En un extraordinario partido de
fútbol, Uruguay venció a Inglaterra por 2 a 1 con una actuación rutilante de Luis Suárez,
atacante del Liverpool inglés, considerado uno de los mejores delanteros del
mundo de la actualidad. Sus números hablan por él. En 442 partidos disputados
en toda su carrera convirtió 262 goles, 41 de ellos vistiendo la camiseta de la Selección de Uruguay.
Debutó en Nacional de Montevideo a los 18 años, y al cabo de la temporada
2005/2006 fue transferido al fútbol holandés, donde permaneció durante cuatro
temporadas y media, la mayoría de ellas jugando para el poderoso Ajax. El gran reconocimiento
internacional llegó con su actuación en el mundial de Sudáfrica, y desde
entonces brilla en el fútbol inglés y en la Champions League.
Luis Suárez, de la silla de ruedas a la gloria |
Las imágenes del final, con Luis
Suárez visiblemente emocionado en andas de sus propios compañeros enmarcaron la
máxima actuación individual de lo que va de competencia. Cuando parecía que
todo estaba terminado, con la garra ancestral de todos y los goles de Suárez,
revivió la imagen gloriosa que Uruguay logró con su participación en Sudáfrica,
que se extendió con la conquista de la Copa
América 2012 en Buenos Aires, el corazón futbolero de treinta
mil uruguayos alentando en las tribunas del Arena de San Pablo, y tres millones
esperando nuevamente ganar las calles de Montevideo para gritar su orgullo de
seguir siendo un grande del fútbol, por y para siempre el primer campeón
mundial, y el protagonista de la mayor hazaña que registra la historia de este
deporte a nivel selecciones, la gran victoria ante Brasil en 1950, en el primer
mundial organizado por los brasileños, triunfo que conocemos con el nombre de
El Maracanzo, la tarde que Obdulio Varela dijo “Los de afuera son de palo” y se convirtió en mito, mientras su
colega Moacyr Barbosa, el arquero de Brasil, iniciaba su calvario. “La pena máxima prevista por la Constitución del
Brasil es de 25 años, y yo llevo casi cuarenta de condena por un crimen que no
cometí” dijo el desgraciado Barbosa, que sufrió el repudio de su pueblo
hasta su hora final.
El fútbol del Río de Plata dominó
la incipiente escena internacional de las tres primeras décadas del siglo
pasado, cuando el deporte de los marineros ingleses echó raíces en los puertos
del Plata. Rápidamente, los lugareños lo hicieron propio, desplegando su
aptitud natural para el juego con lo pies, y pronto llegaron los primeros
enfrentamientos nacionales, con clara superioridad argentina hasta mediados de
los años 20, cuando Uruguay pasó a liderar la escena mundial mediante su
consagración como campeón en las olimpiadas del 24 y el 28, y la obtención del
Mundial del 30, venciendo a lo guapo a los argentinos en la final por 4 a 2. Paulatinamente, en más iba a ser desplazado por sus dos grandes vecinos, Argentina y Brasil, que hoy lo aventajan holgadamente en el historial común
Obdulio Varela, "El Negro jefe", capitán de Uruguay 1950 |
País pequeño de vacas y
estancieros, con un pueblo apacible que pasea por las calles de Montevideo con el termo y el mate, gente sensible y con apego a las tradiciones y el carnaval,
donde las injusticias y la violencia aún no arrasaron con la calma como en el
resto del continente, su selección es la única que no defendió su título de
campeón en el Mundial siguiente, que se disputó en Italia en 1934, al que
declinó de asistir en respuesta a la escasa participación de los equipos
europeos cuatro años antes. Tampoco asistió a Francia en 1938, plegándose al
boicot de los países latinoamericanos –Brasil carnereó- que reclamaban para el
continente la organización del evento, como estaba acordado desde el inicio de
los mundiales, Volvió al ruedo en 1950 y nuevamente se consagró campeón,
consolidando un liderazgo ecuménico que con el tiempo empezó a declinar y que
cuando ya lo daban por muerto, volvió a la palestra con el cuarto puesto
obtenido en Sudáfrica 2010.
“Uruguayos, sangre de campeones, uruguayos, garra y calidad”
cantaba El Canario Luna en los ‘80, cuando la gloria deportiva era un recuerdo
del pasado. El desarrollo del fútbol de sus vecinos más grandes Argentina y
Brasil, el éxodo desmedido de sus figuras y el deterioro económico de su liga,
entre otros factores organizativos deficitarios, lo fueron alejando de los
grandes logros. Pero sorpresivamente fue semifinalista en Sudáfrica y encendió
la llama. La derrota ante Costa Rica parecía condenarlo a la pronta
eliminación, el fin de un sueño imposible de retorno definitivo a los primeros
planos. Pero cuando las papas queman Uruguay siempre tiene algo más para
entregar. El paisito de ritmo cansino y vida pueblerina, con muy baja natalidad
y una enorme y permanente emigración de jóvenes que se desperdigan por el mundo
entero, volvió a decir presente con su fútbol, su leyenda y, sobre todo, con su
garra característica ante Inglaterra, que en el juego lució mejor, pero que no
tuvo fortuna en el área rival, como sí Uruguay dispuso en la vigencia anímica y
futbolística de Luis Suárez, sacando pecho al límite de sus fuerzas. Para
seguir con vida deberá derrotar a Italia, nada menos, otro duro escollo en el camino
a octavos de final en uno de los grupos más competitivos del torneo. La
victoria ante Inglaterra, lograda en los minutos finales, apenas lo deja con
vida: Si no vence a Italia se vuelve a casa. Pero cuidado, las imágenes del
festejo del final seguramente inflarán la autoestima del plantel, y sobre todo,
aumentarán los temores y el respeto de parte de su rival de turno, el que siempre
merece la Celeste
cuando tiene que afrontar instancias decisivas.
Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.com