La llegada de Román Martínez -proveniente
de Estudiantes de La Plata
con 23 partidos disputados en los últimos doce meses- bien podría ser un
indicador de las intenciones de la conducción del club Lanús para lo que viene,
siempre y cuando dicha contratación tuviera explicación a simple vista. Algunos
opinan que es un buen reemplazante para Ortiz, quien seguramente seguirá su
carrera en Independiente, lo que también es otro indicador. Otros, casi todos,
se agarran la cabeza. Lo cierto es que el equipo de Guillermo fue perdiendo
nivel competitivo con las partidas de varias de sus figuras porque de la unidad
de criterios entre el entrenador y el presidente no surgieron decisiones acertadas
a la hora de elegir los reemplazantes.
Algunas incorporaciones recientes
fueron inexplicables desde el vamos, Monetti, Aguirre, Melivilo, o el error
recurrente de buscar futbolistas poco propicios para el esquema táctico que el
entrenador aplica a rajatabla -Pochi Chávez, Ortiz, ahora Martínez- futbolistas
aptos para jugar únicamente de enganche o doble cinco adelantado, pero no de volante
central, adonde les falta potencia y recuperación; y mucho menos de interno,
donde padecen su falta de velocidad y su escasa vocación defensiva. Las últimas
imágenes de Ortiz en Lanús, pese a que en su estadía entregó algunas buenas
actuaciones y varios pases gol, son las de un tipo cansado de correr de área a
área, fastidioso por tener que realizar un trabajo que no le gusta y para el
que no es naturalmente apto, decepcionado en general, como varios otros
integrantes del equipo que sienten lo mismo: que el sistema de juego de
Guillermo se los termina comiendo. Una imagen que resume el momento futbolístico
de Lanús, una nave piloteada por los Mellizos y capitaneada por Marón que hace
dos años y medio soltó amarras con entusiasmo y convicción, y que ahora tiene que
remar en un mar de dudas y desaciertos para tratar de terminar arribando a buen
puerto.
La nueva incorporación de Lanús, Román Martínez |
A días del reinicio de la
competencia, que será triple, mientras los hinchas granates deshojan margaritas pensando en delanteros, Lanús anuncia la llegada de un volante de 32 años con
una carrera irregular y en baja, que viene sin haber realizado pretemporada y que
para colmo de males sufrirá el mismo problema que su reemplazado: sólo puede
jugar de doble cinco adelantado. Digo yo: ya que el plantel necesita uno o dos
volantes, ¿no sería mejor incorporar jugadores que ya estén adaptados a este formato,
o al menos que tengan la voluntad y la condición física y futbolística
necesaria como para intentarlo? A veces las cosas no se entienden, y a excepción
del didáctico profesor Valdecantos, tampoco se saben explicar. Igual, en el
fútbol todo puede suceder. Digo con esto que por ahí Martínez la termina
rompiendo, andá a saber; y también digo
que es más fácil encontrar rosas en el mar.
Si la conducción del club, luego
de un análisis profundo, entiende que la coyuntura exige precaución, que el
clima del fútbol mundial y más aún el argentino está enrarecido y que da la
sensación que todo está por explotar, yo estoy plenamente de acuerdo. Si la
idea del presidente es dejar la institución lo mejor -y en las mejores manos-
posibles, será una grata decisión que la masa societaria tarde o temprano sabrá
reconocer, una salida decorosa para un ciclo institucional y deportivo que mucho
había ilusionado al comenzar, en diciembre de 2012, y que tanto viene decepcionando
de un año a esta parte, donde nada salió bien, ni siquiera la esperada fiesta
del centenario.
Si en verdad así fuera, y el
último tramo de mandato estará signado por la austeridad y el recorte de
gastos, entonces el problema radica en la comunicación, porque de esto nada se
dijo. Por el contrario, se declamó la búsqueda de valores de calidad, al menos
un par de ellos, que por lo visto tardan más de la cuenta en llegar, y esa
tardanza aumenta el fastidio de los socios esperanzados en la conformación de
un gran equipo, tal como en principio se sugirió. Si vamos a tener que pelear
el famoso campeonato económico, mejor sería que todos estemos enterados para
acompañar el intento con más paciencia y mayor convicción.
Al menos así lo sugiere nuestra propia
historia. Cuando a punto estuvimos de quebrar quedaron solamente los que
priorizaron al club por sobre sus propios bienes. Tipos que un día de le
dijeron a su esposa “Vieja, puse nuestra casa en garantía por una deuda del Club
Lanús”, tipos que golpearon puertas poderosas para pedir ayuda para la institución,
tipos que pagaron deudas y sueldos atrasadas de sus propios bolsillos, que se
arremangaron para hacer choripanes para el fútbol infantil, que vendieron rifas
sin descanso ¡Qué digo tipos, si fueron héroes! En homenaje a ellos tenemos la
obligación de recuperar el rumbo institucional y volver a poner al club por
sobre cualquier interés personal o político de los dirigentes de turno, encaminarlo
por la senda de la unidad sólida, verdadera y con lugar para todos que habrá
que reconstruir.
Marcelo Calvente
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