Para poner punto final a una
semana para el olvido, Lanús venció en Mendoza a Godoy Cruz por un resultado
infrecuente por lo abultado. El 5
a 1 final fue el producto de una noche espectacular del
equipo de Guillermo, que por primera vez en mucho tiempo cambió el planteo y
dispuso un nuevo ordenamiento táctico de los futbolistas en el terreno. Lanús salió
a jugar con Melano de punta y el Laucha Acosta alternado las dos bandas, con Junior
como volante por derecha, y Ortíz, por el eje vertical de la cancha, delante de
Fritzler, de esta forma terminó atacando con cuatro, y eso resultó letal para
un equipo mendocino que viene intentando defender con tres, y que carece de
recuperación en la zona media. Desde el arranque el Grana fue superior en lo
colectivo, independientemente de que contó con el jugador más desequilibrante
de la noche, Lucas Melano, que entregó la máxima actuación individual en lo que
va del torneo.
El dominio territorial de la
visita se desarmó transitoriamente cerca de la media hora de juego, cuando se
estiró, y una grieta se abrió entre los volantes y los del fondo. Y el gol que
significó la ventaja parcial para Godoy Cruz es consecuencia más que notoria de
eso: con enormes facilidades para manejar el balón en el campo adversario, el
delantero Leandro Fernández esquivó con comodidad el cierre tardío de Ayala, y
con la misma tranquilidad de maniobra sacó el remate letal para Monetti. La ventaja retrasó unos metros a Godoy Cruz, y
eso colaboró en la recuperación táctica de los del fondo Granate. Hasta ahí,
los dos elencos estaban en partido, un encuentro atractivo y bien jugado, tres
puntos muy importantes para ambos El local, después de un arranque confuso,
había encontrado su juego con dos victorias consecutivas, un nuevo triunfo lo
ponía en el lote de arriba. Lanús venía de muy pobres actuaciones, y un
conflicto insólito que acababa de estallar con el futbolista más caro del
plantel abría un enorme interrogante.
Según dicen, el uruguayo venía
juntado bronca, y un cambio de palabras ajeno entre parte del plantel y el
cuerpo técnico fue la excusa para increpar a uno de los entrenadores con
modales sin retorno. Primero fue suspendido, y pronto rescindió su vínculo con
el club. Ese tipo de conflictos suele tener consecuencias negativas en un
plantel, sobre todo si los referentes consideran que la culpa fue del técnico.
Por el contrario, si esa salida resulta ser un alivio para los demás puede ser positiva.
Desde otra mirada: si el plantel consideraba que el reclamo de Silva era justo,
bien podía haberse manifestado de manera más elocuente: en esos casos, el
resultado siempre es la salida del entrenador. Pero si los referentes opinan que
se equivocaron, que la reprimenda correspondía y que la reacción de Silva resultó
fuera de lugar, injusta o destemplada, el adiós del Pelado tal vez haya sido el
disparador de una charla unificadora entre las partes. A juzgar por lo que se vio en Mendoza, Lanús
volvió a ser un equipo compacto, movedizo y solidario, en el que todos corren,
se desmarcan y dejan el alma en cada pelota, condiciones indispensables para
ganar en este fútbol competitivo como ninguno otro. Y como yapa, el entrenador
estrenó con éxito un nuevo dibujo táctico. Por todo esto y por el 5 a 1, todos juntos celebraron,
comieron perdices y brindaron, pero con agua mineral.
Lucas Melano y su noche mágica con cuatro goles |
El fútbol tiene estas cosas que
lo hacen el más apasionante juego inventado por el hombre. Y en la nochemendocina se produjo uno de esos milagros que se dan muy de vez en cuando:
Lucas Melano, cordobés de Hernando, 22 años, arribado a Lanús a mediados de
2013, pronto mostró su velocidad y una virtud
que escasea: olfato y capacidad para definir con un toque cuando pisa el área
adversaria. Sin embargo, una rebelde pubalgia lo sacó de competencia en casi
todo 2014. Volver le costó más de la cuenta: falto de fútbol y de distancia, con
dificultades para dominar el balón y un cierto gesto de estar ausente, su
imagen se fue desdibujando. Como siempre ocurre, pronto pasó a ser destinatario
principal de las más duras críticas. Para la mayoría de los simpatizantes
granates, hasta el feliz domingo, Melano era un futbolista prescindible.
La cuestión es que la partida de
Silva le abrió una puerta, y el cordobés se metió. Desde el primer minuto se
mostró más enchufado y combativo que nunca, y se tuvo confianza en la zona de
definición. Para lograr el empate parcial impactó de primera un enorme pase de
Maxi Velázquez, y en el complemento se
lució con otras tres definiciones de fútbol del primer mundo: Un caño y pelota
picada por encima del cierre del arquero, una corrida vertical con definición
desde afuera, otra vez por sobre la cabeza de Moyano, y el último, mano a mano, con amague y toque sutil
ante el desparramo del guardameta del Tomba. Lucas Melano marcó cuatro goles de
extraordinaria factura y fue gestor absoluto del único que no señaló. No sería descabellado
que pueda consolidarse en su nueva posición como delantero de punta.
Con la sorprendente recuperación
individual y colectiva del equipo, y sobre todo por el éxito del nuevo esquema
ensayado por el entrenador, así, de un plumazo, Lanús pasó del desencanto a la ilusión, y se acomodó en el
lote de los de arriba. Ahora tiene la chance de consolidarse el viernes por la
noche ante su gente, cuando reciba a Gimnasia y Esgrima La Plata, que no viene bien,
pero que ayer logró su primera victoria ante Chicago, y que seguramente tratará
de no dar las mismas ventajas que Godoy Cruz. Mientras el cero se mantenga será
un partido muy difícil, como todos. Pero si repite en parte lo del domingo,
entre ambos planteles e instituciones hay un abismo.
Marcelo Calvente