Lo peor fue la imagen del final, con
cuatro goles en contra, buscando sin sorpresa, sin ideas ni convicción, sin
generar peligro real y apelando al remate de media y larga distancia como única
estrategia. El partido ya se había terminado con la conquista del tercer gol
del local. Iban trece minutos del complemento, Lanús perdía dos a cero, pero
San Lorenzo tenía un hombre menos, Matías Caruzzo, inevitablemente expulsado
por Trucco sobre el final del primer tiempo. Todavía no estaba asegurado el
resultado. El dominio granate era estéril, pero atacaba con decisión. El penal
que sancionó Trucco a favor del local en una sujeción mutua entre Matos y
Velázquez le puso punto final al partido con media hora por jugar, lapso en el
que San Lorenzo iba a convertir su cuarto gol, ante un Lanús perdido y
desordenado, con cinco delanteros en cancha chocándose entre sí.
Lo mejor se vio en el principio. La
visita se paró en campo contrario desde el arranque. En la primera combinación
a fondo, Acosta le tira una pared a Junior en la puerta del área rival en medio
de un racimo de piernas adversarias, Benítez se la devuelve con una pincelada
de talento, tocando de primera con la fuerza y el efecto justo para la llegada
en velocidad del Laucha, un efecto extraño, de billar, que la hizo frenar en el
lugar indicado. El Laucha llegó antes, recibió el primero de los muchos
planchazos descalificadores que sufre por partido, y voló por los aires.
Imposible no cobrar penal. Si lo cambiaba por gol, Lanús podía trabajarlo de
contra, con espacios para Acosta y Melano. Pero Ayala falló desde los doce
pasos ante Torrico, reconocido perito en la materia. Lanús siguió dominando
hasta más allá de los 15. A
partir de ese momento San Lorenzo dio unos pasos adelante y empezó a discutir
la posesión, aunque ninguno de los dos equipos terminaba sus jugadas con
peligro. En el fondo granate se destacaban Velázquez, muy firme en el juego
aéreo, y Barisone, mostrando aptitudes técnicas notables para el mano a mano, y
para cerrar con prestancia a las
espaldas de Araujo y Pasquini, como último hombre.
Cuando el primer tiempo se moría,
San Lorenzo recibió la bendición de un gol en offside. Uno bien claro, con los
cuatro defensores granates perfectamente alineados, Mauro Matos recibió el
balón un metro adelantado y se fue cara a cara con Monetti, que dudó entre
reclamar o intervenir, sin hacer ni una ni otra cosa. Y en seguida la tonta
pero indiscutible expulsión de Caruzzo presagiando un complemento favorable para
los de Guillermo. No pudo ser. Pronto
sucedió el increíble error de Barisone, que descuidó en el arranque al que más
había que custodiar, otra vez Mauro Matos, el mejor cabeceador del fútbol
argentino, al que vio pasar como colectivo lleno. Iban dos minutos del
complemento. Lanús siguió atacando, San Lorenzo se metió muy atrás. Así hasta
el penal que convirtió Buffarini y partido terminado, aunque hubo tiempo para
otro error defensivo, esta vez de Pasquini, que dejo cabecear a Cauteruccio para
marcar el cuarto gol.
Sólo en las alturas, Matos marca el segundo gol |
La derrota fue tan dura como sus
consecuencias: ganando en el Gasómetro, el Grana se prendía en la lucha por la
punta, ya que pasaba a integrar el segundo escalón, con 15 puntos, junto a
River y San Lorenzo, a dos de Boca y Central, que serían los punteros. Pero no,
ganó bien el Ciclón y ahora está arriba de todos con 18 unidades, mientras
Lanús rasguña la cornisa del grupo de los primeros diez, con 12 puntos, junto a
Racing, Independiente y Tigre, debajo de Banfield y Belgrano, ambos con 13. Pese
a lo abultada y dolorosa, no hay que perder de vista que fue la primera derrota
en siete partidos, que nada termina en junio, que se trata de un torneo largo y
que siempre el campeón será del que termine mejor, por lo que es fundamental
mantenerse en el tercio de los de arriba con la esperanza de que las cosas
mejoren en el tramo final.
Las últimas campañas granates
dejaron la vara demasiado alta. Los socios expresan su descontento con el
equipo, y de reojo, observan la marcha institucional con cierta alarma. Hay
muchos jugadores fundamentales del plantel que tienen detractores implacables:
Araujo, Maxi Velázquez, Ayala, Ortiz, Junior Benítez y Melano. Los nuevos
todavía están exentos de esa presión. Y sólo Fritzler y el Laucha Acosta conviven
con la aprobación y el reconocimiento unánime de todos. El cuerpo técnico también
está en la mira. Las desprolijas partidas de Silva y el entrenador de arqueros
Enzo Noce, la paupérrima campaña de la tercera división a cargo del Pata
Pereyra, los cuestionamientos off de record al trabajo del profesor Valdecantos
por parte de algunos jugadores y allegados, y la falta de valores del club
definitivamente consolidados en primera son algunas de las señales que, sumadas
a la larga lista de títulos perdidos en 2014, encendieron las críticas que
ponen a Guillermo en una situación de gran debilidad, en la que difícilmente
pueda soportar tres derrotas consecutivas.
Este plantel es todo lo que hay. Está
claro que no se pudo o no se supo reemplazar correctamente a las figuras que
han partido. Fácil no es. Puede que se concreten un par de incorporaciones a
mitad de año debido a la participación en la Copa Sudamericana, pero si no
hay una mejora general va a ser difícil modificar la situación. Ese es el
panorama al día de hoy, de los protagonistas depende tratar de corregir el
rumbo. Ahora vienen Argentinos en La Fortaleza y Banfield en Peña y Arenales, dos
cotejos en los que se impone sumar, y no olvidar que el entrenador cuestionado,
ayer nomás, logró una de las tres estrellas que luce la casaca granate. El
hincha, es sabido, no tiene término medio: sube o baja el pulgar de acuerdo a
lo que le dicta su corazón, y cambia de parecer según los resultados, sin
culpas ni remordimientos. Después de la derrota del sábado, a juzgar por lo que
se escucha en las calles de la ciudad pasional y futbolera, son mayoría los que
piensan que lo mejor sería soltarle los leones al entrenador y volver a
empezar, pese a lo mucho que falta para diciembre de 2015. Pero no son pocos
los que mantienen las ilusiones; saben que en el fútbol no hay imposibles y que
con dos buenas victorias, el equipo se vuelve a encaminar.
Marcelo Calvente
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