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sábado, 18 de octubre de 2014

Botines


“José, te necesito en el equipo ¿no te animás a jugar de nuevo en primera?” Ramón Cabrero no suele dar muchas vueltas cuando tiene que decir algo. Transcurría el mes de mayo de 1983, Ramón asumía por primera vez como DT interino de Lanús, y José Luís Lodico estaba pintando un escudo en el Polideportivo, aún convaleciente de una complicada operación en el oído que a los treinta años lo terminaba de retirar del fútbol. Tiene recién implantadas las prótesis del yunque y el martillo, y según los médicos, de poder volver a jugar, sería recién después de un largo año de convalecencia  Se moría de ganas, pero no quería defraudar a Ramón y le transmitió sus dudas: “Ni siquiera puedo cabecear…” le dijo con tristeza. “Mañana te venís a entrenar, y cuando sentís que estás, te pongo de titular. Cabeceadores me sobran, lo que no tengo es quien se la pase al compañero” le dijo fiel a su estilo el entrenador, y José Luis se fue corriendo a contarle a su señora.

Lodico volvió a vivir. Durante las tres fechas que duró el interinato de Ramón fue titular inamovible. Para enfrentar a Deportivo Español se hizo cargo la flamante subcomisión de fútbol, y por supuesto, José Luís Lodico estuvo en la cancha con la 5 en la espalda, junto a varios ex compañeros del ascenso a la “B” que continuaban en el equipo. A los 35 minutos, el futbolista local Rubén Arbelo va a disputar un balón con él y le aplica un premeditado golpe en el oído operado. Pino se indigna con el jugador, comprende de inmediato que fue mandado y reacciona violentamente ante su imperdonable accionar de sicario. Ambos se van expulsados por agredirse mutuamente. Pero sus ojos apuntan al banco de Español, donde está el despreciable Roberto Iturrieta, técnico cotizado del ascenso, conocido por sus excentricidades y su condición de tramposo y ventajero, el mismo que en la semana previa había acordado con los dirigentes de Lanús hacerse cargo del primer equipo granate luego de terminado ese mismo encuentro. Cuando el lunes siguiente José Luís volvió a entrenar, Iturrieta fue presentado e intentó comenzar con los trabajos con naturalidad. Lodico se paró frente a él y le dijo: “¿Vos te pensás que voy a trabajar a tus órdenes, que me vas a dirigir a mí, cuando hace una semana me mandaste golpear? Yo me voy, a mí no me da órdenes un sinvergüenza como vos”. Y así, con mucha pena y sin la gloria que merecía, pero con la frente bien alta, el último centrojás de Lanús se retiró del fútbol profesional, esta vez para siempre.

En medio de una gran depresión causada por el desencanto que acompañó su accidentado retiro, José Luís Lodico se dedicó a la pintura para poder mantener a sus hijos. El club Lanús le cedió un pequeño espacio debajo de la platea oficial donde guardaba los elementos. Pintó departamentos, pintó mansiones. La prolijidad de su trabajo y su responsabilidad para cumplir con los clientes le permitió hacerse un nombre en su nuevo oficio. Pintó carteles de publicidad, pintó más de cien veces el hermoso escudo del club Lanús. Una tarde, mientras delineaba las letras de la promoción de un recital en la pared de la sede de la calle 9 de Julio, después de observarlo un rato con detenimiento, se le acercó Enrique Carrillo. Pino no lo conocía, pero se trataba de un destacado pintor de cuadros y retratos que tenía su taller en el lado oeste de la ciudad y dictaba clases sólo para aquellos principiantes a los que veía con condiciones. Carrillo le dijo que por lo que había podido observar, le veía aptitudes como para poder incursionar en la pintura artística. José Luís sintió curiosidad y comenzó a tomar clases con él. Mientras rápidamente incorporaba los nuevos conceptos, se puso a pintar paisajes, naturaleza muerta, pintura abstracta y hasta algunos retratos, siempre alentado por su profesor. Pronto comenzó a frecuentar el ambiente del arte y sus obras se empezaron a exponer en distintas galerías. Ganó premios y vendió muchos cuadros, sin dejar jamás su oficio de pintor de paredes y carteles para poder vivir.

José Luís Lodico, capitán y campeón 1976
Al cumplir 40 años, la depresión había quedado atrás. Físicamente se mantenía en plenitud, y del problema del oído solo tenía el mal recuerdo. La vieja y competitiva Liga Amateur de Lanús de cada domingo pronto lo vio brillar, y en ese marco de potrero, Lodico sintió que seguía siendo el mismo. Primero jugó para el Club Pampero, después para el Guido, en las canchitas del distrito pudo desplegar su categoría, y recibir el reconocimiento de compañeros, adversarios y el público que siempre se acercaba a verlo jugar. Después de tanta malaria y tantos sufrimientos, con la pelota bajo la suela como pasatiempo y la pintura como oficio, Lodico volvió a ser feliz

Una tarde de finales de los años noventa, José Luís se encontraba pintando el escudo que adorna el fondo de la pileta del Polideportivo, mientras los operarios de la empresa encargada del final de obra de una reparación llevada a cabo en el sector terminaban con su tarea, advirtió que uno de ellos, mientras barría, se le iba acercando con timidez, mirándolo de reojo, hasta que se animó a hablarle: “Disculpe, usted es José Luis Lodico, hace un montón de años que tengo algo suyo y se lo quiero devolver. Soy hincha de Lanús, y fui el que le sacó los botines en la cancha de San Lorenzo en el 76, el día que ascendimos a primera. Siempre me quedó el remordimiento porque usted gritaba ‘¡Los botines no, muchachos, por favor, que me los compré hace dos semanas de mi bolsillo!’ Y yo se los saqué igual. Le quiero pedir disculpas y se los quiero devolver, porque hasta hoy los estuve cuidando…” 

