Seamos sinceros; lo lógico era
esperar una victoria abultada de Lanús sobre Atlético Rafaela, y que
Estudiantes no gane en San Juan, en el difícil reducto donde el Granate dejó
dos de los cinco puntos que perdió en este torneo. Estaba cantado, pero no fue
así. El fútbol argentino cambia, los clubes se reciclan, algunos crecen, otros
retroceden pero durante las últimas dos décadas una premisa se mantiene
inalterable: cualquiera le gana a cualquiera. Siempre. Y así como el Pincha le
ganó sin discusión a un tibio equipo sanjuanino, Atlético de Rafaela estuvo muy
cerca de no perder en La
Fortaleza, e incluso pudo haberse llevado los tres puntos. Y
si un equipo que en diez partidos solo había ganado una vez y tan solo en dos
oportunidades había logrado empatar, un equipo que había convertido nada más
que ocho goles y recibido 23, estuvo a 23 minutos de ganarle y a cuatro -los
cuatro que el árbitro otorgó de descuento- de empatarle a Lanús, significa que
el Granate no fue el mismo. Que algo falló.
El Pepe volvió a marcar, y lleva 12 goles en 11 partidos |
En primer término falló la
capacidad de definición que lo había caracterizado. Las dificultades que
exhibió en ese aspecto ante Rafaela tienen que ver en gran parte porque el as
de espadas, el Laucha Acosta, no fue tan determinante en los últimos metros como
suele ser. Y en parte porque Miguel Almirón, jugador fundamental para que Lanús
sea desequilibrante en velocidad, siga debiendo la materia en cuestión, la que
el Pepe Sand sabe de memoria: la definición. Sand, que también falló todo lo
que dispuso en la etapa inicial, tuvo frialdad y la espalda necesaria como para
asumir ese penal en el minuto 90, y no le tembló el pulso para clavar un
fierrazo inatajable al ángulo superior derecho del arquero. En 11 partidos convirtió
12 goles. Más que un milagro, lo del Pepe es la reencarnación de Arsenio Erico…
Durante la etapa inicial, Lanús
dispuso de no menos de cinco situaciones claras que fue desperdiciando una a
otra, sumadas a algunas decisiones arbitrales que lo perjudicaron, entre ellas
la anulación de un claro penal a favor que Herrera había sancionado correctamente,
y que a expensas de uno de los líneas -que marcó un off-side que no existió-
cambió por tiro indirecto para la visita. Hasta los 42 minutos, la única
preocupación de Rafaela era mantener el cero en su valla, y para eso corría y
se prodigaba tratando de presionar sobre la salida. Pero llegó ese rebote
fortuito que Graciani capturó cara a cara con Monetti y marcó el inesperado
gol. Al volver de los vestuarios, la consigna lógica de Rafaela fue aferrarse
de cualquier modo a ese milagroso resultado. La mala campaña del equipo
santafesino le había costado el puesto a un entrenador muy querido como Jorge
Burruchaga, al que habían acudido en diciembre último para salvar a la Crema del descenso, y en 9
partidos había logrado apenas un triunfo y un empate. Su reemplazante, Juan
Manuel Llop, venía de debutar con derrota dura en la Boca y posterior empate de
local ante Unión. Sería injusto criticar su esquema, y las artimañas a las que
recurrió para intentar la hazaña que finalmente se le escurrió de las manos.
Falló también el triángulo
defensivo que Jorge Almirón debió improvisar, sin Braghieri y sin Marcone,
cambiando de perfil a Gustavo Gómez, que pasó a la izquierda de la zaga, para
que debute Colotto como primer marcador central, y Agustín Pelletieri como “cinco”,
tratando de cumplir el relevante rol de Marcone. El Pulpo lo hizo bien en el
aspecto defensivo, aunque no le alcanzó para aportar lo que el ex Arsenal entrega
en el armado ofensivo una vez que saca al equipo del fondo. Lo de Colotto fue
mediocre, sobre todo por sus problemas con la pelota, y tampoco Gómez fue el
mismo que venía siendo en su posición natural. Durante el primer tiempo, el
trío dificultó el principio de las maniobras ofensivas. Así y todo el Grana
generó varias situaciones que no pudo definir. En el segundo, Rafaela ya no
presionó. Cedió terreno y pelota y se dedicó a correr y morder mientras tuvo
piernas. Lanús lo terminó ganado porque no se desesperó. Por más que Rafaela no
pasara nunca al ataque, el equipo de Almirón siguió fiel a su nuevo estilo:
pasar el balón hasta encontrar el espacio para perforar, ejercer el dominio sin
desesperar hasta que aparezca la oportunidad. Lo que no podemos decir es que
durante ese dominio del complemento Lanús haya dispuesto de muchas chances de
gol. Más bien poco y nada.
El técnico volvió a acertar con
sus dos modificaciones. Castelani por Pelletieri y Junior por Mouche, ambos
cambios casi cantados, aportaron más precisión en la entrega. Igual, el equipo
no encontraba la manera de llegar al gol. A los veinte del complemento, de
tanto correr para recuperarla mientras Lanús tocaba para conservarla, la visita
empezó a dar signos de cansancio. Es entendible: tan cerca de la hazaña
impensada y con tanto trajín a cuestas, los jugadores de Rafaela empezaron a
nublarse y el público local así lo interpretó y redobló el aliento. A 1os 22
minutos, un centro al área, la cabeza de Gustavo Gómez y el toque sobre la
línea de Román Martínez, otra vez gran figura, puso el empate que todavía era
un buen resultado para la Crema
y una pésima cosecha para Lanús, que entonado redobló el ataque y logró algo
más de profundidad, mientras la visita
echaba el lastre y se aferraba al transcurrir del minutero. Lo pudo haber
logrado, pero no hubiera sido justo. En el último envío aéreo del tiempo
reglamentario, pelota al segundo palo, mano tontamente levantada por Nelson
Benítez, cabezazo de Castelani que todos vimos dar en el brazo del ex Lanús aunque
después se comprobaría que dio en la nuca. Herrera pitó el penal y pelito pa’
la vieja. En 85 años de profesionalismo, es mucho más lo que nos quitaron que
lo que nos regalaron. Sépanlo, periodistas “equipograndedependientes” que tanto
lamentaron ese penal: la AFA
sigue estando en deuda.
La cuestión es que Estudiantes no
afloja y volvió a sumar de a tres, mejorando notablemente respecto de sus
últimas actuaciones. Viene por la quinta victoria consecutiva, y pese a los
difíciles compromisos que debe afrontar, es la única amenaza que el Granate
puede llegar a sufrir de aquí hasta el cierre para acceder al partido final.
Algunos interpretan la ajustada victoria como una luz de alarma. En cambio
otros están seguros que, como pintaba la cosa, el obtenido el domingo es uno de
esos triunfos que al levantar la copa para celebrar un título, se recuerdan con
frases por el estilo: “Si no le hubiéramos ganado con ese penal mal cobrado a
Rafaela…”
Marcelo Calvente
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