A pesar de las
dos derrotas consecutivas, ambas por goleada, parece que a dos fechas del final
el equipo de Guillermo Barros Schelotto va a ser protagonista determinante, una
vez más, de un cierre de campeonato para sacar balcones. En un fútbol parejo
como no hay otro, y como tal cambiante, Lanús protagonizó cuatro de los últimos
cinco campeonatos, solamente en el semestre pasado terminó por debajo del
cuarto puesto. Y el actual lo viene peleando desde la 5ª fecha. Durante 10
jornadas persiguió al gallardo puntero con fiereza, ganando casi todo lo que
jugó. Y cuando River empezó a dar muestras de no llegar entero a la meta,
cuando tenía que pasar al frente para la recta final, el Granate trastabilló en
Victoria y rodó en Avellaneda. Varios rompieron los boletos. Rodeado por los
más fieles, los que siempre alientan, logró ponerse de pie y vencer a Gimnasia
sin problemas. Mientras tanto los de arriba siguen tropezando. El que sí metió
buen sprint final es la
Academia, con cinco victorias consecutivas aunque sin mucha
elegancia, logró asomar la cabeza del pelotón. Las dos fechas finales prometen
emociones. Racing tratando de dar las últimas zancadas, experimentando por
primera vez el aliento en la nuca de Lanús, de nuevo en rol de perseguidor, el
papel que mejor le sienta. River aún está ahí, pero corre a ciegas. No lo va a ganar el
mejor, nadie lo es claramente. Lo va a ganar el que tenga más temple y Por una cabeza, como cantaba Gardel que, según dicen, era hincha de Racing.
A esta altura no
hay dudas de que Guillermo no pudo sostener el nivel que, con él a cargo, Lanús
supo tener hace apenas un año atrás. No acertó con los refuerzos, y al menos
hasta hoy, no pudo resolver el principal problema táctico de su equipo: la
ubicación demasiado retrasada de sus centrales, lo que desbarajusta al resto de
las líneas. A los laterales los obliga a retroceder con ellos. Los tres
volantes quedan tan lejos del fondo como de los de arriba. Ocho jugadores granates
corren de un lado al otro para tratar de acortar el desierto que los centrales
provocan con su apego al terruño de Marchesín, al que los rivales, que reciben
los demasiados rebotes fallidos que cede la dupla, convierten en figura en cada
jornada. Araujo, Velázquez, Ayala, Ortiz, Somoza y el Pulpito son las
principales víctimas de este desajuste, y sus rendimientos han decrecido
respecto del 2013. Romero y Acosta, las dos grandes figuras, no tuvieron la
compañía adecuada en el Pelado Silva, que pese a su enorme voluntad, no ha
vuelto a ser aquel que un día llegó y se convirtió en figura del Campeón de la pasada
edición de la Sudamericana.
Guillermo no apeló casi nunca al cuarto volante, pese a que
Melano, Junior Benítez, Astina y Valdez Chamorro desaprovecharon las pocas
chances que tuvieron.
Vale la pena
observar lo de los dos delanteros. Los granates conocemos de sobra las virtudes
del Laucha Acosta. Su maradoniano espíritu competitivo, su valentía para
exponerse a los golpes, su electrizante velocidad. Pese a todas esas virtudes,
la seguidilla de lesiones amenazaba a su carrera. Con acierto se decidió a
someterse a una operación, siempre una especie de lotería cuando se trata de
las piernas de un futbolista profesional de alto rendimiento. La medicina
respondió mejor de lo esperado. Si Acosta estuvo ausente en el semestre, fue
por suspensión. Las lesiones pertenecen al pasado. Su salto cualitativo fue
enorme. El mal momento del equipo y algunos desbordes emocionales atentaron contra
su rendimiento, no obstante, demostró estar a la altura de los mejores delanteros
del mundo. Si aprovecha el momento, tiene muchas posibilidades de volver a
firmar un muy buen contrato. Pero si se da por hecho en lo económico y se apega
a la gloria, tiene tiempo como para festejar un par de títulos más con Lanús, por
ejemplo el que está en juego, y sentarse en el trono de la idolatría granate,
ese sitial que alguna vez, en tiempos de la modestia, fue propiedad de Juan
Héctor Guidi.
Gardel y Leguizamo, monta de Lunático, el pingo de Carlitos |
Lo de Romero
también es cosa seria. Por un lado, su marca de goleador cotiza por si sola. Pero
lo que sorprende es la calidad de su juego de gestación en los últimos metros,
un poco más lejos del arco, una virtud
que no tenía ayer nomás, al partir hacia Europa. Vale la pena observar sus
combinaciones con Acosta, su timming para dar el pase justo se advierte en
varios de los goles convertidos por Lanús. Gracias a su vuelta a tiempo, Romero
también se ha convertido definitivamente en un delantero de primer mundo. Con
un sistema más práctico y eficiente detrás, Lanús debería haber sacado más
provecho de esta nueva y poderosa dupla.
Con las dos
derrotas al hilo en Victoria y Avellaneda, el Grana perdió la chance de ser
puntero a tres del final, y todo parecía perdido. Pero como River y el Rojo
volvieron a tropezar ayer, la victoria ante Gimnasia devuelve a Lanús a la
pelea, una vez más como perseguidor, ahora de Racing, que se quedó con la
mochila de la obligación de ganar que le sacó a River, que sólo piensa en Boca
y en la Copa,
con el corazón herido y el músculo fruncido. Y el mismo Independiente que con
una gran actuación había vencido a Lanús, cayó sin pena ni gloria ante los
suplentes de Boca como había caído antes con el limitadísimo Gimnasia, jugando
a nada y sin hacerse mucho drama, dejó el sueño de campeón en la Bombonera.
Mano a mano
hemos quedado, cantaba el Morocho del Abasto. Dicen los que saben que Gardel trae suerte. Por eso en este cierre desquiciado de torneo, recurrimos a Carlitos. El fútbol argentino irá poniendo
el foco en la persecución final de Lanús a la Academia, que tendrá su
primer capítulo el próximo fin de semana, cuando el Grana reciba a Boca, y
Racing visite a Central. Ambos auriazules tienen antes un compromiso
determinante: Boca visita a River a todo o nada, y Rosario Central, casi de la
galera, se encontró con la chance de
ganar la Copa Argentina
ante el raro Huracán, cuyo ascenso está en duda después de su caía ante Unión
por el Torneo del Nacional “B”, que como nunca ocurrió, otorga diez plazas en
Primera. Primero será el tiempo de esas dos finales. Habrá que moverse con
sigilo. Pasado el superclásico y sus ecos, recién al llegar el fin de semana
próximo, se habrá acabado el tiempo de las suspicacias y las habladurías. Será nomás la hora de la verdad para los que sueñan con ganar el campeonato, y nadie la tiene fácil,
hará falta tener mucha suerte. La
hora de que Gardel entone Esta noche me emborracho, y todo Lanús le haga caso.
Marcelo Calvente
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