Por fin, luego del largo receso,
la pelota empezó a rodar en la
Argentina dando comienzo a un nuevo campeonato, un torneo
atípico e inédito de 30 participantes que se disputará a lo largo de todo el
año, una nueva forma de jugar al fútbol que merece atención. Se ha conformado
una misma liga con equipos de diferente categoría. Por un lado Boca, con siete
refuerzos llegados del fútbol europeo y uno del Brasil; River, el último
campeón de la
Sudamericana, sin modificaciones sustanciales pero con buen
recambio en los pibes del club y un jugador que asoma, el Piti Martínez;
Racing, el último campeón local, sin bajas relevantes; San Lorenzo, reciente
finalista de la Copa Mundial
de Clubes; e Independiente, con un criterio de mercado más autóctono, han
salido de compras en medio de la situación crítica de la AFA, súbitamente empobrecida y
ya sin Grondona, obligada a respetar la última decisión en vida del mandamás, el
torneo largo, como algo inevitable que pronto hay que ir desarmando.
Como hace mucho no pasaba, los
clubes grandes se encuentran con equipos armados y muy competitivos. Están
gastando a cuenta, y nadie dice nada. Sólo Guillermo Barros Schelotto, con esa
cara de turro del aula que lo caracteriza, lo señaló al finalizar el encuentro
con Quilmes. Pero el resto de los clubes participantes se la ve venir, sobre
todo porque en octubre habrá elecciones en la AFA. Por eso se dedicaron
a tratar de reemplazar a los que se le fueron de la mejor manera posible, sin
grandes inversiones. Vélez embolsó por Prato y gastó por Pavone. Sigue luchando
contra el déficit y sigue intentando con el producto de la cantera. Estudiantes
se encontró de pronto con una clasificación a la Copa que no esperaba ni
merecía, y tuvo que agarrar lo que había. Fueron diez refuerzos de nivel
aceptable, pero ninguno como para reemplazar a Joaquín Correa, la figura que se
le fue a Italia. Central, con nuevo técnico, está en proceso de rearmado,
Newell’s parece desarmarse. Todos tienen algún pibe que ilusiona. Y Lanús, con cuatro
bajas importantes, tres de ellas que pudo reemplazar, y que tuvo la poca
fortuna de perder por varios meses a su principal contratación, Sebastián Leto,
que sufrió un accidente increíble en las instalaciones del club, que incluso
pudo costarle la vida.
Sin embargo, el equipo granate que
salió a disputar el primer encuentro del nuevo torneo es el mismo de siempre,
pese a las ausencias de Marchesín, el Pulpito, Somoza y Romero, porque los suplió con otro muy buen
arquero, Monetti, con Fritzler, que es campeón y referente de la casa, y con
futbolistas que ya estaban en el plantel, como Ortiz y Junior Benítez. Y fue el
mismo Lanús de Guillermo, principalmente por su habitual diseño táctico y por
la permanencia de los históricos Araujo, Braghieri, Maxi, Ayala, Ortiz, Silva, Junior
y el Laucha Acosta. Pronto se sumarán el Bicho Aguirre, jugador de
características ideales para ocupar uno de los tres puestos del medio, y los
pibes campeones del Sub-20, Monteseirín e Ibáñez. Para el nivel local, le
alcanza y sobra como para pelear arriba. Enfrente estaba Quilmes, con doce
incorporaciones de dudoso gusto, un nuevo equipo armado en torno a Braña con
jugadores variopintos como Buonanotte, Bieler, Droopy Gómez, y el resto, del
montón.
Maglio se despidió del arbitraje con un 5 + 1 a lo Merlos |
El local salió a cambiar golpes.
A partir de los diez minutos Lanús se adueñó del terreno y la pelota, y
aunque
no fue claro en los últimos metros, el dominio fue tal que no permitió a su
rival salir del fondo y llevar peligro al arco de Monetti. En el inicio del
complemento, tras pase de Maxi Velázquez, Silva marcó la apertura y una vez en
ventaja, Lanús empezó a ceder espacios. Y como siempre, la hora de retroceder resulta
fatídica. Ver a Gómez abandonar una marca en tres cuartos de campo propio para
retrasarse cinco metros y pararse en la puerta del área sin tomar a ningún
rival, permitiendo de esa manera la recepción cómoda del que había dejado libre
en su retirada, algo que viene haciendo desde su llegada, duele en el alma.
Vimos trabajar defensivamente al equipo en los partidos amistosos y parecía corregida
la tan mentada problemática. Ayer volvió a ocurrir, solo que no se notó tanto
por las carencias del rival. Ojo, no sea cosa que para solucionarlo tengamos
que sufrirlo otro año más.
Lo más llamativo estuvo en el
final. En el resumen de Paso a Paso mostraron una escena en la que al cumplirse
los ya de por si excesivos 5 minutos adicionados por Carlos Maglio, el central
de Quilmes Joel Carli mira risueño al árbitro y le pide que juegue uno más. Y
Maglio, que suele hacerse el piola, agregó un minuto más, en este caso sin
motivo ni excusa alguna, aunque adujo luego que fue por una excesiva demora de
Monetti en poner la pelota en juego, que en realidad no existió. El mismo
accionar que tuvo el árbitro Andrés Merlos, al que sus colegas y la totalidad
de los periodistas top condenaron luego del famoso partido de Lanús ante
Arsenal en La Fortaleza
por la 15ª fecha del torneo pasado. La prensa, la misma que aquella vez lo mató
a Merlos, ahora que lo hizo Maglio pasó por alto la situación. El conductor de
Paso a Paso lo comentó risueño, como si se hubiese tratado de una humorada del
juez en su último acto en el referato. Pero el encuentro estaba uno a cero para Lanús, y bien podría
haber terminado empatado, más allá de las pocas ideas de Quilmes para buscar el
gol. Esta vez nadie le dio importancia a una situación reglamentaria que bien
pudo haber terminado en otro escándalo. Dicho de otro modo, aquella vez Merlos y Lanús
pagaron por la incapacidad de los futbolistas visitantes para defender la
ventaja y por la inconducta de sus técnicos.
Resulta que Maglio va a continuar
ligado a la AFA
en una nueva función, por eso al ser entrevistado en soledad por Sergio Krule
para el Diario del Grana, quien lo consultó por los 5 + 1 que adicionó, se
cuidó de no rendir homenaje alguno a su colega Andrés Merlos. Luego de
aquel escandaloso Lanús-Arsenal, la AFA suspendió al internacional
Merlos por tiempo indeterminado, y ahora
silenciosamente lo puso a dirigir en el Nacional “B”. Pertenece al SADRA, el
sindicato creado por Grondona a fines de los años 80 para quebrar a la
combativa Asociación Argentina de Árbitros. Al frente del nuevo sindicato
adicto a la patronal, Grondona había designado como secretario general al camisa
negra Guillermo Marconi, ubicado políticamente a la derecha de Hitler, quien ante
la injusta suspensión de un afiliado a su sindicato, expresó sin ruborizarse:
"no puedo defenderlo de una cosa así. Es sentido común, se pierde la
credibilidad..." Pocos de sus compañeros insinuaron algún tibio respaldo,
la mayoría optó por callar, aunque
fueron varios los que se sumaron a su linchamiento. La AAA tampoco hizo nada porque
está en vías de extinción. Julio Grondona, desde el más allá, sigue mandando y
logrando objetivos. Al menos hasta octubre.
Marcelo Calvente