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martes, 14 de abril de 2015

Entre la irregularidad y el fervor



En un encuentro muy atractivo, con un primer tiempo electrizante y un complemento  de enorme dramatismo, Lanús ganó el clásico del sur por 2 a 1, un resultado justo que premia al mejor de los dos. La victoria es un gran paso adelante para el equipo de Guillermo Barros Schelotto, de marcha irregular, a paso de comparsa, después de dos triunfos consecutivos cosechó dos duras derrotas, y en medio de un tramo con rivales muy exigentes, la vuelta a la victoria en el derby lugareño alivia la situación y sirve para trabajar con más tranquilidad de cara al choque con Boca Juniors, uno de los punteros, a disputarse el próximo domingo en La Fortaleza con la esperanza de ganar, y de una vez por todas prenderse en la pelea por el título.

Banfield venía embalado con cuatro victorias al hilo, exhibiendo un notable juego de ataque. Ganando el clásico se convertía en candidato. Lanús venía realmente mal, el equipo que se había insinuado poderoso ante Godoy Cruz se estaba diluyendo. Todos los boletos eran para el Taladro. Tanta diferencia suele ser un mal presagio cuando hablamos de clásicos. Lanús se adueñó de la pelota a fuerza de luchar y correr, y a partir de la tenencia desniveló por medio de Junior Benítez y Lautaro Acosta, con Lucas Melano metido entre los centrales. El primer tiempo del Laucha fue un espectáculo aparte. A fuerza de velocidad y convicción, Lautaro hizo un desparramo unipersonal difícil de ver por estos tiempos y recibió la falta que le dio un vuelco al partido. Tan concentrado venía Lautaro que ya desde el aire, antes de terminar de rodar por la gramilla, empezó a reclamar la expulsión del infractor Sergio Vittor por último recurso. Loustau cobró el penal y dudó, no parece agradarle la idea de perjudicar a Banfield. Consultó con el línea Brailovsky que, supongamos, le dijo: “estaba cara a cara y lo agarró de atrás, lo tenés que expulsar, que le vas a hacer…”

A los 23 minutos de juego Lanús se puso en ventaja y su rival quedó con un hombre menos. El partido era de ida y vuelta, pero a Banfield le costaba crear juego. En vez de dar un paso atrás y darle la pelota al rival para que se adelante, Lanús presionaba sobre la salida. No fue una buena idea: dominó y tuvo varias chances para aumentar, pero recibió más de tres contras que pudieron terminar en gol. Cerca del final de la etapa Loustau volvió a aparecer en el partido para marcar una falta a favor del local, a un metro del área penal, falta que de ninguna manera existió. Mientras armaba la barrera y amonestaba a Lautaro Acosta, que no paraba de protestar el fallo, no se perdió el codazo de Junior a Noir y lo castigó con el mayor rigor. Afuera el de Lanús. Ahora fue Monetti quien advirtió al otro juez de línea: “avisale de la patada previa de Noir, yo sé que vos la viste…”  El asistente informó, Lanús quedó con diez y Banfield con nueve hombres.

Advertido de la no conveniencia de sostener la presión, el equipo de Guillermo salió a esperar a Banfield en campo granate desde el inicio del complemento, y así disponer de espacios para contragolpear. Fue el momento en que parecía que terminaba en goleada, con el muy buen trabajo de Acosta y Melano. Y a los 18’ el cordobés recibió la habilitación de Ortiz –contra perfecta, dos contra uno, esperó que el defensor tome la decisión de soltar al cordobés para cruzarlo, y recién ahí ceder el balón- y la buena definición de Melano para el 0-2. La diferencia parecía definitiva, pero todo se complicó cinco minutos después con la expulsión de Lautaro Acosta, que desbordado de fervor granate llegó tarde a una pelota dividida y Loustau no dudó: segunda amarilla y afuera.

Con 22 minutos más el descuento por jugar, ahora 9 contra 9, el partido ganó en dramatismo. Almeyda se la jugó y mandó a Asenjo, centrodelantero, por el volante Cazares y al central Noguera por el lateral Yeni, con la intención de sumar a dos grandotes para el juego aéreo en las dos áreas. Y en la primera que tocó, Asenjo puso el descuento. Por entonces, Lanús ya sufría por lo mismo de siempre: el retroceso desesperado de Gómez y compañía. Guillermo tuvo que pensar muy bien que hacer con los dos cambios que le quedaban, ya que Araujo, presuntamente desgarrado, le había dejado su lugar a Firulete Silva a los 11’. Entonces reemplazó a Aguirre por Pasquini para no perder lucha en el medio. Banfield llenaba de centros el área de Monetti, Lanús disponía de contragolpes largos que no lograba terminar bien. El Papu González, que entró sobre el final en lugar del exhausto Melano, se perdió la más clara al no poder conectar debajo del arco un pase gol de Ayala. Al final le faltó el marco del festejo de la tribuna visitante vacía, cosa a la que lamentablemente el fútbol criollo se está acostumbrando.

Después de esas dos derrotas preocupantes, la victoria en el Florencio Sola pone a Lanús en carrera y levanta la autoestima del público granate que no se cansa de ver arrancar y quedarse a su equipo semana tras semana. El próximo domingo recibe a Boca, puntero e invicto, con bajas muy sensibles: Los dos expulsados, más Fritzler y Araujo, ambos posiblemente al margen por lesión. La parada será muy difícil, pero no imposible. Dentro de la irregularidad que viene mostrando desde el inicio, Lanús dejó bien en claro que aún en las circunstancias más complicadas es capaz de todo. 


Marcelo Calvente

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