En el debut, con un
gol de corner, Lanús venció cerca del final a un Estudiantes con algunas bajas,
entregando una actuación opaca que tuvo de positivo la vuelta de un Pepe Sand vigente,
jugando en un nivel muy cercano al de sus horas de gloria en Lanús, un
auspicioso debut del pibe José Luís Gómez, llegado para reemplazar a Araujo, y
un por ahora inexpresivo Pablo Mouche en reemplazo del Laucha Acosta,
suspendido. Es lindo arrancar ganado de visitante frente a un rival difícil y
odiado, cuando eso sucede, lo demás es lo de menos. En la segunda fecha había que ratificar
venciendo en La Fortaleza
a Defensa y Justicia, rival difícil si los hay, uno de los pocos elencos que logró
vencer a Lanús en Arias y Guidi en los últimos años. Fue la vuelta de Lautaro
Acosta, y su inmediato entendimiento con su antiguo compañero de ataque en el
inolvidable equipo de Ramón Cabrero, el gran equipo Campeón del Apertura 2007,
que encendió la ilusión. El Pepe y Lautaro fueron las figuras destacadas de un
triunfo trabajoso, en el que con mucho sacrificio del resto se logró dar vuelta
un marcador tempranamente adverso. Una vez más, el Grana se muestra poderoso en
ataque pero inconexo en el resto de la cancha, y así redondea una presentación
de poco brillo, con victoria apretada pero justa, con dos goles de Sand.
En la tercera había que ir a Tempereley,
terreno complicado, sobre todo para intentar jugar la pelota al piso. En su más
opaca actuación hasta hoy, Lanús logró la victoria en un ataque aislado,
gracias a un accionar técnico espectacular del Pepe, un movimiento con su
sello: entrando al área de espaldas al arco y con la marca encima, giro con
amarre mutuo hasta lograr la falta del defensor, que el propio goleador concreta
desde los doce pasos. El equipo de Almirón se afianza en el sacrificio de todos,
el desequilibrio que logra el Laucha y el oportunismo de Sand, a esta altura el
goleador del torneo. De fútbol, poco y nada. La cuarta jornada era la más
difícil: nos visitaba Atlético Tucumán, que era la revelación del torneo y
compartía la punta de la zona con Lanús: ambos habían sumado los nueve puntos
en juego, pero entre los derrotados por el Decano tucumano estaban Racing y
Boca, dos de los candidatos naturales, que arrancaron con el pie izquierdo.
Después de las malas noticias del
receso, cuando los socios de Lanús se enteraron que aquella tan consolidada economía que permitía tener a
cubierto los déficits de dos años a futuro ya no existía, y que no debería ser
mucha la expectativa en lo que a refuerzos se refiere, por lo cual el retorno
demorado del goleador fue la mayor alegría. Pese a la enorme cantidad de futbolistas
transferidos por millones de dólares durante el último y lamentable mandato de
Alejandro Marón, los socios se enteraron que el club no tenía reservas, y que
por razones presupuestarias era indispensable la partida del Mellizo y la
llegada de Almirón. Con la victoria en Temperley, todo pasó a un segundo plano.
El choque ante Atlético Tucumán tuvo el marco de público que como puntero
invicto merecía, y el homenaje a Maxi Velázquez, que disputó su partido número
373 con la casaca Granate y se convirtió en el jugador que más veces la
defendió, record difícil de igualar en primera división en los tiempos que
corren. Ésta vez el juego del equipo estuvo a la altura de las circunstancias. Haciendo
méritos para sacar más diferencia en el marcador, ganó con claridad con otro
gol del Pepe -afirmado como goleador absoluto del certamen- y las muy buenas
actuaciones de José Luis Gómez, Iván Marcone, el “Bicho” Aguirre y hasta del
irregular Román Martínez. Con cuatro victorias consecutivas en el arranque, Lanús
pasó de posible sorpresa a gran candidato sin escalas.
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Acosta y Sand, la vigencia de la fórmula del gol Granate |
Pese a que el dibujo táctico es
el mismo -el 4 3 3 se ha impuesto definitivamente en el primer mundo del fútbol-
Almirón superó a Guillermo en un aspecto: logró resolver lo que su antecesor no
pudo desde la obtención de la
Sudamericana 2013: la línea de volantes logró acortar
distancias con los hombres de ataque, y ahora vuelve a presionar en campo rival
como entonces, el Bicho Aguirre, baluarte de la recuperación, y en parte Román
Martínez, junto al aporte de los laterales, ponen al equipo en campo adversario
y se suman al ataque. La línea de fondo, la dupla Gómez-Braghieri no puede
hacer lo mismo: a veces el retroceso es excesivo, en otras aparecen errores no
forzados. Almirón apuesta a que Marcone, quien claramente queda como último
hombre cuando Lanús ataca, comande ese acortamiento que el equipo necesita para
ser más compacto. Guillermo nunca lo logró, aunque tuvo la sabiduría de poner a
Ibáñez, que no es Marchesín, pero que transmite seguridad y solvencia en el
juego aéreo. Uno imagina que Almirón debe estar evaluándolo. Hay también otra
cuestión: Aguirre debe ser reemplazado cuando promedia el complemento. A esa
altura del partido, su permanencia en la cancha se torna peligrosa. Cuando se
cansa, cosa que invariablemente ocurre a esa altura del partido, llega a
destiempo, se le va la pierna fuerte y te puede dejar con diez, como pasó en
San Juan. Hasta que no supere esa cuestión física no hay que arriesgarlo. Sería
entendible que Almirón se sienta arrepentido de no haberlo sacado antes. El
resultado fue justo y conveniente. Lanús empezó perdiendo y logró darlo vuelta.
Parecía tenerlo dominado, pero ese dominio duró muy pocos minutos. Siete
minutos después del segundo gol, una pelota parada y lejana a favor de San
Martín que llegó llovida, dos defensores que se molestan entre sí, certero
cabezazo de Toledo a un ángulo imposible para Monetti, sumado a la pronta
expulsión del Bicho, significó un cambio de planes: con 25 minutos por jugar se
imponía defender el empate, y se logró. El resto de los hinchas argentinos se
quedaron con las ganas de que pierda Lanús, que sigue siendo único puntero con
trece unidades, marca que ningún otro competidor alcanzó en estas cinco fechas
disputadas.
De mantener el nivel logrado, aún
sin resolver los problemas, la posibilidad de ganar la zona es muy elevada. Los
tres escoltas, Atlético Tucumán (12), Estudiantes y Defensa y Justicia, ambos
con diez, ya fueron vencidos por Lanús. Ahora vendrá Newell’s, que apenas sumó
cuatro unidades, un equipo indescifrable capaz de golear y de ser goleado, que está un escalón debajo de Lanús. Después visitará
a Racing (5), uno de los mejores equipos del país, que quedó muy lejos y sólo
lo acercaría la victoria, y luego recibe a Boca (7), el otro gran candidato en
el análisis previo, al que también sólo le sirve la victoria. De la suma que
obtenga en estos tres compromisos mucho dependerá la suerte de Lanús: lo que viene
después, las ocho fechas que componen la segunda mitad del torneo, a saber por
lo mostrado hasta ahora por los rivales que le quedan por enfrentar, se
presenta claramente accesible y tiene un ingrediente especial: dos de los ocho
compromisos serán ante un Banfield que no da pie con bola. La llamativa campaña
realizada por el Grana invita a soñar y a acompañar al equipo cuando juegue de
local como en los mejores tiempos, con la certeza de que en el fútbol argentino
no hay rivales sencillos, y que la sorpresa sería que no haya más sorpresas.
Marcelo Calvente
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