Al culminar la jornada, como habían acordado, Lodico llevó en su auto al operario hasta su casa, cerca de la avenida Pasco, en un barrio ubicado al este del distrito. Había quedado conmocionado por el recuerdo y las palabras del hombre, que se ajustaban a la realidad. La pérdida de esos botines le había dolido en el alma, y aunque otros pesares posteriores fueron mucho más dolorosos, quería volver a verlos. El tiempo se detuvo cuando ambos ingresaron al humilde living. En el estante de un modular, envueltos en celofán, prolijamente acomodados en una caja abierta, decorada con la famosa foto del diario Clarín del 19 de diciembre de 1976, con el viejo Gasómetro colmado a reventar como fondo, en la que se ve en primer plano a José Luis Lodico en andas, ya despojado de su camiseta pero aún con el resto de la vestimenta, estaban los botines.

“Sáquelos de la bolsa, nomás, son suyos” le dijo el hombre con una sonrisa. Pino los sacó con cuidado, sus manos temblaban. Eran los mismos Adidas con las tres tiras amarillas, toda una novedad de entonces, y estaban tan nuevos como en la tarde que se los puso por última vez. Los miró con atención, y mientras mil recuerdos volaban por su cabeza, los dio vuelta. Entre los tapones, pegados a la suela de ambos botines, había trozos de pasto y barro seco de aquella tarde gloriosa. El pasto del mítico estadio de la Avenida La Plata, un ícono de la historia del fútbol argentino que ya no existe más, testigo de enormes victorias y dolorosas derrotas granates de aquellos años difíciles e inolvidables. José Luís los contempló y lloró como una criatura. El hombre lo abrazó emocionado. “Que se queden acá, nadie los va a cuidar mejor que vos”, le dijo el crack al despedirse, con la certeza de que nada, ni el peor de los sufrimientos que el fútbol le había dado, había sido en vano.

Marcelo Calvente  

marcelocalvente@gmail.com

9 comentarios:

  1. GRACIAS A DIOS PUEDO DECIR: "VI JUGAR A LÓDICO", GRACIAS POR TU EMOCIONANTE CUENTO, TAN BUENO QUE PARECE FICCIÓN... PERO ES PURA VERDAD, PURA HISTORIA GRANATE... GRACIAS MARCELO

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  2. Un Grande con todas las letras,como deportista pero sobre todo,como ser humano,te admiro desde siempre ,ya viene de mi viejo y mi tio que siempre desde chico me llevaban a verte jugar,depués comprove tu don de gente,tu honorabilidad,ya no quedan muchas personas asi Una historia muy rica,y emotiva.Te deseo lo mejor vos te lo mereces.Un abrazo Pino !.Gustavo Hernandez

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  3. Buen día,
    este es un mensaje para Marcelo y para Pino.
    Nuevamente Marcelo vuelvo a enviarte un abrazo y un gratificante reconocimiento hacia tu pluma y tu instinto de escarvar en la historia hermosas, inolvidables y compartibles emociones. Esta nota arriba descripta me ha llenado de emoción y el recuerdo de haber podido ver en la vieja cancha de tablones de Arias a un pintor del balón en el centro de la cancha, siempre me acuerdo de esos medios giros con la pelota pegadita al pie en el centro de la cancha. Gran jugador. Hermosa persona. La Historia Marcelo que resucitás nos muestra que linda persona es José Luis Lodico. Jugador de misma posición en la cancha de Ramón Cabrero.
    Les envío un abrazo y emocionado saludo desde la sierra de los comechingones, Los Molles, San Luis.
    Dario Massimilla
    P.D.: que lindo ver la foto de Lodico con la tribuna de Arias llena en su espalda y con esa tan linda camisa granate con el escudo grande en el centro del pecho. Si tenés el archivo digital de esa imágen me encantaría (si podés, solo si podés) recibirla en mi mail: lihuelosmolles@hotmail.com

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    1. Darío: Gracias por tus palabras. La foto pertenece a la tarde en cuestión, es en la cancha de San Lorenzo. Fijate que se observa la plateíta que había debajo de la tribuna, atrás del arco, la cancha estuvo a reventar.
      Marcelo

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    2. Quiero agradecer las cosas lindas que me han escrito,decirles que yo tambien me emocione mucho al leer mi historia,paso tanto tiempo de aquellos BOTINES que al tocarlos nuevamente,. senti que volvia a jugar. A todos muchisimas gracias.

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    3. Un jugador de aquellos Pocos!!!!!un genio de persona y un maestro comó Amigo!!!!!!!!Un poeta con la redonda.......todo un sentimiento!!!!!Vamos Pino todabia!!!!!!!!!!!ABRAZO

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  4. Excelente y talentoso jugador al que tuve la suerte de disfrutarlo.
    Excelente la nota Marcelos.
    Saludos.

    Mario.

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  5. Tengo un nudo en la garganta y los ojos vidriosos por el hermoso relato..Me llena de felicidad que sea reconocido por la gente y la historia Granate porque José Luis Lodico es un punto muy alto en el Club. Como profesional (aún cuando no lo vi jugar pero es sobradamente conocida su habilidad) y como persona con principios rectos, que me hacen sentir muy orgullosa de conocerlo.. Una solución salomónica podría haber sido que cada uno guardara un botin, cierto? Gracias por este momento de emoción

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  6. Emocionante historia,no lo vi jugar pero se nota que la rompía toda por los comentarios,abrazo a el pulso-mente de marcelo y a lodico

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