que vuelve a participar de una semifinal tras 24 años de postergaciones, el único de los semifinalistas con recorrido ideal de cinco victorias al hilo, logradas jugando de menor a mayor, que no contará con Ángel Di María, marginado por una lesión muscular sufrida a 30 minutos del inicio del encuentro ante Bélgica.

Por la otra llave, el choque entre Alemania y Brasil, sin Neymar, marginado por un rodillazo en la espalda propinado por el colombiano Zúñiga, quien será recordado por esa acción por encima de sus virtudes como futbolista. Ningún resultado es para descartar por imposible, pero nada podría igualar una probable final entre Brasil y Argentina, el choque soñado, en el mismo Maracaná que carga sobre si con la legendaria derrota ante Uruguay en 1950 que se transformó en mito, y que puede retornar convertida en amenaza de una nueva frustración en caso de tener que enfrentarse los dos más grandes del continente, nada menos que Brasil y  Argentina, los países donde crecen los mejores futbolistas del planeta.   

Marcelo Calvente



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