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lunes, 10 de junio de 2013

¡Basta!


A esta hora, la noche del lunes 10 de junio, debería empezar a escribir la crónica del encuentro entre Estudiantes y Lanús, un choque de vital relevancia en la definición de presente Torneo Final del fútbol argentino, encuentro que se comenzó a disputar a las 17:00, y que fue suspendido en el entretiempo cuando el local vencía por dos a cero. Se sabe a esta hora que un hincha de Lanús, Javier Geréz, de 38 años, miembro de la sub-comisión del hincha, habría fallecido en el acceso al estadio como consecuencia de los incidentes que se desataron cuando la policía local se comportó de manera violenta, provocando la reacción de la parcialidad granate. Se dice que hay otros hinchas de Lanús heridos, se dice que los efectivos policiales dispararon con Itakas a quemarropa, y que tres oficiales de la bonaerense han sido separados y detenidos en forma inmediata. Yo digo que el fútbol así no puede continuar. 

Corridas en la tribuna de Lanús ante los disparos de la policia.
Los incidentes se observaron claramente por TV cuando transcurrían 10 minutos de la etapa inicial, con Lanús como nítido dominador, mostrando destellos de buen juego y la ambición para buscar el arco rival acorde a su necesidad de ganar para seguir en carrera en la lucha por el título. De pronto se produce el ingreso de la barra granate y se escuchan disparos, se observan gestos de gran nerviosismo, el árbitro Loustau en dos ocasiones detiene el juego, y en ambas lo hace continuar luego de dialogar con efectivos policiales. Los jugadores de Lanús se muestran confundidos, evidentemente han perdido concentración, indudablemente todos tienen amigos y familiares en el sector destinado al público visitante donde se produce el caos. Desde el inicio de las acciones habían mostrado muchas dificultades para sostener la vertical en un campo de juego que lucía demasiado embarrado, y que después de los incidentes se convirtió en un inmenso jabón donde solo los vestidos de granates resbalaban permanentemente. Aún así, Lanús seguía siendo el dominador, pero empezó a cometer infracciones innecesarias cerca del área 18 de Esteban Andrada. Los jugadores granates se muestran muy nerviosos y en dos pelotas paradas los marcadores de Desábato -Goltz- y Duvan Zapata -Izquierdoz- como le ocurrió a todos durante todo lo que se jugo de partido, perdieron la vertical cuando intentaban evitar sendas conquistas. En ese clima enrarecido y con el resultado parcial de 2 a 0 en favor del local terminó el primer tiempo y a partir de allí el fútbol pasó a un segundo plano, porque el partido se suspendió con los peores presagios. Todo indica que estamos ante un caso de exceso policial, un flagelo que siempre existió pero que en los últimos años se ha exacerbado y ha sido tanto o más funesto que el accionar de las barras bravas. 

El fútbol argentino está rodeado de todas las formas de violencia, de intolerancia y de marginalidad, en un marco de desorganización y descontrol que tampoco es nuevo pero que exige una inmediata decisión del Estado, con la participación de los tres niveles de poder -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- también de los organismos de seguridad y de los dirigentes de todos los clubes argentinos. Es sabido que en los últimos tiempos el poder de las barras se acrecentó de manera proporcional a los presupuestos de los clubes, que a partir del Fútbol para Todos se triplicó. Todos sabemos que ahora ya casi no se pelea con las hinchadas rivales, sino que se producen en el marco de disputas internas que pelean por una parte de ese dinero, el que los dirigentes entregan ya sea por connivencia o por indefensión. En el primero de los casos cometen un grave delito de asociación ilícita que hasta hoy nunca fue penado como correspondería. En el segundo son víctimas de otro delito, el de extorsión, ante el cual el estado no los protege como debería. En el medio está la policía de las principales provincias, y también la Federal, con el cocktail de corrupción e incapacidad para todo lo que debe hacer, un flagelo que desde el retorno de la democracia ningún gobierno pudo resolver, un problema nacional que se agrava constantemente y que exige una solución definitiva. 

Loustau habla con la policia en uno de los parates del primer tiempo.
A esta hora, mientras el mundo sigue andando y el fútbol se sigue jugando pese a la sangre de un socio granate derramada en La Plata, en tanto Newell's queda como único puntero al vencer por 5 a 0 al descendido Unión de Santa Fe, hablar del torneo resulta vergonzoso. Esto no va más, así no se puede seguir. No alcanza con la detención de los responsables, ni con la condena pública, ni con el respeto por el dolor de los deudos. La violencia en el fútbol es la violencia de un país en el que la vida no vale nada, un país en el que como los dirigentes respecto de la barra, los ciudadanos respecto de las fuerzas de seguridad se encuentran absolutamente a merced. Cuando se anunció el Fútbol para Todos, desde estas paginas saludamos la medida por dos razones fundamentales: En primer lugar porque la pasión que este juego despierta en estas latitudes era merecedora de una iniciativa tendiente a que todos puedan disfrutarlo por televisión abierta. En segundo lugar porque con el Estado como dueño absoluto, descontábamos que el gobierno de una vez por todas pondrá la atención para terminar definitivamente con la violencia y la muerte que lo rodea. No sabemos si no hizo todo lo posible, pero sí sabemos que no lo logró. Por el contrario, el dinero que le inyectó al negocio aumentó el tenor y la gravedad de los delitos que en torno al fútbol se cometen. Lo concreto es que cada fin de semana la profusa propaganda política que el gobierno destina a las transmisiones de fútbol se intercalan con las imágenes de un peligroso descontrol que es incapaz de resolver y que en cambio intenta disimular -la propia Presidenta, consultada sobre las barras, habló de hinchas entusiastas que van a alentar a sus colores- como si fuera un tema menor y no una cuestión de estado que exige solución inmediata.

A los hinchas granates nos duele la derrota parcial, pero lo único que en realidad hoy lamentamos es que aquellos que dejando todo de lado han ido a acompañar al equipo en un día laborable, en un horario imposible y a sabiendas del riesgo que podían correr, finalmente la han pasado muy mal, y que por sobre todo y a causa del lamentable accionar policial, un socio granate ha perdido la vida en las puertas del estadio. Nada puede reparar su pérdida, ni siquiera la condena a los responsables que desde ya exigimos, solo pedimos de corazón que la muerte de Javier no sea una más. Que al menos sirva para que el pueblo argentino en su conjunto comprenda que así no se puede seguir. Y que sea la última. 

Marcelo Calvente 
marcelocalvente@gmail.com

3 comentarios:

  1. no voy a hacer comentarios, por que los ùnicos parràfos son ùnicamente para deslindar responsabilidades. Fùtbol para todos, no tiene relaciòn con la maldita policìa de la pcia de Bs as.
    hay que ser cuato cuando se escribe, sino sos un tendencioso.
    En vez de meter a la Presidenta, planteate que responsabilidad tienen los dirigentes, la AFA, o NO TE CONVIENE EN TUS NEGOCIOS PERSONALES?

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    1. Yo no tengo negocios, soy un laburante, trabajo como periodista y en algunos medios, como este, lo hago sin ganar un centavo y por pasión por los colores. Dos cosas: No discuto con gente que no da la cara y no firma sus escritos: y tampoco discuto con aquellos que se comen el verso de que estamos haciendo la revolución ni con los que creen que la presidenta es lo peor que pudimos tener. No discuto con gente que no tiene ni idea de lo que dice y se ha convertido en soldado de causas que dan más risa que pena. Marcelo

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  2. esta muerte como tantas otras ,nunca se va a esclarecer ,y siga la fiesta del futbol para todos

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