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martes, 23 de junio de 2015

El circo busca nuevo dueño



Mientras se juega la Copa América, y los hinchas de todos los equipos se entregan al frenesí del juego sustituto del fútbol, ese de navegar por las aguas de los programas radiales deportivos, las redes sociales, los foros de opinión y los distintos lugares de encuentros cotidianos, sumergidos en la búsqueda del trascendido, del dato preciso o de la tan esperada noticia de un pase que por fin se concretó. Son aguas turbias donde abundan los peces de colores. Mientras la pelota no rueda los hinchas de fútbol hacen rodar su imaginación. “Si compráramos a tal, si llegara a préstamo cuál…” Sueñan con un equipo mejor, con la llegada de grandes jugadores. Al final del juego casi siempre se sienten defraudados, pero todo pasa rápido. Enseguida vuelve la competencia y a sufrir se ha dicho. Algunos mirando la punta del torneo, otros la tabla de las Copas, otros metidos de lleno en la lucha por la permanencia, cada uno en lo suyo como si en el fútbol mundial nada hubiera sucedido últimamente.

Los tiempos vienen cambiando y también las comunicaciones. Las noticias impactantes producen una verdadera explosión mediática y dan la vuelta al mundo. Las imágenes más inverosímiles están al alcance de la mano durante algunos días y no se habla de otra cosa. Como si nada, hace un par de semanas nos enteramos que estalló la FIFA, que sus dirigentes deberán comparecer ante la justicia, y hasta el propio Blatter debió presentar su renuncia apenas horas después de haber conducido su reelección, un acto delirante en semejante contexto, en el que la implosión de la multinacional del fútbol asociado retumbaba en todo el planeta. El cambalache no es sólo argentino, pero nadie puede decir que lo agarra de sorpresa. Quien más, quien menos, sabe estos señores manejaban el más fenomenal negocio mundial: la comercialización televisiva del fútbol y la organización de los torneos internacionales. Dicho de otro modo: sin invertir capital, eso va por cuenta de los clubes, son dueños de los derechos del fútbol a nivel continental y mundial, y tienen la llave que permite que los gobernantes de turno de los países donde se organizan competencias internacionales puedan obtener enormes ganancias. Sólo tienen que cumplimentar las inflexibles exigencias de la FIFA: Construir hoteles y centros de información de lujo, estadios multitudinarios, caminos, etc, casi siempre gastos innecesarios pero propicios para la generación de cohechos y coimas millonarias. Por eso en el desierto sudafricano o en la selva del Brasil, los países organizadores de los dos últimos mundiales, se construyeron enormes estadios que no volverán a usarse. El transfondo es maquiavélico: los ciudadanos que se oponen a estos gastos desmedidos, como ocurrió en Brasil, o recientemente en Chile durante los primeros días de la Copa América, chocan con la candidez del público amante del fútbol en general, que celebra la realización de esos eventos, algo que se vio con mayor nitidez y dramatismo en la Argentina en 1978, donde la Copa del Mundo fue la carta de los militares genocidas para torturar, matar e intentar perpetuarse en el poder en medio de la algarabía popular, con los familiares de los miles de muertos y desaparecidos sufriendo en silencio su dolor.

La lucha por el poder parece ser a todo o nada
La conmoción por lo de la FIFA pronto pasó a segundo plano, es otra de las características de estos tiempos de noticias de impacto tan virulento como fugaz. Ya no se habla casi del tema pero la reconstrucción está en marcha de manera sigilosa, los derechos televisivos los manejará un nuevo grupo de dirigentes de todo el mundo que tendrá la dura tarea de transparentar la imagen y el funcionamiento de la casa madre, en donde el fútbol argentino había logrado una posición de liderazgo. El tema es que lo de la FIFA alcanzó a su subsidiaria argentina, que desde la muerte de Grondona viene a los tumbos, y que pronto tendrá una nueva conducción. El queso es enorme. Quien tome las riendas de la AFA pondrá un pié en la FIFA, y de su habilidad depende conservar la vicepresidencia que ostentaba el extinto ferretero de Sarandí. Pelean por el queso poderosos empresarios de medios, millonarios con ganas de seguir creciendo, y diversos grupos de dirigentes de los principales clubes, los que podrán aportar su experiencia y conocimiento de un negocio difícil como pocos. Por eso se apela a los golpes más bajos, haciendo aparecer escuchas de procedencia por ahora desconocida, escuchas de conversaciones normales, como la mantenida por Alejandro Marón con Julio Grondona respecto a la posibilidad de adelantar un análisis de laboratorio a un jugador que había ingerido un suplemento poco conocido, para luego ponerlo en el primer equipo sin correr riesgos. En una clara maniobra de descrédito para con uno de los pocos dirigentes que pese al caos que lo circunda mantiene su prestigio, uno de los holding de medios que aspira a tomar las riendas mezcló esa conversación con otras que sí detallaban ilícitos y componendas con Grondona como figura estelar.

Mientras la pelota no rueda en la Argentina y la Selección debe sostener su liderazgo continental con la conquista de la Copa América, el fútbol patrio empieza a jugar su futuro en la calle Viamonte. Por eso hay que asumir la competencia sin descuidar la situación financiera. Por lo menos hasta que se sepa quien es el nuevo dueño del circo, que papel tiene cada uno en el staff y cuál en el reparto.

Marcelo Calvente 
   

sábado, 6 de junio de 2015

Te acuerdas, fue hace justo un año



A la hora de analizar este pálido presente futbolístico de Lanús hay muchas opciones: le podés entrar desde el optimismo, con el recuerdo aún fresco de la última consagración internacional con éste mismo entrenador y con varios futbolistas del actual plantel, estuvimos en la cúspide de America. También desde el pesimismo, porque  el equipo dejó de tener aquel juego, y hace un año que no aparece. Podés abordarlo desde el análisis individual. Y ahí, sin joda, todo es más que opinable. Según mi parecer, por citar algunos ejemplos, Araujo, Velázquez, Ayala, Ortiz, Braghieri y Fritzler, que reconozco no están luciendo como en los buenos tiempos, siguen siendo valores indiscutibles y vigentes, sobre todo los dos primeros. Y sin embargo no me canso de escuchar de bocas granates, algunas comúnmente sabias, que con todos ellos se debe rescindir, sobre todo con los dos primeros.

También está el caso de Junior Benítez, Melano y en menor medida Valdez Chamorro, Barisone, Pasquini y Gómez. Son muchos los que opinan que no van, que está bien que se les haya dado oportunidades pero que no están a la altura de lo que se necesita para jugar en Lanús. Y yo pienso que no es así. Que Junior Benítez tiene enormes condiciones: notable ductilidad con ambas piernas, arranque demoledor sobre todo si es de contra, una condición física en verdad poco frecuente y valentía para arriesgar las piernas por no perder la pelota. Acepto que le falta continuidad, que por momentos se va del partido, que a veces pierde pelotas que no debería perder. Pienso que son falencias que vienen de una cierta inmadurez, y que pronto su comprensión le allanará el camino y cumplirá su natural destino de jugador de elite, al menos creo y deseo que así sea. Y a Melano no le pidan que juegue siempre como contra Godoy Cruz, son partidos que no se dan todos los días, pero es innegable que superó su larga y molesta dolencia, ya no da esa imagen de miedo o desgano que solía dar en su lento retorno y que mantiene sus tres virtudes determinantes, tanto que pocas veces coinciden en un mismo delantero: velocidad, capacidad de definición frente al arquero, y olfato rebotero y goleador. Ambos merecen un poco más de paciencia, y también los otros cuatro, aunque confieso que ahí no soy tan optimista. Quedan Monetti y el Bicho Aguirre, dos contrataciones inexplicables, el infortunio de Leto, y el único que no está en discusión, el delantero más desequilibrante del fútbol argentino: el Laucha Acosta, que como Gardel, cada día juega mejor. 

El diabólico William Ferreira, del Bolívar
Se puede decir que hay un plantel corto, y es verdad. Pero esa cortedad debería cubrirla la cantera. Y no se  puede decir que Guillermo no le dio oportunidades a los pibes del club, y tampoco se puede negar que los pibes que probó no funcionaron. Esto es fútbol, y como tal, sólo importan los resultados. Monteseirín tendrá su posibilidad por lo hecho en la Selección Sub-20, sobre todo en el Sudamericano de Uruguay que ganó Argentina brillantemente. De Pasquini puede decirse que trabajosamente se va ganando un lugar. Y Valdez Chamorro parece perfilarse para dar el salto de calidad que todavía le falta dar. A los demás habrá que esperarlos, y tal vez habrá que seguir esperando hasta que lleguen los que hoy juegan en 7ª. Es probable que sea por sus propias limitaciones, pero también que no entiendan el mensaje de su entrenador, que no les guste jugar de esta manera o no se sientan capacitados de cumplir con las indicaciones que reciben, como Astina, que intentó sin mucha convicción correr a Colazo y terminó perdido. Seguramente Guillermo debe estar al tanto del asunto. Seguramente sabe que debe mejorar su relación con el plantel. Nadie es perfecto, y solamente se supera aquel que tiene la inteligencia para comprender y la voluntad para trabajar hasta lograrlo. El balance de Guillermo va de mayor a menor y su equipo fue perdiendo categoría a causa de las necesarias ventas, pero es en parte también su responsabilidad no haber logrado contratar algo bueno y barato, Forest 444. Hace más de un año que el equipo perdió el equilibrio y no se advierte mejora, solo esporádicamente, como ante Central.  Lanús llegó a su cenit en la Libertadores 2014, y de ahí en más todo fue retroceso, con las nosecuantas estrellas que no pudimos conseguir en el medio. 

Esta tarde, en cancha de Temperley, el Grana juega su último partido de un semestre para el olvido, y andá a saber cómo sigue la cosa en julio, cuando termina el receso. Quien se va, quien se viene, y sobre todo cómo se gasta la plata, teniendo en cuenta que técnico y conducción institucional cesan a fin de año. Quedan seis meses para recuperar el nivel y el funcionamiento colectivo que fuimos conseguir en el primer semestre de 2014, aquel equipo corto, con presión ofensiva, certero y expeditivo en el fondo. ¿Quién te dice? Parece mentira que ya ha pasado un año, desde que Paolo e Izquierdoz nos cantaron el adiós, y nada volvió a ser igual. Así es el fútbol. Como el tango, un lamento que se baila. La pelota pega en el palo y entra, y celebrás un título, o pega y se va, y todo se derrumba. Cada tanto vuelvo a pensar lo cerca que estuvimos de ganar esa Libertadores 2014. Había que superar a un hijo, San Lorenzo, y el finalista era más limitado que el Ponte Preta. No se pudo. Y no me puedo olvidar lo que sentí el 8 de mayo de 2014, la noche en que todo empezó a fallar, ni bien salió el zapatazo diabólico del uruguayo de doble apellido del Bolívar, ese William Ferreira y Laputqtp…   

Marcelo Calvente